Así como la tranquilidad de los alrededores del barrio 16 de París se quiebra por la marea de público que asiste al partido inaugural, a cien cuadras del estadio Parc des Princes, en el oeste parisino, en el barrio de La Defense, la calma de la recepción del Hotel Meliá también se quiebra cada vez que las jugadoras argentinas atraviesan el hall. Las risas y chistes de las futbolistas repiquetean en el ambiente y desde hace una semana le cambian, por momentos, el semblante de sobriedad a ese hotel emplazado en el barrio de negocios parisino.

Las seleccionadas por Carlos Borrello se entrenan doble turno por la mañana y la tarde, jugaron dos partidos amistosos –que ganaron– contra Long Beach University, tienen charlas tácticas con el cuerpo técnico todos los días y visualización de videos.  El jueves , ya dentro de la actividad oficial de FIFA, el seleccionado comenzó a entrenar en el Stade Lucien Choine en Colombes. El director técnico fue rotando jugadoras y formaciones en el equipo para probar de cara al primer partido que tendrá la Selección en el Parc des Princes mañana contra Japón, desde las 13 horas en Argentina. 

La última en salir del entrenamiento abierto a la comunidad del jueves es Soledad Jaimes. La delantera los saluda uno por uno. Después camina a algunos pasos de distancia del grupo con la misma parsimonia con que para la pelota, mira la cancha y decide a dónde patear. La 9 de la Selección Nacional jugará esta Copa del Mundo como local porque hace una temporada forma parte del Olympique de Lyon, el equipo más poderoso del fútbol europeo, con el que salió campeona de la Champions League este año. La entrerriana de Nogoyá fue noticia por ser la primera argentina en ganar este torneo y ahora es una de las jugadoras que señalan los medios franceses como futbolista destacada de la Selección en este Mundial. Pero lejos de hacerse eco de eso, y desapegada del teléfono y sus notificaciones, Jaimes pone el foco en este momento que está viviendo con el equipo nacional. Así con la cadencia de la tarde nogoyense todavía en su voz y con vocablos y acento que remiten a sus años vividos en Brasil, la jugadora es contundente: «Estoy cumpliendo mi sueño».

A sus 30 años, Jaimes jugó en Boca y en River, en el San Pablo y el Santos de Brasil, en el Dalian Quanjian en China y ahora en Francia. Fue goleadora en las tres temporadas que jugó en los equipos brasileños y la primera extranjera en ganar la Bola de Plata en 2017. Sin embargo dice: «La sensación de jugar un Mundial no se compara con nada. Es el primero que juego y es algo único. Estar vistiendo la camiseta de la Selección es uno de las cosas más importantes en la vida».

–Jugaste Sudamericanos, Mundial Sub 20 y Copa América pero nunca una Copa del Mundo. ¿Qué cambió para llegar acá después de 12 años?

–Cuando volví al predio de Ezeiza me encontré con cosas nuevas. Antes no teníamos nada ni siquiera un vestuario propio, en tiempos anteriores no teníamos ni dónde entrenar. Nos hicimos escuchar y eso cambió un montón las cosas.

La goleadora, que festeja los tantos con las manos detrás de las orejas mirando a la tribuna, también fue parte de la Selección que en 2018 disputó la Copa América de Chile y que frente a Colombia apostó a la foto colectiva como método de reclamo. Soledad mira con expectativas los cambios que puede traer el anuncio de la AFA sobre la profesionalización del fútbol en Argentina, aunque como el resto de sus compañeras también piensa que es sólo el primer paso.

–¿Que el fútbol se haya vuelto profesional es una ilusión para el futuro?

–Las cosas están cambiando, la profesionalización es poco respecto de otros países pero al mismo tiempo es mucho porque no teníamos nada. Ojalá sea sólo el principio. 

–Compartís equipo con la reciente ganadora del Balón de Oro 2018, la noruega Ada Hegerberg, que no estará en el Mundial como reclamo por mayor igualdad. ¿Qué pensás de esa decisión?

Ada es una persona increíble dentro y fuera del campo de juego. Cuando nos contó que no iba a estar fue chocante porque una quiere verla jugando un Mundial. Pero yo estoy muy orgullosa de ella, de tener una compañera así, que bate el pecho no sólo por su Selección sino por todo el fútbol femenino. Yo tengo certeza absoluta de que el fútbol femenino va a cambiar y que Ada va a ser escuchada.

–En Lyon también jugás con la inglesa Lucy Bronze, que será rival el próximo viernes. ¿Hay mucha diferencia entre Argentina y las potencias?

–Yo sé a lo que nos vamos a enfrentar. Y todas sabemos que nuestros rivales serán difíciles. Estamos lejos porque estas selecciones hace tiempo son profesionales y ahí nos sacan diferencias pero estamos entrenando duro para achicar las distancias que hay con todas estas potencias. Ojalá arranquemos con el pie derecho y demos ese batacazo. Va a ser difícil pero no imposible. Nuestro problema es físico no técnico pero ellas van para adelante. Siempre hay cosas difíciles en la vida. Lo importante es mantenernos firmes y unidas.

La sentencia es un disparo con potencia como cada vez que le pega al arco. Certero ahí al centro de su infancia en Nogoyá donde se crió junto a seis hermanos y pateaba pelotas descalza esperando que le tocara el turno de que Aurora, su mamá, le comprara unos botines. Hoy su familia sigue su carrera desde lejos. «Para mí es importante que ellos vean que haberme ido y dejado todo valió la pena y están muy felices de que yo esté acá –dice y cuenta que sus hermanos le escribieron en sus fotos en las redes sociales–. Somos una familia muy poco expresiva, así que fue muy lindo que me escribieran en este momento. Me alegra que ellos compartan este sueño que estoy viviendo.»

Soledad agradece y sonríe cada vez que puede porque lo que más quería era estar donde está.  «