En marzo nos encontramos con algo inédito en un momento en que veníamos de una crisis muy profunda. Y la pandemia profundizó fuertemente esa crisis que estábamos viviendo en el país y en la provincia de Buenos Aires en términos de una política de ajuste. Y quizás las y los docentes la vivimos doblemente porque veníamos de un ataque muy grande hacia el sector.

Haciendo un balance de todos estos meses, lo primero que me surge es destacar cómo las y los docentes logramos sacar de esa mochila inmensa que tenemos la creatividad para poder atravesar los primeros días, ensayando situaciones que no hubiésemos imaginado nunca, en relación al vínculo con nuestros alumnos y nuestras alumnas, pero al mismo tiempo intentando reconstruir la trama institucional, la trama de todo aquello que conforma una escuela como un todo, como un colectivo, que fue lo primero que la pandemia desarticuló.

Y a medida que fueron pasando los días, empezamos a construir, con solidaridad, conciencia y compromiso, un trabajo con todos los compañeros y compañeras, yendo a las escuelas para sostener la entrega de los bolsones de comida y de los cuadernillos que tenían que llegar a las familias con problemas de conectividad o falta de dispositivos.

Después de todo esto, creo que ya a nadie se le va a ocurrir pensar que un docente puede ser remplazado por un voluntario, como intentó hacer la ex gobernadora Vidal, con la idea de que ser docente era algo fácil. La pandemia expuso con nitidez que el trabajo de las y los docentes requiere una profesionalidad y una responsabilidad muy grandes. Porque todo lo que sucede en un aula dejó de suceder, y tuvimos que reinventar nuestra tarea para convertir los modos de enseñanza y de aprendizaje en algo diferente.

Tuvimos una sobrecarga laboral muy grande. Esta pandemia nos atravesó el corazón, el estómago y los afectos, con situaciones muy complejas que fueron viviendo nuestros alumnos y nuestras alumnas. Fue impresionante el trabajo, y eso nos hizo discutir con el Ministerio de Educación nacional y con la Dirección General de Escuelas para lograr un acuerdo paritario que regule nuestro trabajo, donde podemos tener el derecho a la desconexión, un acuerdo paritario en tiempos de pandemia, en este tiempo que creemos que va a ser transitorio, que no es un suceso sino un proceso que vamos transitando.

No olvidar de dónde venimos

Además, cuando nosotros decimos que la pandemia mostró viejas desigualdades que se profundizaron, no solo nos referimos a los problemas de conectividad o falta de dispositivos de nuestros alumnos y nuestras alumnas, sino a la aparición de desigualdades dentro de la familia docente, como se vio reflejado en una encuesta que realizó el SUTEBA.

Lo repito siempre y no hay que olvidarse nunca. Nosotros teníamos un plan Conectar Igualdad, que era una política de Estado, una política de derechos que tenían no solo los alumnos y las alumnas sino también la comunidad educativa, incluidos las y los docentes. Ese programa, discontinuado por el gobierno de Cambiemos, contenía tres elementos importantes: la computadora, la conectividad y la capacitación.

La capacitación es vital, y en el marco de la pandemia se vio que no todos los docentes habíamos arrancado ese 16 de marzo desde la misma línea de partida. Algunos estaban adelantados, porque tenían una cercanía y una capacitación con respecto a estas tecnologías, mientras que otros (incluso hasta por la propia edad) tuvieron que actualizarse y acercarse a dispositivos y plataformas que no eran de uso común. Incluso muchos trabajaron con dos o tres formatos, incluyendo aplicaciones como Zoom, WhatsApp y correo electrónico. No hubo herramienta que no se utilizara.

Sería terrible pensar si esto nos hubiese pasado con un gobierno como el de Macri, en el que no teníamos Ministerio de Salud ni Ministerio de Trabajo. Esto no hay que olvidarlo, porque de ahí venimos. Hubo un debate sobre el rol del Estado. Hoy ya prácticamente nadie está discutiendo la importancia de tener un Estado fuerte. En marzo empezamos aplaudiendo a Aerolíneas Argentinas, la línea de bandera que traía de regreso al país a los que estaban en el exterior. Estábamos hermanados y aplaudíamos, después de haber denostado a la línea de bandera, y cuando las empresas privadas no traían a nadie.

Pero al mismo tiempo, la exigencia de tener más hospitales, más respiradores, más camas, requiere que el Estado cuente con los recursos necesarios. Y ahí nosotros tenemos un papel importante, que es discutir y seguir militando y levantando la voz para decir que es necesario que se sancione el proyecto de aporte extraordinario de las grandes fortunas. Para nosotros es vital. Insisto, la pandemia no es un acontecimiento, es un proceso, y en este proceso se va a necesitar muchísimo financiamiento, porque no se resuelve cuando nos vacunemos todos, que aparte no va a ser un día todos juntos y al mismo tiempo. El proceso de vacunación va a tener sus complejidades y la vuelta a la presencialidad en 2021 va a tener que acompañar estas complejidades.

Bimodalidad

Imagino un ciclo 2021 con un inicio muy lento, caracterizado, al principio, por lo que llamamos bimodalidad o alternancia, es decir, un poco virtual y un poco presencial, para no tener al mismo tiempo a todos los alumnos en las escuelas. En la provincia de Buenos Aires tenemos escuelas de 100, de 500, de 800 y de 1500 alumnos. En los conglomerados urbanos seguramente va a ser todo mucho más lento. Imagino un ciclo 2021 con un tramo bimodal, obviamente muy discutido y muy trabajado.

El programa ATR (Acompañamiento a las Trayectorias y la Revinculación), que consiste en llevar la escuela a los hogares que más dificultad tuvieron para mantenerse conectados con el sistema educativo, ya comenzó en varios distritos de la provincia. Pero al mismo tiempo, en otros distritos en los que la situación epidemiológica lo permite, ya comenzaron una vuelta muy gradual a la presencialidad con los alumnos que han tenido baja vinculación con sus docentes.

Nosotros no trabajamos desde el marketing. En la provincia de Buenos Aires, para poder construir este protocolo, que se llama Plan Jurisdiccional, todos los gremios de auxiliares y docentes estuvimos trabajando durante dos meses con la Dirección General de Cultura y Educación. Hubo mucho debate, estudio, discusión, con el Ministerio de Salud incluido.

Es un plan jurisdiccional que tiene ocho protocolos, y se elaboró con la participación de los trabajadores y de las trabajadoras. Esa es la gran diferencia entre el gobierno de Larreta y el de Kicillof. En el gobierno de Larreta nos ven a los docentes como el problema. En el de Kicillof, como parte de la solución.