–¿Te pusiste a llorar el día que viste el video de Maradona?

–Estaba sólo en la pieza, sentado en la cama, y un amigo que estaba en Estados Unidos me manda el link. “¿Qué me mandará este?”. Flashaba cualquier gilada. Abro y veo al Diego, y veo que dice en el video: “Yo te voy a ser feliz. El Pepo”. Se abre y lo veo al gordo bailando con Rocío con ese tema mío. De entrada pensé que era editado, pero por allá escucho el audio ambiente y le empecé a prestar atención. “Mirá -decía-, baila igual que yo, abre la boca como yo”. Y cuando Rocío baja el volumen y el chabón dice “Pepo”… Se me cayeron las lágrimas, se me cayó la careta. Me puse a llorar. El Diego es el Diego, ¿entendés? Le salió del alma, porque nunca tuve un contacto con el chabón.

–¿Qué relación te une con Juan Román Riquelme? Tocaste en La Noche Disco, el boliche de Cristian, el hermano.

–Es un fenómeno. Es admirable su personalidad. ¿Y como jugador qué te puedo decir? Todo el mundo sabe lo que fue. Pero si discuten a Maradona, a Messi… Siempre hay gente que discute a los genios, y Román es un genio. Una vez lo encontré en el boliche La Mónica y me presentó al Chelo Delgado y a Teté Quiroz, y Teté estaba como quería… Román se reía porque Teté le levantaba el pantalón al Chelo Delgado para que me muestre el tatuaje de Racing que tenía. Después, Román me decía: “No me nombrés, no me nombrés”. Yo le mandaba saludos… La última vez que fui a tocar a La Noche nos sacamos un par de fotos con el loco. Buena onda. Aparte es de Tigre.

–¿De chico imitabas a Miguel Ángel Colombatti?

–Cuando jugaba de 10 era Colombatti; cuando jugaba de 11, Walter Fernández. El Pampa Orte también era una persona que la conocí por intermedio de mi viejo, cuando íbamos a los entrenamientos, y fue un gran ídolo. Pero sí, a mi vieja le decía que me corte el pelo como Colombatti, usaba las medias tres cuartos con las canilleras como él. Esos son mis ídolos. Colombatti, el Toti Iglesias, Rubén Paz… Era un placer ir a la cancha. Ese equipo dejaba la vida por Racing. Me escapaba de mi casa y me iba a la popular. Le decía a mi vieja que me iba a los videojuegos y me iba a Avellaneda. Tenía 11, 12 años. Después, cuando era más grande, miraba a la hinchada. Me maravillaba. Y está bien: después de ese equipo que te nombré, daba más gusto ver a la hinchada que a los equipos que vinieron…

-En los últimos años cambió un poco la mano, ¿tenés ídolos nuevos?

-De los de ahora, Diego Milito. Lo tengo tatuado en la espalda. Cada tanto nos hablamos. Hace poco me llamó y me invitó a ir a su último partido en el fútbol, en Racing, pero no pude ir porque estaba de gira. Ese fin de semana andaba por el Interior. Ojalá si hace el partido de despedida a fin de año pueda estar y cantar en la fiesta.

Fotos: Edgardo Gómez