Todavía no pasaron ni siquiera 12 horas de que en el Congreso se le diera media sanción a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Fue una jornada larga que duró un poco más de 22 horas en las que los legisladores, además de exponer su postura y votar, también tuvieron que salir a pelear voto a voto para que la ley se apruebe.

Argumentos hubieron miles. Sin embargo, no se escuchó uno tan contundente como el de la diputada tucumana Teresita Villavicencio por el bloque Evolución Radical que comparte con Carla Carrizo y Martín Lousteau. «Todavía no caigo. Lo que ha hecho el movimiento feminista para visibilizar que necesitábamos conquistar estos derechos es impensable. Lo que ha pasado con todas las mujeres, cómo han salido jóvenes, esto no tiene techo”, dice a Tiempo Argentino.

«A mí me interpeló la realidad», dijo durante su exposición. Allí contó que cuando trabajaba como policía, la mandaron a iniciar una investigación en un hospital público al que cuatro mujeres habían llegado por un aborto provocado. El médico se negó a darle los nombres de las pacientes, le mostró la ropa que tenían y le preguntó si sabía cómo habían llegado allí. «Al salir de ese hospital no podía hablar pero tuve la certeza de en qué lugar iba a estar yo de allí en más.»

Villavicencio trabajó 23 años como policía en las Termas del Río Hondo a 80 kilómetros de San Miguel de Tucumán. Todos los días viajaba desde su lugar de trabajo a su casa para trabajar. «Mi casa en Tucumán es uno de esos espacios de reunión, que se utiliza para discutir política. Siempre me preguntaba por qué las mujeres no eran habituales en estas reuniones y de a poco me fui involucrando. Luego en el armado de la lista de candidatos, a nuestro espacio provincial La Pisarello (UCR), le correspondió el lugar del cupo femenino y se decidió que yo ocuparía esa representación», cuenta la diputada.

Afirma que los años que estuvo en la Policía tuvo que pelear por cada lugar que ocupó. «En algún momento para demostrar la igualdad de la mujer con los hombres realicé un curso de alto riesgo, que realizan las fuerzas especiales. Fui la primera mujer en completarlo en la Argentina», cuenta orgullosa. «También presenté expedientes y trámites administrativos para que las mujeres nos podamos incorporar a la carrera de oficiales, ya que era exclusiva de los hombres de la fuerza.»

Durante su discurso pidió «romper con los mandatos sociales porque no sólo justifican un lugar de desigualdad y violencia a la mujer, también no nos permiten apropiarnos y decidir sobre nuestro cuerpo». Asombrada y eufórica aún por el resultado de la votación, Villavicencio analiza lo que pasó esa noche. «Antes de que me tocara hablar a mí, tuve la sensación de que todavía algunos creen que los abortos clandestinos en la Argentina no existen y que estábamos discutiendo aborto sí o aborto no. Cuando hablaban de ‘las dos vidas’, o te decían ‘no podemos permitir esto’… Pensé que no habían entendido el debate o están mirando para otro lado. Y además, el desconocimiento, algunos decían ‘cuánto vamos a gastar en cirugía’, si los abortos se hacen con pastillas», agrega.

Asombrada por el desempeño de algunos colegas, afirma. «He notado mucha hipocresía. Somos una sociedad muy hipócrita. Escuché a un diputado tucumano que habló de la educación sexual integral. ¡Qué hipócritas! Porque muchos de los que están sentados acá en el Congreso de la Nación no han hecho nada -por el mismo lobby de la Iglesia-, para tratar de que Tucumán adhiera a la educación sexual integral. Me causó mucha bronca que digan que necesitamos educación sexual si en Tucumán se enseña religión todavía en las escuelas públicas. Por eso lo destaqué en mi discurso para dejarlos al descubierto.»

–¿Cuánto tuvo que ver la calle en el resultado del jueves?

–La calle torció de alguna manera la decisión. Había muchos indecisos, muchos que te decían que estaban a favor de la despenalización porque no concebían que se la penalice a la mujer pero también te decían que les hacían ruido otras cosas. Pero en nuestro caso, como radicales no podemos dejarnos quitar esta ley de las manos, porque el costo para nosotros va a ser durísimo. Como bloque estábamos atentos, Martín (Lousteau) llegó un momento asombrado a contarme lo que sucedía afuera y cómo pasaban las horas y la gente seguía ahí. Pero adentro, fue hablar mucho, buscar consensos, intentar cambiar el voto, explicarles. Eso se ve en las modificaciones para poder sumar. Entendían muchas cosas pero otras les hacían ruido. Todo eso ha sido consenso y trabajado por el arco de todas las compañeras comprometidas ahí en Diputados, pero con la fuerza de lo que pasaba afuera.

–¿Cómo será tu regreso a Tucumán?

–Estoy segura que muy tranquilo. Soy respetuosa de lo que piensan los otros, ojalá me respeten a mí. Lo que digo es que seguramente muchos no se sienten representados por mí pero les pregunto si en diciembre, cuando voté en contra de la reforma previsional, se sentían o no representados. También he recibido afecto gente que ni siquiera es de mi partido, por esa gente me siento bien, porque sé que he cumplido con lo que quería. A esa es la gente que yo represento.

–¿Qué cambia?

–Hemos dado un paso gigante. Hemos ganado las calles con el tema, no se deja de hablar, está instalado en toda la familia, a favor y en contra. Y hablamos en todo el país de Educación Sexual Integral. «