Si hubo una Reforma que transformó estructuralmente el país, fue la Rereforma Financiera, uno de los peores legados que dejó la última dictadura cívico-militar en lo económico-institucional. A 40 años de aquel “punto de inflexión”, la economista y ex Presidenta del BCRA Mercedes Marcó del Pont, el Doctor en Economía Juan Santarcángelo, el Doctor en Ciencias Sociales Alejandro Gaggero y el periodista Alejandro Bercovich resaltaron su carácter refundador y cuestionaron su vigencia.

“Muchas veces solo vemos la faceta ‘des’ de la Reforma –desindustrialización y despolitización– pero también la dictadura buscó crear hegemonía, nuevas identidades y nuevos actores. La identidad del consumidor desplazó a la del trabajador asalariado”, subrayó Gaggero, quien además consideró fundamentales las figuras del ahorrista y del inversor para entender la ofensiva neoliberal actual.

En el marco del panel de apertura de las XII Jornadas de Estudios Sociales de la Economía del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM, los economistas hicieron énfasis en los efectos de la Reforma en los imaginarios y las subjetividades, sin los cuales el nuevo patrón de acumulación que impuso la dictadura, centrado ya no en la actividad industrial sino en la valorización financiera, no hubiera podido mantenerse.

“En la discusión sobre financiarización en Argentina, hay que incorporar un fenómeno que es la cultura del ahorro en dólares. Cuando hablamos de apertura de la cuenta capital, no solo hay que pensar en un fondo de inversión extranjero que viene a comprar Lebacs, sino también en la conducta dolarizada de los argentinos”, sostuvo Marcó del Pont en referencia al proceso actual de apertura financiera y destacó que la principal medida que tomó Mauricio Macri fue la eliminación del “cepo” cambiario, construido mediáticamente como el símbolo de la falta de libertad en Argentina.

“Si yo me hago una autocrítica es que hasta el 2011 se podían comprar dos millones de dólares, y ese fenómeno lo tenés que desactivar en épocas de vacas gordas, no cuando te faltan dólares”, deslizó la Presidenta del Banco Central entre 2010 y 2013.

A la hora de evaluar el presente, los investigadores advirtieron sobre las consecuencias negativas de la política económica del actual Gobierno, que, con la promesa de futuras inversiones, “vuelve a subordinar la economía real a los designios financieros”, coincidieron.

Promovida en 1977 por Martínez de Hoz, la Reforma liberalizó y desreguló el mercado de capitales, provocando un alza de las tasas de interés que disparó la especulación financiera, y relegó al Estado -otrora un asignador de recursos- a la función de prestamista en última instancia. El proceso generó más desigualdad, desembocó en hiperinflación y terminó con niveles de endeudamiento inéditos. Juan Santarcángelo, investigador del CONICET y la Universidad Nacional de Quilmes, trazó las similitudes con el proceso actual y alertó sobre el alto ritmo de endeudamiento, incluso superior al del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

“En menos de dos años, el macrismo ya lleva 70.000 millones de dólares de endeudamiento, mientras que en toda la dictadura fue de 78.000 millones”, explicó Santarcángelo y agregó que “hay un mito que la actual administración trató de imponer de que gran parte del endeudamiento tenía que ver con la ‘pesada herencia’, pero en el 2017 apenas un tercio de los vencimientos de deuda corresponden al gobierno anterior”.

En este sentido, los académicos alertaron que el pago de la deuda representa ya el 9% del gasto público y empieza a transformarse en un problema de corto plazo, ya que “una cosa es financiarse para hacer una represa hidroeléctrica y otra para financiar la fuga de capitales”, puntualizó Marcó del Pont. Según el último informe de CIFRA, la fuga se aceleró desde abril último y alcanzó los 13.000 millones de dólares en los primeros ocho meses del año.

Al momento de contextualizar la Reforma, que incluye la Ley de Entidades Financieras y la Ley de Descentralización de Depósitos, entre otras, los presentes valoraron algunos cambios normativos durante el kirchnerismo, como la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central en 2012 que dotó de mayor autonomía a la entidad, aunque cuestionaron que “aún no se sancionó una ley global que contrastara con su estilo”, detalló Gaggero, y aquella “sigue configurando los parámetros de funcionamiento del sistema financiero local”, aportó Santarcángelo.

Por último, Alejandro Bercovich se refirió a la financiarización de las políticas sociales y advirtió que hoy no solo crece el endeudamiento externo, lo que significa pérdida de soberanía, sino también el de los sectores populares con el propio Estado. “La única manera que tiene este Gobierno para que la economía repunte es el consumo, ¿y cómo lo va a hacer si caen los salarios? Endeudando a la gente. Prestarle dinero al pobre es lo que viene en América Latina”, vaticinó.

Según el periodista, a fines de julio el Gobierno amplió el programa Argenta y desató una fiebre de endeudamiento popular bajo el eufemismo de la “inclusión financiera”, al ofrecer a todos los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y de pensiones no contribuyentes préstamos personales de 3 mil pesos por hijo a un año o de 5 mil pesos por hijo a dos años. “Fue como si el Gobierno llenara un estadio de 35 mil personas todos los días entre las PASO y las elecciones para darle a cada uno en promedio 10 mil pesos”, graficó.

El proceso de financiarización tuvo su inicio durante la última dictadura y se extendió en la región de la mano de los gobiernos militares. Sin embargo, nuevamente el país atraviesa un período de valorización financiera que permite disciplinar el capital, el trabajo y transformar las subjetividades debido a que la figura de la deuda volvió a tener un lugar central.