Con los ataques de los presidentes de EE UU y Argentina, Donald Trump y Mauricio Macri respectivamente, Venezuela estuvo en el epicentro de la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas. El inquilino de la Casa Blanca no tuvo empacho en declarar en el mismísimo estrado del recinto ante 130 presidentes  que no descarta una opción «fuerte» en Venezuela y que Maduro podría ser derrocado «rápidamente» si los militares venezolanos así se lo propusieran. «Y ya saben lo que quiero decir con fuerte», indicó Trump en referencia tácita a una intervención militar estadounidense. «Sólo quiero que Venezuela se enderece. Quiero que la gente esté segura. Nos ocuparemos de Venezuela», señaló.

En el mismo lugar, Macri volvió a encolumnarse detrás de Trump y llevó la voz cantante del grupo de países que pretenden llevar a Nicolás Maduro al banquillo de la Corte Penal Internacional de La Haya para juzgarlo por supuestos crímenes de lesa humanidad. El mandatario argentino anunció que «dada la gravedad de la situación de los derechos humanos» en Venezuela habían decidido llevar a la CPI para que considere «los crímenes de lesa humanidad de la dictadura venezolana». Hizo un llamado, además para que el gobierno de Maduro acepte la ayuda humanitaria que ofrecen los países de la región. «Somos parte de una respuesta regional y amplia que busca mitigar las dificultades de millones de venezolanos», dijo. En efecto, en esas horas el canciller argentino Jorge Faurie lideraba a sus pares de Canadá, Chile, Colombia, Paraguay y Perú en el trámite de presentación en La Haya.

La fiscal del alto tribunal Fatou Bensouda se dio por notificada y recordó que ya había iniciado una investigación en febrero pasado. «El 8 de febrero de 2018, tras una revisión cuidadosa, independiente e imparcial de una cantidad de comunicaciones e informes documentando presuntos crímenes que pudieran ser de competencia de la CPI, decidí abrir un examen preliminar sobre la situación en Venezuela, para analizar los crímenes presuntamente cometidos en este Estado Parte al menos desde abril de 2017, en el marco de manifestaciones y de la inestabilidad política conexa.»

Las respuestas de Maduro a ambas ofensivas sorprendieron. El chavista le pidió una reunión al republicano y dijo que quiere estrecharle la mano. «Yo estaría dispuesto a estrechar la mano del presidente de Estados Unidos y a sentarme a dialogar sobre los asuntos de las diferencias bilaterales y los asuntos de nuestra región», dijo Maduro ante la Asamblea General de la ONU, en un discurso de 49 minutos en el que condenó «la agresión permanente» de Washington y fustigó al imperialismo y al capitalismo. «Ha dicho el presidente Donald Trump que está preocupado por Venezuela, que quiere ayudar a Venezuela. Bueno, yo estoy dispuesto a hablar con agenda abierta de todos los temas que quiera hablar el gobierno de Estados Unidos», insistió Maduro.

A la respuesta conciliadora de Maduro, Trump respondió el viernes que «Venezuela es un desastre. Eso hay que limpiarlo y hay que hacerse cargo de la gente», dijo antes de la reunión con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, cuya postura es divergente a la del estadounidense.

Con respecto a las supuestas violaciones a los DD HH, Maduro afirmó que está dispuesto a recibir en Venezuela a la nueva Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, que pidió a Caracas que deje entrar al país a investigadores. «La Alta Comisionada cuando quiera venir a Venezuela siempre es bienvenida», dijo Maduro a periodistas. El Consejo de DD HH de la ONU había adoptado una resolución sobre Venezuela en la que pedía al gobierno de Maduro «aceptar la ayuda humanitaria» para solucionar los problemas de «escasez de alimentos, medicamentos y suministros médicos». «

Embajadora poco sutil

«¡Continuaremos luchando por los venezolanos hasta que Maduro se vaya!», gritó, megáfono en mano, la embajadora de EE UU ante la ONU, Nikki Haley, a un centenar de venezolanos que manifestaban contra Nicolás Maduro.
«Necesitamos que eleven sus voces, y les digo, la voz de EE UU será fuerte», gritó a los manifestantes, que llevaban banderas venezolanas y carteles con leyendas como «SOS Venezuela» y «Crisis de refugiados en Venezuela».
«El presidente Trump está enojado» con el gobierno de Nicolás Maduro, afirmó. «El presidente Trump elevará su voz», aseguró.
«Aplaudimos la presencia de Nikki Haley. Hoy aplaudimos las palabras del presidente Trump y de cada uno de los mandatarios que rechazó a Nicolás Maduro», se congratuló Erick Rozo, uno de los líderes de la protesta.