«Acá está. Un momento para cristalizar el acoso sufrido a diario. ‘Todos los días, todo el tiempo’. Para agregar los tuits iré buscando los que tengan el hash #TodoElTiempo. Abusos hay muchos, la idea es juntarlos y que impacte», tuiteó Paula Giménez (@YoFermina) el lunes antes del mediodía y un par de horas después cientos de testimonios modelaron el panorama de lo que sufren las mujeres a diario y que sirven para visibilizar una problemática colectiva que muchas veces parece, falsamente, reducirse a casos individuales.

«Tenía 13, volvía del colegio y un pibe en bicicleta me siguió hasta mi casa diciéndome que quería romperme el orto», cuenta @FlorGisellee. «Leyendo los tweets de #TodoElTiempo me acordé de las veces que fui acosada y no se lo conté a mis papás por vergüenza, como si fuera mi culpa», reflexiona @caroachu. «A un desconocido le pareció re gracioso tocarme los pechos mientras paseaba con su bicicleta y yo esperaba cruzar la calle», se suma @PauCorazon, como cientos de mujeres que gritaron a viva voz, y en 140 caracteres, el abuso muchas veces invisibilizado.

“No me sorprendió lo que cuentan todas pero sí que haya tantas ganas de contarlo. Muchas chicas se acercaron para decir que era la primera vez que hablaban de eso.Recién hablaba con una amiga que milita dentro del feminismo y debatimos un poco, ¿sirven ya los relatos en primera persona? ¿No nos frenan a la hora de convertir estas cuestiones en algo general, en algo colectivo y empoderarnos políticamente? Puede ser. Dejar de ser víctimas y empezar a ser sujetas es la evolución y el objetivo. El tema es que no sé cuántas chicas están convencidas hoy, no sé cuántas cabezas tocás cuando leés TANTAS historias cotidianas. Yo creo que todo suma, esto fue una idea al pasar que pensé que no iba a enganchar porque ya de estas cuestiones se habló mucho, pero la repercusión fue rápida y rica en información. Creo que por algo sucede”, le dice a Tiempo Paula Giménez, militante y periodista en Diario Registrado, Posta.fm, entre otros medios.

-¿La clave es lograr que la víctima se reconozcan como tal y que no es la única en esta situación?

-Mirá, por la masividad del asunto veo que todavía hay muchas chicas que necesitan contarlo, leerlo y escuchar estas cuestiones para reafirmarse como sujetas de derecho. A mí me pasa que estas cosas me alimentan, me dan ganas, fuerza para seguir insistiendo. Creo que leerlo de golpe y juntito empieza a desenredarlo y lo desnaturaliza. Cuando éramos chicas entrar a un boliche y que nos toqueteen era clásico y no lo veíamos como un abuso. Hoy muchas se están dando cuenta de que lo es. No me parece menor, aunque sí es un borde de todo. En el nudo la cuestión no se trata de anécdotas sino de un general

-¿Y cuál sería un siguiente paso?

-Los pasos siguientes se dan en simultáneo. Las organizaciones feministas o de mujeres todo el tiempo realizan «pasos», las marchas, aunque de protesta, también lo son. En el diario en el que trabajo hago notas de chicas desaparecidas todo el tiempo, de opinión, siempre. Intentando desde mi humilde lugar convencer, salir de lo académico y contar con mis palabras lo que entiendo, lo que voy aprendiendo. Un siguiente paso es esta entrevista. Un siguiente paso es que el periodismo de género sea uno de los pilares de la comunicación contemporánea. No sé. Todos son pasos, pequeños o grandes, que ayudan a desnaturalizar y cargar de contenido al feminismo, esta palabra que hasta no hace mucho tiempo era hasta peyorativa para muchas y que hoy es una bandera de lucha legítima.

-¿Qué reacciones positivas encontrás en los hombres con estos pasos?

-Me parece que algunos hombres hace un tiempito empezaron a darse cuenta de que muchas cosas que hacían ellos o sus amigos no son tan cancheras ni graciosas como creían. Que espiar o decirles cosas a chicas por la calle es acoso o, por lo menos, ya tienen esa versión del asunto que antes no tenían. Digo, lo bueno de visibilizar estas cosas es que comienzan a jugar un papel, comienzan a tener un nombre. Ya no son una sensación de algunas pocas, se vuelve realidad efectiva. Creo que a esta altura si sos hombre, estás algo empapado de la realidad y no creés que el feminismo es una lucha válida, le estás pifiando. Pero confío en que de a poco va a haber menos pifies y más «tenés razón». Simplemente porque es lo que sucede. Es tan obvio que hay que enseñar a los hombres a no violar y no a las chicas a no ser violadas. Es tan claro que la víctima de un abuso nunca tiene culpas. También creo que hay toda una generación que tiene un chip muy difícil de borrar.

-¿Cómo ves a los adolescentes de hoy en ese sentido?

-A las chicas las veo más despiertas con estas cuestiones. A los chicos también. Creo que Internet ayuda mucho y a su vez es un arma de doble filo por el ciberbullying. Hay mucha más información que en nuestra generación. El año pasado di una charla sobre género en un secundario y me sorprendió mucho la cantidad de herramientas que tenían tanto las chicas como los chicos. No sólo sobre género sino sobre LGBTQ. Son cosas que antes no pensábamos siquiera. La información que teníamos la teníamos por decisión casi unilateral de nuestros padres y madres. Hoy podemos navegar por la web, podemos leer historias de vida, podemos acercarnos a ideas o pensamientos que jamás estuvieron en contacto con nosotrxs antes. Si yo hubiera sido feminista de adolescente, me hubiera ahorrado tantas angustias que no te puedo explicar. Desde los pelos hasta la obsesión por una figura esbelta. Desde mi primer beso hasta mi primera relación sexual. Tantas culpas se hubieran borrado con un feminismo más puber.

La recolección de tuits #TodoElTiempo

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