La clínica Sagrado Corazón de Hurlingham se encuentra cerrada desde mayo del año pasado. Seis meses después, sus dueños levantaron un paredón y dejaron de abonar los salarios de los 120 empleados. Desde ese momento, un conjunto de trabajadoras y trabajadores decidieron ocupar el sanatorio, con el fin de resguardar las fuentes laborales y reactivar la atención a la comunidad.

“El municipio necesita camas, en medio de una pandemia, y tenemos un ‘elefante blanco’ con 120 camas sin usar”, apuntó Gustavo Scardacione, técnico radiólogo y delegado gremial, en diálogo con Barricada TV.

Los problemas laborales comenzaron en octubre de 2019, cuando las y los trabajadores comenzaron a percibir porcentajes mínimos de salario. En mayo de 2020, la clínica dejó de funcionar, aunque quedó un laboratorio activo y se hacían guardias.

“En julio, empezamos a cobrar el ATP. Pero el 7 de noviembre el hijo del dueño levantó un paredón para sacar a la gerenciadora. La clínica estaba gerenciada, aunque nunca cambió de razón social”, relató Scardacione.

“Lo llamé, le pregunté por qué el paredón y dijo que era para sacar a la gerenciadora. Le pregunté qué pasaría con los trabajadores y con la deuda que la empresa mantiene. Dijo que él no tiene ninguna deuda y que nosotros tampoco podíamos seguir”, continuó el delegado.

Lorena Brett, técnica cardióloga, completó: “Desde ese día, estamos con presencia en la clínica las 24 horas, cuidando para que no se lleven las cosas. Con los compañeros, estamos buscando la forma de hacer una cooperativa”.

La clínica cuenta con tres pisos de internación, una guardia con 10 camas, laboratorios, rayos, tomografías, cuidados especiales, dos quirófanos, equipos de oxígenos propios, entre otros elementos.

“Es una lástima que un lugar de semejante capacidad, en medio de una emergencia sanitaria, no se pueda utilizar. Es muy triste”, lamentó Brett.