En un gesto de hondo significado geopolítico, el presidente Donald Trump anunció el reemplazante del belicoso John Bolton como asesor de Seguridad Nacional. Se trata de Robert C. O’Brien, un abogado de Los Ángeles que trabaja en la función pública desde tiempos de George Bush pero no dejó de hacerlo con Barack Obama y que se especializa en negociar con secuestradores..

«Me complace anunciar que nombraré a Robert C. O’Brien, que actualmente se desempeña como el exitoso Enviado Especial Presidencial para Asuntos de Rehenes en el Departamento de Estado, como nuestro nuevo Asesor de Seguridad Nacional. He trabajado mucho y duro con Robert. ¡Hará un gran trabajo!», celebró Trump.

Para aclarar los datos, O´Brien es un especialista en negociaciones de alto riesgo y fuertes tensiones, como es el trabajo que venía haciendo, y para quienes lo conocen, según el diario The Washington Post, «es el tipo más agradable del planeta». La contracara de Bolton, que se jactaba de ser una suerte de cow boy global, siempre desafiante y pendenciero pero con un pasado teñido de cobardía individual, ya que en su currículum figuran excusas inverosímiles para no ir como soldado a la guerra de Vietnam.

Precisamente el carácter de «superhalcón» le había traído a Bolton graves enfrentamientos con Trump, que más allá de sus tonos también provocadores, es el primer presidente desde hace más de un siglo que no comenzó ninguna guerra y aunque no lo parezca, intenta cerrar todos los conflictos abiertos por sus antecesores. Lo dijo claramente, el despido -humillante por demás- de Bolton es por diferencias en la estrategia a seguir con Venezuela, Corea del Norte e Irán. Pero también con los talibanes en Afganistán y con Siria.

De hecho, el ataque del sábado contra la mayor refinería de petróleo de Arabia Saudita puede ser leído también como una amenaza a esa política que Trump viene tratando de imponer en Washington y que va en contra de los intereses del Estado Profundo -que apuesta a la llamada Doctrina Rumsfeld/Cebrowski , que pretende la destrucción de las estructuras de los Estados en los países no alineados con EEUU- y del complejo industrial militar.

El reino saudí, enfrascado desde hace cinco años en una guerra civil en Yemen, asegura tener pruebas de que los atentados en las plantas de Abqaiq y Khurais de la empresa estatal Aramco fueron obra de agentes de Irán. Sin embargo, el ataque se lo atribuyó el vocero de los hutíes, el grupo yemenita que lucha por el control del país y al que desde 2015 Riad intenta destruir, en una coalición con Emiratos Árabes Unidos hasta ahora sin éxito, a pesar de los ingentes recursos económicos y armamentísticos con que cuentan.

Trump, en una jugada a dos puntas, mantiene abierto el canal de diálogo con representantes hutíes en Estocolmo pero envió al secretario de Estado, Mike Pompeo, a entrevistarse con el príncipe Mohammed bin Salman, el hombre fuerte de la monarquía, para acordar alguna posición común.

Al mismo tiempo, Trump tuiteó que había instruido al Secretario del Tesoro para reforzar las sanciones contra Teherán, aunque no culpó de los ataques al gobierno de Hasan Rohani, dato a tener en cuenta por eso de que los silencios también resuenan en al diplomacia.

O´Brien fue enviado a Suecia por el presidente para ayudar con el caso de A $ AP Rocky. Se trata de un rapero, cuyo nombre de bautismo es Rakim Mayers, que había sido detenido en Estocolmo tras una pelea callejera junto con otras dos personas. Un tribunal lo liberó bajo la condición de que se hicieran cargo de los gastos legales derivados del hecho.

«El tribunal considera que los acusados ​​no se encontraban en una situación en la que tenían derecho a la legítima defensa y que habían agredido a la víctima golpeándolo y pateándolo», especificó el fallo. Trump había salido en defensa del rapero y según parece, su enviado cumplió en hacer un acuerdo para liberarlo con el menor daño posible a la salud institucional y al honor de los involucrados.

El mandatario ya tenía a O.Brien en su lista de candidatos a suceder a Bolton aún antes de que terminara por decidirse a echarlo. Eso fue en mayo, cuando era evidente que la estrategia para derrocar a Nicolás Maduro había fracasado y cuando Trump se dio cuenta de que esa puja belicista lo podía llevar a una guerra total en Sudamérica, cosa que no quería.

Tampoco quiere una guerra contra el norcoreano Kim Jong un, ni contra los talibán, con quienes venia negociando una reunión nada menos en Camp David, la estancia de descanso de los presidentes estadounidenses. El encuentro se iba a realizar el domingo 8 de setiembre y fue cancelada a última hora tras un ataque en Kabul en el que murió un militar estadounidense. La última cumbre con el líder norcoreano no llegó a nada a raíz del rechazo de funcionarios de peso dentro del gobierno estadounidense y de los medios, alineados con el Estado Profundo.

La reunión que se estaba debatiendo entre Trump y representantes huties en Estocolmo también quedó en veremos luego del ataque con los drones. Algo similar ocurre en las negociaciones que el inquilino de la Casa Blanca venía ofreciendo a Rohaní.

El próximo 23 de setiembre, Trump tiene horario para hablar en al Asamblea General de la ONU. Quizás ya no podrá decir que abrió canales de diálogo con Teherán y habrá que ver si podrá cruzarse con Rohaní. Por lo pronto, el presidente persa anunció que su viaje esta por ahora suspendido porque no le dieron aún la visa que necesita para ir a EEUU.

Puertas adentro, y en vista de que ya se está preparando para las elecciones del año emntrante, el mandatario se ufanó de que el ataque a las plantas de Aramco no afectará a la provisión de petróleo a EEUU, como sí lo hará a Europa, China y Japón.

«Qué bueno que nuestro país ahora es independiente de la energía. Estados Unidos está en mejor forma que nunca. ¡El ejército más fuerte con diferencia, la economía más grande (ya ni siquiera cerca), número uno en energía! MAGA = KAG!», tuiteó este miércoles. MAGA es la sigla en inglés para «Hacer grande a EEUU otra vez», que fue el lema de su campaña de 2015. KAG es el lema de cabecera para la del 2020, «Mantener grande a EEUU».