El anuncio de Donald Trump en relación al tratado nuclear con Irán no es mas que otra patada en el tablero del empresario que hace casi un año ganó la elección presidencial tras una sorpresiva campaña que lo depositó la Casa Blanca el 20 de enero pasado. Esta nueva muestra de su carácter pendenciero es el colofón de una semana en la que tuvo gestos humillantes contra los puertorriqueños, anunció el retiro de su país de la Unesco y anuló mediante un decreto un tramo fundamental de la Obamacare que deja sin cobertura a los más pobres de la población de Estados Unidos.

El acuerdo con Irán surgió de trabajosas negociaciones entre las cinco potencias con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU -EE.UU., Rusia, China, Francia, Gran Bretaña- más Alemania. De allí el poco original nombre de Grupo 5+1. Fue la forma que encontraron los gobiernos de esas naciones para intentar poner freno al desarrollo nuclear iraní, entonces presidida por Mahmud Ahmadinejad,.

Ese acuerdo, firmado durante la época de Barack Obama, en 2015, seguía lineamientos calcados de otro previo que Ahmadinejad había aceptado  en 2010 con los gobiernos de Recep Tayyip Erdogan, de Turquía, y Lula da Silva, de Brasil,  bloqueado de inmediato por la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton a pesar de que había sido pergeñado, como insistió el ex mandatario brasileño, con anuencia de Obama.

El documento aprobado hace 18 meses, prevé la revisión del plan nuclear por inspectores de la ONU y un control externo del porcentaje de uranio enriquecido con que trabajarían las plantas iraníes, para impedir el desarrollo de una bomba atómica, e implica el levantamiento de sanciones contra el país. Pero ante las amenazas de Trump de revisar unilateralmente parte de esos acuerdos, el actual presidente iraní, Hasan Rohani, adelantó que podrían volver a enriquecer uranio a niveles considerados un límite por el planteo original. O más.

El principal opositor a este acuerdo fue Israel, que mantiene a Irán como su peor enemigo y considera un riesgo para su propia existencia que pueda alcanzar el desarrollo del ciclo completo para producir armamento nuclear.

Israel, sin embargo, según denunció en 1986 al diario británico The Sunday Times un empleado del centro de investigación de Dimona, Mordechai Vanunu, tiene un arsenal importante de armas atómicas, aunque nunca las reconoció oficialmente. Como sucede con los «filtradores» de información en EEUU, Vanunu eligió escapar de su patria, pero fue raptado por servicios del Mossad en Roma y llevado en forma clandestina a Israel, donde fue juzgado en secreto y sentenciado a 18 años de cárcel. Tiene libertad restringida desde 2004.

En esta semana Trump dio otra señal para reforzar su alianza con el gobierno derechista de Israel al comunicar el retiro de Estados Unidos de la Unesco, el organismo para la educación, la ciencia y la cultura de Naciones Unidas. Fue el día en que Tel Aviv hacía el mismo anuncio y no era para menos. Entre los argumentos de Trump figura lo que llama una actitud «antiisraelí» en la institución, desde que en 2011 fue la primera oficina de la ONU en reconocer a Palestina como estado miembro. Además, la Unesco declaró en julio pasado al casco antiguo de Hebrón, en la Cisjordania ocupada, como zona protegida y en peligro, del patrimonio mundial palestino.

No es la primera vez que EEUU se va de la Unesco, Ya lo había hecho en 1984 con Ronald Reagan en el gobierno, argumentando una mala gestión presupuestaria. Esa vez regresó en 2002. Ahora, el retiro efectivo no se hará sino en 2018 por cuestiones burocráticas.

Mientras tanto, sigue la escalada de Trump contra Corea del Norte, otra potencia nuclear no admitida en el selecto club de los poseedores de artefactos de destrucción masiva y que sin embargo viene desafiando las restricciones que quiere imponer Washington, con pruebas de artefactos explosivos y el lanzamiento de misiles con posibilidad de llegar hasta territorio estadounidense.

Hace unas horas el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg, intenó poner una cuota de racionalidad y señaló a la agencia AFP que una intervención militar en Corea del Norte tendría «consecuencias devastadoras». Al mismo tiempo, una delegación norcoreana, encabezada por el vicejefe del Parlamento, Ahn Dong-chun, desembarcaba en San Petersburgo para participar en la 173 Asamblea de la Unión Interparlamentaria (UIP). Allí mantendrán conversaciones con el gobierno de Vladimir Putin para encontrar salidas menos peligrosas para la humanidad como la que puede desencadenar la política de Trump.

El polémico presidente, por su parte, lanzó estos días otra provocación contra el gobierno de Puerto Rico, que había pedido ayuda por los desastres que dejó en la isla el huracán María. Desde un tuit , Trump dijo que la red eléctrica y toda la infraestructura puertorriqueña «eran un desastre antes de los huracanes» y acusó a las autoridades locales por su crisis financiera y por una «falta total de responsabilidad».

En junio pasado, el gobierno de Ricardo Roselló llamó a un referéndum para votar por la anexión a EE UU. La buena noticia para el mandatario, totalmente pro estadounidense, fue que 97% de los votantes eligieron incorporarse como estado número 51. La mala es que fueron a votar solo el 22 % de los ciudadanos habilitados. Habrá que ver qué dirían esos que votaron por el sí tras este nuevo desplante desde Washington.

Los pobress del territorio continental, por otro lado, recibieron este jueves otro cachetazo sobre el sistema de salud que luego de ingentes esfuerzos políticos logró aprobar Obama y que aparecía como el logro más importante, sino el único, de sus 8 años de gestión. Mediante la versión norteamericana del DNU, Trump quitó los subsidios que con el Obamacare eran la forma de reducir el precio de los seguros médicos para las personas de menos recursos. El argumento, en este caso, es que se trataba de un «rescate financiero» para las aseguradoras. Quizás esto fuera acierto, lo que no se anunció en cambio es si ese sector de la población tendrá alguna alternativa para tener un plan sanitario.

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump rompió acuerdos climáticos y los tratados comerciales del Pacifico y puso al borde de la quiebra al de comercio de América del Norte. Este jueves el presidente mexicano Enrique Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau, anunciaron la posibilidad de establecer acuerdos entre ambos países al margen de EEUU si Trump también patea la tablero en ese parte del continente.