La mano (no tan invisible) del gobierno nacional acaba de dar un potente zarpazo en las altas cumbres del empresariado, al asegurarse que una lista de dirigentes afines conduzca la Unión Industrial Argentina (UIA) a partir del 30 de mayo. 

La novedad, que estalló el jueves último, levantó polvareda entre los jefes de las fábricas argentinas. Algunos denunciaron la novedad como resultado de operaciones conjuntas entre el Grupo Techint, del empresario ítalo argentino Paolo Rocca, y la alianza Cambiemos. 

Los industriales que hablaron en off señalan que el objetivo es limitar el poder de llegada del denominado G6 (núcleo de la dirigencia privada que además de la UIA integran la Cámara de Comercio, la Cámara de la Construcción, la Bolsa, la Sociedad Rural y la Asociación de Bancos), con el fin de consagrar como único interlocutor a la Asociación Empresaria Argentina (AEA) donde Techint y Clarín pisan fuerte. 

Es más que un simple cambio de interlocutores. La intención del gobierno para el futuro de su plan de ajuste es ahorrarse el contacto con intermediarios y hablar directamente con los dueños de las grandes empresas. Ese punto marca la diferencia entre AEA y los integrantes del G6, en su mayoría gerentes y directivos. 

En el proceso de renovación de la UIA fueron desplazados dos históricos como el textil José de Mendiguren y el gráfico Juan Carlos Sacco, actuales vocal y secretario respectivamente. El primero fue confinado a un puesto marginal y el segundo directamente fue descartado. El salteño José Urtubey, de Celulosa Argentina, estuvo cerca de correr una suerte parecida, pero a último momento fue «salvado» gracias a su buena relación con el presidente Mauricio Macri. 

El denominador común entre esos dirigentes es que en los últimos meses coincidieron en objetar aspectos de la política económica como la apertura importadora, la política fiscal o el rol del Banco Central en el enfriamiento de la actividad. 

En la nueva lista, que preside el aceitero Miguel Acevedo, dueño de Aceitera General Deheza (AGD), quedaron tres nombres vinculados a Techint: el vicepresidente 1º, Luis Betnaza, mano derecha de Rocca; el prosecretario 1º, David Uriburu; y el protesorero 1º y hombre de Siderar, Mario Gualtieri. 

En la UIA, después de que se conoció la lista de unidad primó el perfil bajo. El nuevo presidente hablará recién el 30 de mayo y los pocos dirigentes que aceptaron un contacto con la prensa solicitaron reserva. Uno de ellos aseguró que a la par de AEA y Techint hay otras entidades detrás de este nuevo orden de las relaciones con el gobierno. Entre ellas anotó al Foro de Convergencia Empresarial y a Amcham, la cámara argentino estadounidense. El plan sería «neutralizar a la UIA». 

«Acá hay una toma de la UIA por Techint. Al secretario (el laboratorista Alberto Álvarez Saavedra) le pusieron de prosecretario a Uriburu. La intención de Techint es manejar la conducción; así ellos se sientan a hablar directamente con el gobierno y la UIA la mira pasar», se quejó la fuente. 

En los pasillos de la entidad fabril aseguran que Marcos Peña fue el encargado de las operaciones del gobierno. El jefe de Gabinete también habría intervenido en la renovación de la Unión Industrial bonaerense (UIPBA), que el viernes, en una asamblea incendiaria, terminó de purgar a los dirigentes que quedaban desde la presidencia del sciolista Osvaldo Rial. En esa entidad, denunciaron las fuentes, también se terminó por conformar una nómina fuertemente identificada con Techint. 

El avance del gobierno sobre los altos mandos privados tiene un antecedente próximo en el proceso que atravesó la Cámara de la Mediana Empresa (CAME). Allí, el presidente anterior, Osvaldo Cornide, que también cuestionó –moderadamente– la política económica, debió ceder el poder en medio de fuertes presiones del gobierno a través del ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile. «