Fue un buen termómetro de la mutación del clima político. Cuatro meses después de las elecciones legislativas de medio término, el encuentro por la unidad que organizó el PJ porteño reunió en la Universidad Metropolitana de la Educación y el Trabajo (UMET) a todas –o casi, hubo alguna excepción- las corrientes internas de la disgregada familia justicialista. El éxito y la representatividad de la convocatoria se expresaron en la presencia de kirchneristas, massistas y randazzistas, dirigentes que en octubre habían confrontado en las urnas. 

Para los asistentes a la sede académica ligada al gremio Suterh, lo más alentador de toda la jornada de trabajo fue el convencimiento que mostraron los oradores en que la próxima elección presidencial no está para nada resuelta –ni mucho menos- a favor de Cambiemos. “Hay 2019”, fue el eslogan que utilizó el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, en uno de los discursos más emotivos y cargados de fervor. La frase de “El Alberto” resumió cierto espíritu colectivo.

La arenga de Rodríguez Saá también reflejó un giro progresivo en la convicción más íntima de los dirigentes del peronismo. A finales de octubre, tras el resultado de las legislativas, había comenzado a circular una visión que se autodefinía ‘realista’, pero que escondía cierta sumisión ideológica y un pesimismo propio de quien admira al adversario y queda paralizado: esta postura asignaba a la coalición PRO-UCR-Coalición Cívica un triunfo seguro en 2019, tanto a nivel presidencial, con una reelección de Mauricio Macri, como en la provincia de Buenos Aires, con María Eugenia Vidal. 

Pero esa desesperanza de los peronistas, que circulaba más entre los dirigentes que entre los votantes, comenzó a cambiar con el verano ‘caliente’ de mediados de diciembre.

El cóctel que erosiona la imagen de Macri tiene varios ingredientes: la resistencia a la reforma previsional, la falta de resultados de la política económica, las dificultades que asoman en el frente externo, con la suba de tasas por el Tesoro estadounidense y el riesgo que eso conlleva para endeudarse a gran escala, como lo viene haciendo Argentina. El peronismo, quedó claro en el encuentro de la UMET, sigue muy de cerca todo lo que está pasando.

El diagnóstico sobre la actualidad en sus distintas facetas (economía, justicia, trabajo, participación juvenil y federalismo) fue, de hecho, uno de los ejes del encuentro. La jornada había comenzado a las 15: concluyó seis horas más tarde.

La actividad se organizó alrededor del trabajo en comisiones temáticas y dos momentos ‘generales’, la apertura y el cierre, con el formato de un acto pero con escenografía moderna, más propia de una charla TED: oradores relajados, sentados en sillones, de los que se levantaban en distintos momentos para hacer, cada uno, una breve alocución.

Las reglas del juego

La apertura estuvo a cargo de los referentes que integran una suerte de coordinadora de los distintos sectores del PJ, una mesa que viene reuniéndose de forma periódica. Eran el gremialista anfitrión, Víctor Santa María, también jefe del justicialismo porteño; el ex jefe de gabinete Alberto Fernández, y los diputados Agustín Rossi, Felipe Solá, Daniel Arroyo y Daniel Filmus. A ellos se les sumó el ex diputado bonaerense Fernando “Chino” Navarro. A lo largo del encuentro se fueron viendo más caras y escuchando más voces.

Entre las presencias hubo que anotar al ex senador e integrante de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) Juan Manuel Abal Medina; al titular del PJ bonaerense Gustavo Menéndez; a la diputada Cristina Álvarez Rodríguez y a la ex candidata a senadora Florencia Casamiquela, quien integró la boleta junto a Florencio Randazzo en los últimos comicios. 

En los salones de la UMET también se pudo ver a algunos intendentes bonaerenses: Leo Nardini (Malvinas Argentinas), Fernando Gray (Esteban Echeverría), Juan De Jesús (Partido de la Costa) y Gabriel Katopodis (San Martín).

Aunque convocado desde la CABA, el encuentro contó con la asistencia de varios representantes del peronismo de todo el país. Entre ellos estaban el presidente del PJ Nacional, el diputado y ex gobernador sanjuanino José Luis Gioja; el ex gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri; el diputado nacional por Mendoza Guillermo Carmona. El abogado Héctor Recalde, ex jefe del bloque del FpV en la Cámara Baja, fue otro de los asistentes. Quizá el único faltazo que se lamentó fue el del gobernador de San Juan, Sergio Uñac.

Como integrante de la denominada ‘liga de los gobernadores’, Uñac hubiera encarnado al peronismo del Interior que por razones de gobernabilidad y gestión debe tratar todo el tiempo con el ministro del Interior macrista, Rogelio Frigerio. La ausencia del mandatario sanjuanino fue festejada por el Gobierno y los medios de comunicación ligados política y/o comercialmente al PRO.

La voz del federalismo, en cualquier caso, estuvo representada por el gobernador de San Luis. “El Alberto” se encargó de hacer el último discurso y, si la intención era ponerle un poco de picante a la jornada, no defraudó. Rodríguez Saá compartió el panel de cierre junto con el merlense Menéndez, Álvarez Rodríguez y el rector de la UMET, Nicolás Trotta.

“¿Cómo le vamos a decir al pueblo peronista que no hay 2019? Porque la gente viene al peronismo a depositar sus sueños. Y en el año pasado algunos dirigentes hicieron circular la idea de que el peronismo recién podría disputar la Presidencia en 2023. Eso estaba generando un enorme desaliento. Por eso yo vengo a decir dos cosas: ¡hay 2019! Y, como decían los obreros el 17 de octubre de 1945: ‘¡queremos a Perón!’. Tenemos que decirle al pueblo que se viene un gran amanecer, no invitarlos a mirar por el espejo retrovisor”, fueron las palabras del puntano.

La exhortación de Rodríguez Saá a dar pelea estaba basada –racionalmente- en las dificultades y los errores que viene cometiendo el gobierno. “Como decía Napoleón, si el enemigo se equivoca, no le avisemos”, ironizó en un momento. Tras ese llamado a recuperar la iniciativa y la esperanza, el gobernador de San Luis coló uno de los mensajes claves de la tarde. Coincidió con quienes lo habían precedido en que por ahora no se deben lanzar candidaturas presidenciales (“cada uno tiene su candidato in péctore”) pero sí llamó a “establecer las reglas de juego” que se utilizarán para definir a la fórmula presidencial del peronismo y aliados. “Que podamos participar todos”, fue otra de las pistas que ofreció.

Se refería a la intención, que circula cada vez más en la dirigencia justicialista, de realizar una ‘gran PASO presidencial’ en 2019. Una primaria que permita competir a todos los sectores internos y que, al final del camino, determine un ganador.

En el peronismo se preparan para eso. Pero también saben que Cambiemos buscará la forma de boicotear ese mecanismo de reunificación. Parafraseando a los gurúes de la estrategia, el arte de gobernar en la Argentina sigue siendo unir a los propios y los cercanos y, en simultáneo, dividir a los adversarios.