Con la guitarra entre sus brazos, como siempre, Antonio Pecci, más conocido como Toquinho, confiesa que lo emociona volver a la Argentina a los 71 años. Se presentará el próximo 16 de junio en el Teatro Ópera, «así que ya estamos ensayando para no defraudar a tan grato público», asegura. Consagrado embajador de la música popular brasileña y con más de 50 años de carrera, regresará para repasar su extensa lista de clásicos, entre los que se encuentran «Acuarela», «Tarde em Itapuã» o «Samba de Orly»; son las muestras más conocidas de su poesía musical, pero habiendo grabado cerca de 85 discos y compuesto más de 500 canciones, la lista es mucho más larga. Tampoco faltarán canciones como «Garota de Ipanema», «Chega de saudade» y «Desafinado», entre otras emblemáticas de la bossa nova, ya que por haber iniciado su camino junto Chico Buarque y haber tocado once años junto  a Vinicius de Moraes, ya son parte ineludible de su repertorio.  

«Junto a María Creuza, trabajar con Vinicius nos permitió conocer muchos lugares y sentir que a cualquier lado que íbamos llevábamos a Brasil con nosotros. Por eso yo siento que ciudades como Buenos Aires son para nosotros una extensión de Brasil, aún lo sentimos así. O más bien cuando estoy ahí, me siento casi un porteño, tanta es la intimidad adquirida a lo largo de los años con el pueblo y sus costumbres que lo siento muy cercanos», dice. «La calidez humana es contagiosa en ambos pueblos. Vibramos en el mismo diapasón con la buena comida, con las mujeres bonitas, con el fútbol y con la música, claro. El cariño que recibo aquí es el mismo que recibo ahí», admite el cantautor paulista que tiene otro disco en camino, el que está trabajando con el autor chileno Antonio Skármeta. «Tenemos ya 12 canciones hechas, en castellano, y esperamos encontrar el momento para grabarlo», asegura.

Toquinho realizó más de 10 mil conciertos en todo el mundo, pero su rutina sigue siendo la del joven que comenzó a los 14 años a tocar la guitarra. «Perdura en mí la sensación de una constante renovación y de un continuo perfeccionamiento. Cada año se robustece en el siguiente y las décadas se diluyen en el descubrimiento de nuevas técnicas y en la extensión del vigor ampliado por las conquistas y los éxitos. El tiempo no apaga lo que nos arde en el alma. Esta larga trayectoria sólo puede alcanzarse con mucha dedicación», cuenta desde Brasil Toquinho. Se considera un artesano, y la música será siempre una llama que enciende su dedicación al instrumento. «Me encanta lo que hago. La guitarra me da equilibrio en la vida. Estudio muchas horas cada día y eso redobla mi placer en los escenarios haciendo música para el público. No hay como parar, mi descanso es el trabajo de mi arte».

Para el guitarrista, un rol clave que lleva a delante como emblema de la música brasileña es preservar la cultura ante problemas socioeconómicos de países como los nuestros. «Siempre digo lo mismo. La propia cultura se transforma ante los problemas. Y es esa transformación que permite la resolución de esas dificultades que enfrentan sociedades complejas como las que vivimos en Sudamérica, pero que no son muy distintas a las del resto del mundo. Siempre habrá problemas y diferencias pero nosotros debemos seguir haciendo música», afirma.

Siendo uno de los músicos más respetados y admirados de su país, Toquinho siente que el hecho de que así sea, sólo «aumenta mi responsabilidad ante esta admiración. Trabajo siempre con más ahínco y dedicación, respetando y agradeciendo el interés del público por mi trabajo. Eso es todo». «