La mañana ya se anuncia histórica en el hotel argentino cuando la mediocampista Ruth Bravo intenta matar la ansiedad con una pregunta a Mariela Coronel: “¿Qué nos podés decir vos que sos una de nuestras referentes en un día tan especial como hoy?”. La santiagueña, que está disputando su tercer mundial, mira y piensa. La delantera Yael Oviedo también espera la respuesta de La Vieja, como le dicen sus compañeras.

-Que jueguen tranquilas. El objetivo ya está cumplido- responde la futbolista que en pocas horas cumple 38 años.

En los alrededores de la estación de metro de Saint Cloude las hinchadas se mezclaban en un azul-celeste-blanco que tiñó las caras y las calles. Hasta que la amenaza de tormenta se volvió chaparrón furioso y corrió la pintura  y obligó a buscar refugio bajo los techos del estadio. Después de la entrada en calor, el preparador físico Osvaldo Conte dio como siempre una charla. Agustina Barroso, la defensora central que juega en el Madrid FC, se fue al vestuario sin contener el llanto, abrazada por su compañera Gabriela Garton. En la previa lo había dicho en la conferencia de prensa: “Estamos trabajando para que se haga realidad poder pasar a octavos. Queremos hacer historia”. Ella misma después levantará los brazos mirando al público a los 85’ del segundo tiempo para que la hinchada aliente mientras la jueza coreana Ri Hyang Ok chequea el VAR que le dará el penal a la selección.

Sí, porque el objetivo estaba cumplido desde mucho antes de entrar a la cancha pero las jugadoras querían ir por otro logro histórico: pasar por primera vez a octavos.

Con esas ganas entraron a la cancha las veintitrés jugadoras, con la certeza de saberse protagonistas de un cambio en el fútbol femenino. De que las nenas con las que salieron de la mano al campo de juego y las que las estuvieron mirando desde sus casas o escuelas en Argentina las tendrán como referentes.

Romper el planteo

La arbitra coreana Ri Hyang Ok pita el comienzo del encuentro y en la primera jugada, el equipo sale a decir: esta vez no vamos a quedarnos esperando que nos vengan a buscar. Ya lo había anticipado el director técnico Carlos Borrello durante la semana, el plantel iría a buscar los tres puntos desde el principio y sería más ofensivo. Entonces antes de salir al campo de juego rompió el esquema defensivo y cambió las fichas: Ruth Bravo como lateral derecho en lugar de Adriana Sachs, Mariana Larroquette de titular como volante acompañando a Soledad Jaimes y Vanesa Santana en el medio, en lugar de Miriam Mayorga.

La selección toca. Se anima. Se atreve. Y el público se entusiasma. Tiro libre que patea Florencia Bonsegundo. La defensora central Aldana Cometti recibe por la línea cerca del área y espera a Estefanía Banini. El partido es abierto y las dos hinchadas alientan. Argentina llega en los primeros diez minutos al área más veces que en los 180 minutos de los dos partidos anteriores juntos. Argentina quiere el partido. Quiere ese gol que no logra hacer en mundiales desde el 2007 frente a Inglaterra. Y Larroquette, que había pateado al arco una vez en cada uno de los partidos anteriores cuando le había tocado entrar, también lo quiere y lo busca de cabeza después de un centro de Bonsegundo. Travesaño. Le queda a la delantera Soledad Jaimes que patea y tapa la arquera Lee Alexander. Argentina es clara en lo que pretende. Pero el partido es abierto y en la jugada siguiente, Escocia recupera la pelota en mitad de cancha y mete la contra por el lateral derecho, Kim Little, una de las figuras escocesas que juega en el Arsenal de Inglaterra, marca el primer gol.

En el primer tiempo se asocian la capitana Estefanía Banini y Bonsegundo por la izquierda. Y prueba rematar de lejos Lorena Benitez . Y Bravo quiebra la cadera y avanza por la línea, animándose a encarar. Argentina juega.

La selección quiere esos tres puntos. Pero pierde.

Porque también los quiere Escocía, el equipo que viene de perder los dos primeros partidos contra Inglaterra y Japón, ambos por 2 a 1. El equipo que se apoya en Little, en Erin Cuthbert, en Caroline Weir y en Lisa Evans -jugadoras de la primera división de la liga inglesa-. Lo quieren las dirigidas por Shelley Kerr que están en el puesto 20 del ranking FIFA y que aunque es la primera vez que juega un Mundial tiene su mayoría de jugadoras en ligas profesionales, a diferencia de Argentina.

El segundo tiempo o la épica

Escocia, que terminó el primer tiempo llegando al área, sale con agresividad a buscar. Y a los 4 minutos del segundo tiempo Beattie marca el segundo y a los 24 Cuthbert sella el 3 a 0. Ahora sí la diferencia parece demasiado y el cansancio de los partidos anteriores, pesa. Pero Argentina lo quiere. Lo sigue queriendo. Y Milagros Menéndez, que entró en reemplazo de Banini a los 15 minutos, recibe el pase de Dalila Ippólito que había reemplazado a Soledad Jaimes, marca el gol del descuento para Argentina. Y la marplatense piensa en Siomar, su papá que le había dicho que haría un gol, que estaba desde la tribuna esperando el debut mundialista de su hija. Lo festeja y rápidamente agarra la pelota. Porque falta todavía y Argentina lo quiere. Ippólito es irreverencia. La más chica del equipo -17 años- demuestra su rebeldía en la cancha. Los cambios le imprimen vértigo y verticalidad al equipo. Faltan 9 minutos para que el partido se termine y Bonsegundo, que jugó los tres partidos enteros corriendo cada pelota, la controla y avanza y le pega. Gol. Gol de Argentina que sigue descontando.

La selección lo quiere tanto que hasta Cometti va al área rival a buscar el gol. “Me entró la locura de querer ganar”, dirá después en la zona mixta. Y ahí es cuando Sophie Howard le comete el penal. La jugada sigue y la jueza pide el VAR. Faltan dos minutos y Bonsegundo acomoda la pelota. Patea y la arquera ataja. Quedan ciento veinte minutos de intentar y seguir. Pero de nuevo: VAR. Y algunas jugadoras se abrazan afuera de la cancha, algunas se arrodillan en el campo de juego, y la hinchada alienta porque Barroso agita desde el mediocampo. Y ahora sí, la jugadora cordobesa patea al mismo lugar pero más fuerte. Y ahora sí: gol. Y ahora sí: la ilusión. Y la jueza adiciona cuatro minutos más. Y el partido lo termina Ri Hyang Ok de repente cuando las jugadoras argentinas todavía soñaban con un gol más.

Con este resultado, la selección argentina deberá esperar hasta la tarde de este jueves para saber si clasifica o no a los octavos de final. Ya no depende de sí misma, solo un empate entre Chile y Tailandia (por el grupo F)  y un empate entre Nueva Zelanda y Camerún (por el grupo E) permite que avancen de fase.

Pero como les dijo Mariela Coronel a Yael Oviedo y a Ruth Bravo antes del partido, el objetivo está cumplido. Ya hicieron historia. Y ellas lo saben. Y por si llegan a olvidarlo, la hinchada está para recordarlo. A la salida del estadio, bajo la llovizna que dejó la tormenta, más de cincuenta personas corean los nombres de cada una de las jugadoras, mientras las esperan salir. Las futbolistas suben al micro pero se contagian del agite y bajan. De uno y otro lado de las vallas del Parc des Princes cantan todas juntas: “A mi no me interesa en qué cancha juegues/ local o visitante yo te vengo a ver/ argentina soy y vos sos la alegría de mi corazón ”. Y ahí están Estefanía Banini y Dalila Ippólito comandando la banda de jugadoras que cantan y saltan y se abrazan.

“Desde el primer partido demostramos que estamos imponiendo un cambio maravilloso no solo en lo deportivo sino en lo cultural. Si mañana nos vamos, me voy con la frente en alta, orgullosa de mi equipo”, dice Bonsegundo.

Las jugadoras se suben al micro rumbo al hotel. Saben que el objetivo está cumplido. Están haciendo historia.