Un quiebre en un género que siempre hizo gala de sus atributos masculinos: Godless desembarcó en Netflix y oficia de western disidente. Por un lado encontramos todo lo que cualquier fanático ansía reencontrar: pistoleros a caballo, duelos, indios, polvo y paisajes donde la aridez geográfica se transforma en un todo descriptivo. La otra cara de la moneda, la que verdaderamente marca una diferencia, es la que transforma a Godless en una de las propuestas más atractivas del mundo de las series por haber dado forma al primer western donde las mujeres son ley. 

Bajo la dirección de Scott Frank y la producción de Steven Soderbergh, la historia se ubica en La Belle, un pueblo ficticio que quedó casi sin hombres por la explosión de una mina de carbón que sepultó a todos los trabajadores. Como resultado de tamaña desgracia, la comunidad quedó sólo habitada por mujeres viudas –salvo el sheriff del pueblo, su ayudante poco eficaz y algunos hombres de tercera edad– que tuvieron que salir a construir una nueva vida en un pueblo que es visto como una oportunidad comercial para ávidos capitalistas del siglo XIX. 

En Godless conviven la búsqueda de un fugitivo con un pasado cuestionable, una suma de dinero importante que bien podría emparentarse con un tesoro, un villano con delirios religiosos y relaciones amorosas entre mujeres totalmente naturalizadas. Todos estos elementos funcionan como componentes necesarios que sostienen punto a punto el andamiaje estructural de la serie. 

En el pack de personajes centrales, la figura de Mary Agnes McNue (rol interpretado por Merrit Wever) bien merece un apartado central. Se trata de una mujer con pocas pulgas y sin mucho interés por la reflexión cuando se trata de discutir con hombres que la miran de manera despectiva. En un pueblo donde las mujeres deben conocer del uso de armas, ella es una experta en la materia. Y en términos de modas prescinde de los típicos vestidos de corte Ingalls tan típicos del imaginario de época, adoptando en su lugar unos típicos pantalones de cuero y sombrero de cowboy con una 45 siempre a mano. En definitiva, lo que se dice toda una cowgirl de armas tomar.

«La primera vez que leí el guión me sentí sinceramente intimidada. Me preocupaban algunas cosas que son de una temática fuerte, como por ejemplo las escenas de amor entre las chicas. Más allá de eso, tuve que aprender a manejar armas, montar a caballo y esas cosas. Estaba bastante preocupada por lo que yo podría aportarle a una serie que desde un principio es un western de mujeres, lo cual es bastante particular. Agradezco a quienes confiaron en mí porque estoy muy satisfecha con mi trabajo, aunque en un principio no podía verme en un rol por el que finalmente quedé muy satisfecha», reveló Wever a la revista estadounidense Vulture. 

Ese rol del que habla la actriz es más que rudo. No fueron pocas las críticas positivas que sostuvieron la importancia y el peso de Mary Agnes en la historia escrita por Scott Frank. «Creo que mi personaje no fue fácil porque interpretar a una mujer ruda y ser creíble no es sencillo –detalló Wever–. La vida de ella se fue convirtiendo de un ideal pacífico a tener que lidiar con eternos problemas, así que ella no tuvo otra instancia que ser todo lo contrario a lo que alguna vez fue. Creo que fui muy consciente de esa instancia en la construcción del personaje y por eso lo tuve siempre en mi mente, en cada toma y situación a filmar. 

Había que interpretarla bien y creo que finalmente es lo que hice, más allá de la tensión en la interpretación de una mujer verdaderamente golpeada por las circunstancias». Si bien es novel la idea de una serie basada en la vida de agrestes cowgirls, Wever acepta que uno de los puntos más controversiales de Godless es el amor entre mujeres, algo que representa para ella otro de los puntos fuertes de la serie. «Creo sinceramente que esa parte del guión hizo que las escenas deban ser más creíbles de lo esperado. La relación amorosa de Mary Agnes no está la vista del pueblo de La Belle, pero los espectadores de la serie pueden seguirla paso a paso», concluyó Merrit Wever. «