El Mercosur atraviesa una crisis provocada por los gobiernos de derecha, que cumpliendo órdenes de EE UU están sometiéndolo a un stress que puede culminar en su desmembramiento. Inmediatamente después del No al ALCA en Mar del Plata, el gobierno norteamericano, en acuerdo con algunos otros y la derecha regional, comenzó un plan para lograr frenar la integración alcanzada, y si era posible volver a insistir con los diferentes tratados de libre comercio.

Ese plan tenía varios aspectos. El primero fue impulsar TLCs con varios países, ademá s de los que ya tenían. Alentar a México, Perú, Colombia y Chile a construir la Alianza del Pacífico (condición era tener acuerdos con los EE UU), que fue presentado como un modelo de integración económica diferente, alternativa al Mercosur ampliado que tiene como objetivo prioritario el intercambio comercial regional.

La segunda parte era hostigar a los tres pilares de la integración, Venezuela, Brasil y Argentina, sometiendo a sus gobiernos a todo tipo de ataque, desde la competencia feroz en lo comercial, hasta el espionaje a la presidenta Rousseff. Usaron a sectores conservadores judiciales y a los medios de comunicación hegemónicos, con un discurso calcado en contra de los gobiernos populares y siempre refiriéndose a las instancias de unidad regional despectivamente. También actuaron sobre otros países del continente que impulsaban un modelo político y económico similar. Hubo golpes en Honduras y Paraguay, intento de secesión de los estados del oriente petrolero en Bolivia, alzamiento destituyente de la policía en Ecuador.

Como tercer elemento se creó una derecha que pudiera enfrentar, desgastar y hasta derrotar electoralmente a estas expresiones populares que coincidían en su búsqueda de soberanía nacional y unidad latinoamericana. Aspectos que, obviamente, enfurecían al imperio. Una derecha nueva, sin continuidad con la antigua. Con personajes que vinieran de fuera de la política del mundo empresario, de la dirigencia deportiva (recordemos que Piñera fue presidente del Colo Colo, Macri de Boca y Cartes del Libertad del Paraguay ) con un discurso descontracturado, términos e imágenes elegidas con mucho cuidado y estudio, que se repiten hasta el cansancio (Cambiemos, Sí se puede, El equipo, Todos Juntos, Mirar al futuro). Con una hipocresía en el discurso total.

El triunfo de Macri facilitó el golpe a Dilma en Brasil, y ambos hechos posibilitaron que el plan del imperio para detener y revertir lo logrado se potenciara. Y se aceleró el objetivo: desmembrar el Mercosur, paralizar la Unasur y la CELAC. De eso se trata la negativa a otorgarle a Venezuela la presidencia pro tempore del Mercosur, que además de corresponderle por el Tratado de Ouro Preto ya la ejerciera de julio de 2013 hasta julio de 2014. Esa decisión está en línea con la demora y el intento de impedir en ingreso de Bolivia.

La integración fue una gran defensa para nuestra región en un mundo en crisis. Su comercio generó empleo y crecimiento. Nos dio presencia y autoridad en un mundo en crisis. Todo eso está siendo puesto en riesgo por priorizar el intereses de los EE UU, que es el gran beneficiario de esta situación de estancamiento y crisis.

Los gobiernos de Argentina y Paraguay y el interino de Brasil están actuando irresponsablemente al incumplir acuerdos internacionales y empujándonos a la incertidumbre, donde no queda claro, más allá del discurso del libre comercio, cómo se suplantará el modelo actual de intercambio comercial entre países cercanos y complementarios que venían teniendo una relación fluida y de conveniencia con los BRICS. Podemos estar caminando hacia una crisis en cada país y en la región de durísimas consecuencias y de difícil retorno.