Un joven pianista noruego que admira a Horacio Salgán y que como intérprete de tango siempre se sintió fascinado por el sonido único del bandoneón. De esta manera se define Håkon Skogstad, quien acaba de publicar el disco Two hands to tango, que presentará en el Festival de Tango de Buenos Aires, el viernes 17 de agosto a las 15 en la Sala de cámara de la Usina del arte, con entrada libre y gratuita.

Además de pianista, arreglador, docente y compositor, Skogstad nació en Trondheim (Noruega) en 1989 y se desempeña como solista y músico de cámara. Se especializa en música clásica y tango argentino y es frecuentemente galardonado y aclamado por la crítica. Se presentó en Argentina, Estados Unidos, Alemania, Suecia, Austria e Inglaterra y en toda Noruega.

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Como músico de tango grabó varios álbumes con las agrupaciones Tangueros del Norte, Tango Ensillado y Los Osos Polares, y tomó clases y realizó intercambios con músicos como Juan José Mosalini, “Cholo” Montironi, Cristian Zárate, Leonardo Sánchez, Pablo Ziegler, Osvaldo Montes, Marcos Madrigal, Mauricio Marcelli, Roberto Tormo, Per Arne Glorvigen y Horacio Cabarcos.

Grabado en Estados Unidos y producido por el músico argentino Pablo Aslan para su sello Avantango records, el álbum que presenta en Argentina reúne diez piezas del género en las que Skogstad despliega su gran nivel como intérprete, al que le agrega una sabiduría especial para encontrar el punto justo que le impida caer en el manierismo con que suelen encarar el tango muchos músicos de formación académica.

A obras reconocidas, como “Los mareados” (Cobián/Cadícamo), “Sentimiento tanguero” (Demare), “Tango del ángel” -homenaje a Leopoldo Federico y su orquesta- (Piazzolla), Felicia (Saborido), “Sur” (Troilo/Manzi), “El Marne” (Arolas) y “Canaro en París” (Cadarella/Scarpino), el pianista suma tres composiciones propias: la sensual “Milonga impromptu”, “Norte” y “Tristezas de un doble S» -Homenaje a Astor Piazzolla”.  Esta última es una extensa pieza en la que el espíritu piazzoliano emerge en diversas formas, desde las más profundas, representadas por el abundante uso del pedal y las notas graves, hasta las más dinámicas y explosivas.

En todos los casos el músico demuestra un acabado conocimiento de las características, tensiones y transiciones de cada tema y los encara con una mirada propia en la que predomina una de sus premisas estéticas: la de trabajar los arreglos y las variaciones desde una perspectiva asociada a la articulación que promueve el bandoneón en el tango.

De este modo, Skogstad reformula el uso del piano en el género y le aporta una característica absolutamente personal, a la que le agrega una interpretación técnica precisa no exenta de sutiles momentos de improvisación.

“Tocar junto a bandoneonistas y escribir para el instrumento como arreglador y compositor me ha inspirado a adaptar algunas de sus técnicas a mi propia interpretación en el piano”, dice el músico. Y esta búsqueda se evidencia en toda la placa, lo que le permite al joven pianista recrear con maestría el sabor y el espíritu del tango porteño desde la lejana Noruega.