Una nueva sigla se incorporó a la oferta de herramientas financieras por parte del Banco Central. Se trata de las Leliq (Letras de Liquidez), que la entidad monetaria suma a las extendidas Lebac (Letras del Banco Central) y a los pases para regular la cantidad de dinero en circulación.

Según la comunicación A-6426, la nueva letra se emitirá a siete días de plazo y está reservada a bancos y entidades financieras. La novedad con relación a los instrumentos vigentes hasta ahora es que se podrá operar con ella en el mercado secundario, es decir que quienes la compren podrán revenderla antes de que se cumpla el plazo, aunque sólo podrá ser adquirida por otro banco o entidad financiera. En un principio, según se informó, serán ofrecidas a 27,25% anual, aunque esa tasa puede modificarse más adelante.

Las Leliq buscan reemplazar a los pases pasivos a siete días, un título con el que el BCRA intentaba captar los fondos excedentes en poder de los bancos. No tuvo mucho éxito con esa receta. Según el último Informe Monetario Mensual del organismo, al 5 de enero los pases sumaban $ 63.989 millones, contra algo más de $ 1,14 billones en Lebacs. En la sede de la calle Reconquista confían en dos elementos para hacer atractiva a la nueva letra: la posibilidad de hacerse con el dinero en cualquier momento y que, a diferencia de los pases, su renta no estará alcanzada por el Impuesto a los Ingresos Brutos.

Como estos títulos se pueden suscribir a diario (son ofrecidos a través del Mercado Abierto Electrónico), también ayudan a evitar que los vencimientos se concentren en fechas que terminan convirtiéndose en verdaderos desafíos a la credibilidad del Central. Es lo que ocurre con las Lebac: la semana que viene habrá vencimentos por $ 398 mil millones y si una parte de los tenedores decidiera no renovarlas, podría poner una fuerte presión sobre el precio del dólar.

Aunque la Leliq puede aportarle mayor agilidad a la estrategia del Central de reducir el dinero circulante para combatir la inflación, sus características generan otros riesgos. Por un lado, la entidad emisora entrega buena parte del manejo de la situación al sector privado, ya que serán los bancos los que definan con sus suscripciones cuál será la liquidez del sistema y si habrá fondos para pasarse a la divisa o no; y por otro, seguirá alimentado el déficit cuasifiscal, que según estimaciones privadas durante 2017 alcanzó los dos puntos del PBI como consecuencia de los intereses que el BCRA abonó para reducir la base monetaria.