El periodista del medio cooperativo lavaca, Bruno Ciancaglini viajó a la ciudad de Mar del Plata para cubrir por tercera vez el último festival de cine internacional. Después de una fiesta organizada por la DAC (Directores argentinos cinematográficos), vivió “una película de terror” de violencia institucional, en la madrugada del sábado 26 de noviembre: fue esposado y detenido por la Policía Bonaerense, recibió gritos, insultos, amenazas y advertencias a lo largo de cuatro horas.

Ciancaglini al regresar a Buenos Aires escribió la crónica en primera persona y en presente, escena tras escena. El primer cuadro de situación: «Alguien propuso ir a la plaza Cristobal Colón a tomar una cerveza; ahí había un kiosko que vende alcohol toda la noche. Luego supe que en Mar del Plata hay ley seca, que después de las 22 solo bares y restaurantes pueden vender alcohol, pero ahí estaba, a la vista de todos, lo que por eso mismo no advertí que era la excepción a esa regla.»

Mientras Ciancaglini y el grupo de colegas conversaban, bajaron cuatro patrulleros de un auto, “de manera intimidatoria y a los gritos”. El crítico se presentó como periodista del festival, le explicó que no estaba bebiendo “ni molestando a nadie y que tenía derechos”. Logró además tomar una fotografía a una de las policías del patrullero. Esta referencia personal y acto de registro hizo que los policías del patrullero con patente OGG 882 se abalanzaran sobre el periodista y lo llevaran esposado hacia el complejo Vucetich, primero, y en forma posterior a la comisaría del Hotel Provincial. En diferentes momentos, el crítico de cine les explicó que no estaba tomando alcohol. No obstante, completaron el acta adjudicándole infracciones a los artículos 72 y 74, del régimen contravencional.

En su crónica, Bruno detuvo la cámara en cada descripción de actitudes y vejámenes a los que fue sometido en un sistema de detención con acciones de realismo violento: sarcasmo, ironías, indiferencias, “apretres”, insultos y amenazas hasta el temor que le tomase el cuerpo, dejándolo sin reacción ni circulación en sangre. 

A lo largo del relato, el periodista de lavaca aludió a partes de película que cubrió para su trabajo para reflexionar y preguntarse sobre lo que le sucedió aquella noche en la que se lo culpó sin controles de alcoholemias, pruebas y se le adjudicaron infracciones sin sustento.

En octubre de este año, en el barrio de Barracas de la CABA, Iván Navarro, integrante del medio gráfico autogestionado la Garganta Poderosa, sufrió represalias por haber denunciado a la Fuerza por torturas e intimidación. Los funcionarios de la Prefectura lo agredieron y amenazaron: “Ahora van a cobrar todos, por habernos escrachado en los medios”. La denuncia pública impactó en las redes por lo que el hecho de violencia institucional no pasó inadvertido. Hoy se investiga a los prefectos en una carátula por «apremios legales».

Para leer la crónica de Bruno Ciancaglini en lavaca podés acceder aquí.  

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