El 30 de marzo, con la aprobación de la Asamblea de Representantes y el sonido de fondo de los cantos en defensa de La Bombonera de un grupo de hinchas, Boca cerró la adquisición de los terrenos de Casa Amarilla, el paso previo al deseo del presidente Daniel Angelici de construir allí un «estadio-shopping», como denunció la agrupación Boca es Pueblo. Ocurre que en ese espacio, a principios del siglo XXI, la Legislatura porteña votó una ley para que se construyan viviendas sociales, a raíz de la Emergencia Urbanística y Ambiental de la zona. El gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad (2007/2015) no avanzó en ese sentido y, en 2010, por decreto, dispuso que se usaran para salud, educación y espacios verdes, y se los transfirió a la Corporación Buenos Aires Sur, una sociedad del Estado porteño que el año pasado abrió una licitación a medida de Boca, ya que los requisitos para presentarse fueron, entre otros, tener un mínimo de 500 integrantes, una antigüedad de diez años en la Comuna 4, un patrimonio de más de 100 millones de pesos y cumplir con normas ISO 9001. Era Boca o era Boca.

El espacio entre las calles Arzobispo Espinosa, Puerto de Palos, Wenceslao Villafañe, Martín Rodríguez, Juan Manuel Blanes y Almirante Brown, según detalló el sitio Big Bang News, Boca lo compró por 115 millones de pesos. El predio tiene 35.542 m2. Es decir, pagó 3235 pesos por m2, siete veces menos de lo que cuesta en la actualidad en el mercado inmobiliario. Además, sólo abonará el 5% al contado y el resto será financiado a 14 años. «Esta venta es ilegal e inconstitucional por varias razones. La Constitución de la Ciudad establece que la Legislatura apruebe las transacciones. Es decir, no se puede vender tierra pública sin aprobación de la Legislatura. La venta a Boca ni siquiera fue tratada», denunciaron desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad. «Quieren meter un estadio de 400 millones de dólares con dudosa inversión extranjera, una mole de cemento al lado de otra, con los problemas habitacionales que les trae al barrio, y la frutilla del postre es el proyecto de convertir al club en una sociedad anónima deportiva», agrega Claudio Giardino, contador y presidente de la agrupación opositora Boca es Nuestro.