Con la intención de develar lo cotidiano, un director cinematográfico tomó registro de la vida de un ser querido para dejar constancia fílmica del paso del tiempo. Eso puede observarse en La intimidad, la ópera prima de Andrés Perugini, estrenada el último jueves en el Cine Gaumont. El film indaga en la vida de Irene (la abuela del director), su muerte y el destino de sus cosas luego de una vida transcurrida en Germania, un pueblo rural en la provincia de Buenos Aires.

Antes de su debut local, La intimidad fue presentado oficialmente en el Figueria Film Art (Portugal) y en la 17ª Muestra Internacional DOC Buenos Aires, despertando muy buena aceptación, especialmente teniendo en cuenta el carácter iniciático de su realizador. «Esta fue una película que pasó por muchos años de preparación y eso se ve reflejado en el resultado final. Comencé a realizarla cuando era estudiante pero oficialmente tomó forma cuando mi abuela muere a los 99 años. La historia gira sobre ella, en su casa, donde pasó toda su vida. Lo motivante de filmar fue dejar constancia de su experiencia de vida porque ella tenía una forma de relacionarse con el mundo que se perdió, así que tuve como política registrar ese universo tan particular», dice Perugini.

A la distancia y luego de años de haber invertido tiempo en todo el proceso de filmación, el director sostiene que haber puesto el ojo en la vida de su abuela obedeció a una mirada de tipo antropológico: «Jamás sentí que filmarla fuera como un trabajo, aunque luego de su muerte armé un plan de rodaje para dar cuenta de todo lo que pasó después. Siento que esta propuesta pasa por una especie de lugar muy marcado relacionado con el antes y el después de la muerte que puede verse en pantalla».

Si hay algo que bien queda claro con las imágenes del film es la existencia de otros mundos ligados a épocas pasadas. Ahí es donde se imponen costumbres, prácticas y modelos sociales históricos bien definidos. «Como realizador se me ocurrió hacer un rescate del tiempo, y tal vez por eso la película se abre a otras miradas luego de la muerte de mi abuela. Al comienzo su vida queda bien expuesta cuando relata sus días en el campo ordeñando vacas, los bailes de adolescente y los pretendientes. Lo que ella relata son como retratos de una época que nos hace dar cuenta de costumbres perdidas».

En el marco de las nuevas políticas del Incaa (que postergan especialmente a los realizadores nóveles), Perugini no olvida las dificultades por las que pasó para concretar su debut como realizador y que supo esquivar con éxito para llegar a estrenar un film como La intimidad. «El cine en nuestro país es rico por su profunda capacidad para ofrecer multiplicidad de miradas y enfoques. Con el reciente plan de fomento del Incaa toda la diversidad estética de nuestro cine se va a perder en pos de una uniformidad. Ante este escenario sombrío, creo que todos los que hacemos cine debemos estar unidos y hacernos fuertes ante la adversidad que se viene, sobre todo para apoyar ciertas producciones que escapan de los cánones de exhibición que se esperan. En ese terreno hay muchas películas que giran en torno al mundo de los documentales que merecen ser respetadas y que corren un serio riesgo de no serlo. Muchas vías de financiamiento están paradas, especialmente para películas como la que hice. O, mejor dicho, el financiamiento apunta a beneficiar a productoras como Polka o canales como Telefe o El Trece. En mi caso, para poder promocionar esta producción tuve que recurrir a las redes sociales porque los medios formales de promoción son imposibles de abordar. Fue gracias a las redes que pude llegar a un público nuevo que quiere conocer otro tipo de propuestas», concluye el director. «