La casa de Joaquín Sorianello fue allanada el sábado 4 de julio de 2015, por la división de delitos informáticos de la Policía Metropolitana. El motivo fue una denuncia incómoda: él es un técnico informático que detectó una falla grave en el sistema y dio aviso a la empresa prestadora (MSA). La respuesta de la firma fue nula, mientras que el Gobierno respondió con la iniciación de una causa penal por daños, que incluyó el allanmiento. Un día después, se celebró en Ciudad Autónoma de Buenos Aires la primera elección de Jefe de Gobierno a través del voto electrónico.

La experiencia en el ballotage que ganó Horacio Rodríguez Larreta por escaso margen fue negativa. En la comuna 14, hubo más votos que electores. «En la Comuna 13 detecté, haciendo un conteo, que había 30 mil votos sobrantes. Después se explicó que cuando cargaron los datos se equivocaron con los totales de los electores, porque cruzaron los de la Comuna 1 con las de la 15. La empresa que cobró 151 millones de pesos, puso mal el único dato fijo que tenía que poner«, denunció en su momento Beatriz Busaniche, miembro de la fundación Vía Libre y docente de la UBA, quien calificó al sistema de la BUE como «un colador« que «tiene agujeros documentados«.

Sorianello tuvo que batallar en el terreno judicial durante un año, hasta que en agosto último fue sobreseído porque la Justicia entendió que el especialista en informática no ingresó al sistema informático de la empresa Grupo MSA «de manera indebida ni causó daño alguno, sino que, por el contrario, lo hizo para dar aviso a la firma de que el sistema de seguridad era vago y podía ser vulnerado con facilidad». En este fallo, la Justicia asegura que el sistema era vulnerable.

El sistema de Boleta Única Electrónica votado por Diputados y que debe resolver el Senado, de cara a las elecciones legislativas de 2017, aparece como más simple y moderno que el actual. La autoridad de mesa entrega al votante una boleta en blanco, que tiene un chip sin información. El votante inserta la boleta en una computadora que presenta las listas de candidatos. Luego selecciona su voto, que se imprime en la boleta y se guarda en el chip. El ciudadano puede verificar que su voto se haya guardado correctamente con un lector de chip que presenta la máquina y viendo la impresión. El primer conteo es provisional: se realiza con la información guardada en los chips. El segundo conteo es definitivo:se cuenta lo impreso en las papeletas para verificar que coincida con lo electrónico.

Parece simple. Sin embargo, no son pocos los especialistas en tecnologías que se oponen. El especialista en desarrollo y seguridad informática Emiliano Kargieman aseguró en una columna de Perfil que «el voto electrónico se sostiene sobre el fundamento infundado de que saber usar una computadora es lo mismo que dominar la tecnología de las computadoras. No lo es. Y la tecnología que no dominamos es la que se usa para dominarnos«. Kargieman asegura que con facilidad se podría saber a quién está votando cada persona, de manera tal que se rompería el principio de voto secreto. De hecho, así se demostró en Holanda en 2006, lo cual derivó en la baja del sistema.Javier Smaldone publicó en su blog un instructivo sobre cómo contabilizar múltiples votos usando una boleta electrónica convenientemente modificada, en el sistema vot.ar utilizado para Salta y CABA. Así de simple.

En Alemania, se implementó en 2005 y de bajó en 2009, cuando el equivalente a la Corte Suprema de Justicia lo declaró inconstitucional, al considerar que el ciudadano debe poder controlar todos los pasos esenciales de la elección sin tener conocimientos técnicos especiales. En Finlandia, se usaron en las elecciones de 2008. Fue un fracaso total y las mismas quedaron anuladas. Para 2010, se dio de baja el sistema. En Estados Unidos, se utiliza desde 2002 en algunos distritos que lo adoptan y lo descartan. En Venezuela, desde 2005, con el agregado de fuertes auditorías ciudadanas sobre el funcionamiento de las máquinas, tanto en la previa como en el día mismo de la votación.

En Reino Unido, se realizaron más de 30 pruebas piloto, sin que ninguna alcance un nivel de confianza satisfactorio. El principal problema radica en no poder garantizar que la mayor parte de la población comprende el sistema y el mismo no puede usarse para vulnerar derechos, ya sea la confidencialidad del voto o la propia falsificación de datos. El diputado del FpV Héctor Recalde resumió: «Ni siquiera lo utilizan los que venden el software, en Corea. Nosotros (FpV) hemos ganado y perdido elecciones, lo que demuestra que este sistema de elecciones funciona».