Cuando al reconocido director Peter Brook le preguntaron sobre las obras de Samuel Beckett, remarcó que luego de ver una de ellas, como en la tragedia griega antigua, el público es parte de una celebración, sale enriquecido y satisfecho, con el corazón más ligero, lleno de una alegría extraña e irracional. Eso es lo que sintió el multipremiado director Rubén Pires cuando decidió montar Esperando a Godot, hace cuatro años, sin conocer a fondo el universo del autor en cuestión. Pero se dedicó a investigar y descubrió que  el irlandés contaba con una selección de obras cortas, no tan transitadas y puso toda su energía en hacer de ellas su nuevo proyecto. 

La aventura ya es una realidad y se llama Hacela corta Beckett. Incluye seis obras breves en 65 minutos. Se trata de La Mecedora (una mujer se pone el vestido de fiesta de su madre y se echa a morir en su mecedora mientras recuerda sus días), Monólogo (un hombre sufre 30 mil noches de fantasmas), Va y viene (tres ex compañeras de estudios se encuentran a recordar su adolescencia), Ohio Impromptu (un solitario recibe noche a noche una extraña visita), Pisadas (una mujer de 40 años queda atrapada en un recuerdo de su madre) y Play (dos mujeres y un hombre dan su interpretación de un triángulo amoroso que les tocó vivir). 

«Para la puesta en escena elegimos una teatralidad que es la que Beckett propone, basado en las palabras, con una escenografía minimalista y un manejo de la luz sutil. Pusimos principal énfasis en la musicalidad de la palabra elegidas Nos interesa más que lo que se dice, qué pasa cuando se dice eso que se dice. Esto es teatro en estado puro. Provocamos un ámbito en el cual la conversación funciona como un irónico campo de batalla en el que transcurre la existencia», explica el director.

Para Pires el teatro es uno de los pocos espacios de reflexión que le quedan a los seres humanos. Sobre todo en tiempos de posverdad, donde el relato construye la existencia. El director también considera que Beckett va al hueso, pone el foco en la parte de la existencia más básica, en lo primario, sin vueltas, convocando al juego y al asombro.

Pires agrega: «A medida que fui conociendo más su teatro me di cuenta de que el mundo que creaba interpelaba de manera diferente, abría otros espacios. Beckett cuenta desde lo rutinario, no pone peripecia a los personajes, no hay héroes trágicos: construye instante a instante esa espera por la muerte que no es otra cosa que la vida.»  «

Hacela corta Beckett. Martes a las 20:45 en El Tinglado (M. Bravo 948).