El presidente de la Cámara Baja brasileña, Rodrigo Maia, del centroderechista partido Demócratas, celebró la votación con lágrimas en los ojos. En las calles de todo el país, miles de manifestantes protestaban contra una reforma que compromete el futuro de todos los trabajadores de ese país. Adentro del edificio del Congreso, 379 legisladores aprobaron una modificación a la ley de jubilaciones que, según las denuncia la oposición, fue lograda luego de que el gobierno de Jair Bolsonaro liberara no menos de 4300 millones de reales (unos 1200 millones de dólares) para «aceitar» el voto positivo de los más remisos.

Una suerte de Banelco a brasileña y a plena luz del día para la campaña de los legisladores y que según el mandatario, no viola ninguna disposición. Por cambios en el destino de los fondos presupuestarios similares, la presidenta Dilma Rousseff fue destituida en agosto de 2016, abriendo el proceso político que terminó con un exmilitar ultraderechista en el Palacio del Planalto. Paulo Pimenta, el líder parlamentario del PT, el partido de Lula da Silva, planteó una presentación ante la Procuraduría General de la República (PGR) en la que sostiene que el presidente cometió un crimen administrativo por la «compra de votos con dinero público». Su par del partido PSOL, Marcelo Freixo, dijo que acudirá al Supremo Tribunal para que se investigue la maniobra.

La normativa reformada –que en estos días será tratada en Senadores–, entre otros detalles, sube la edad mínima de retiro a los 65 años para los hombres y 62 a las mujeres y eleva los años de aportes. Actualmente es de 60 y 55 años respectivamente. Para el principal impulsor de esta reforma, el ministro de Economía, el neoliberal Paulo Guedes, esto permitirá un «ahorro» de algo más de 1,2 billones de reales (U$S 300 mil millones) en diez años.

Le emoción de Maia contrasta con la tristeza que se traslució en las calles ante el resultado de una votación que hasta el lunes parecía esquiva para el proyecto del gobierno. El dirigente, que tomó protagonismo tras el golpe contra Dilma y el encarcelamiento de Eduardo Cunha, nació en 1970 en Chile, donde su padre se había exiliado. Pero construyó a su regreso a Brasil una figura que contradice las razones por las que su familia se mudó para colaborar con el gobierno de Salvador Allende.

«Es un momento histórico», lagrimeó en su pupitre. «Todos hablamos de combatir privilegios y nuestro sistema de jubilaciones y de asistencia comete uno de los mayores errores que un sistema puede cometer. Por cada jubilado que está debajo de la línea de pobreza, tenemos cinco niños en esa situación. Estas reformas se proponen reducir las desigualdades, que es el objetivo de todos los parlamentarios aquí presentes».

Lo que está detrás de este apoyo fue en cierto modo develado por O Globo, un medio al que no puede caratularse de afín a la clase trabajadora. «Un día antes de la votación, el gobierno liberó 1,135 mil millones de reales (U$S 4.243.311.000) para el área de salud», señaló el martes, luego de consultar al Diario Oficial de la Unión, el boletín oficial brasileño. El diario agrega que según la ONG Contas Abertas, en los primeros días del mes Bolsonaro liberó 2551 mil millones de reales y desde enero otros 1773 mil millones.

No es que estos montos vayan a los bolsillos de los diputados, tienen como destino obras y proyectos en los estados o municipios a los que representen los legisladores. En todo caso, les permite hacer política usando dinero público para aprobar una normativa que no contaba con el beneplácito de la población ni de los sindicatos.

Otro dato destacable es que partidas recibieron un oportuno cambio de rumbo. Cerca de 1250 millones de reales habían sido asignados al programa Mas Médicos y otros planes de salud. Ese programa fue desactivado cuando Bolsonaro llegó al poder porque era el que financiaba a médicos cubanos. La falta de profesionales de la salud en los lugares que antes cubrían los que Rousseff había acordado con La Habana amenaza a diputados de regiones alejadas de los centros urbanos, que de este modo tal vez consigan que algún doctor atienda a sus votantes. «

Intercambio de hijos con Trump

Eduardo Bolsonaro integra el círculo más íntimo de su padre, Jair Bolsonaro, y es uno de los trols más activos en las redes sociales en favor del ultraderechista presidente brasileño. El más joven de los hijos del mandatario es diputado federal por San Pablo, por el voto de 1,8 millones de ciudadanos. En estos días se puede convertir en el nuevo embajador de Brasil en Washington. Entre las virtudes que ostenta para ocupar el cargo, según su padre, «sabe inglés y español y es amigo de los hijos de Donald Trump». Según el mismo candidato, «en mi juventud trabajé lavando platos con mexicanos y peruanos en una cocina cercada por la nieve en Maine y Colorado».

El anuncio comenzó como un trascendido que fue creciendo con las horas hasta que Eduardo Bolsonaro reconoció la oferta y aseguró que en la cancillería estaban de acuerdo. Fue entonces que otro trascendido vino desde Washington: que Trump, en un gesto de gentileza recíproca, analizaba nombrar como representante diplomático a Eric, el tercero de sus hijos.

Para Bolsonaro padre, que un hijo pueda servir como embajador no es para nada una muestra de nepotismo. Para lo cual exhibe los laureles de Eduardo. Que como graduado en Derecho por la Universidad Federal de Río de Janeiro y como parte de un intercambio estudiantil, el Worj Experience, estuvo en Estados Unidos en 2004 y 2005. Fue entonces que trabajó en un hamburguesería y se codeó con latinoamericanos que no estaban precisamente en plan de estudios.

En marzo pasado, cuando Bolsonaro hizo una gira oficial por EE UU: Eduardo lo llevó a la reunión privada con Trump en el Salón Oval de la Casa Blanca. Para el activista de la derecha neoliberal Steve Bannon, exasesor de Trump e impulsor de una internacional xenófoba, «Eduardo Bolsonaro llegará al puesto con conocimiento de los actores, de los asuntos y de las oportunidades». La noticia se conoció cuando el joven cumplía 35 años, lo que fue celebrado de un modo particular. Bolsonaro Junior recordó en esta ocasión que cuando su hermano Carlos fue elegido concejal en Río, «tenía 17 años. Cumplió 18 años en diciembre, tomó posesión del cargo en enero. Parece que el papá del cielo hace a la gente en el año preciso para cumplir con las edades mínimas en el futuro», dijo. Es que para ser embajador se requiere una edad mínima según la ley brasileña de 35 años. Y esa es la misma edad que, a su vez, tiene Eric, el hijo de Donald Trump y de la modelo checa Ivana Zelníček. Empresario dedicado al rubro del vino, tiene un viñedo en el estado de Virginia y acostumbra viajar seguido a la Trump Tower Punta de Este, donde algo de español utiliza. Casado con la periodista estadounidense Lara Yunaska, Eric Frederick creó la fundación que lleva su nombre y recauda fondos para el Hospital de Investigación Infantil San Judas de Memphis, Tennessee.

En cuanto a Eduardo Bolsonaro, en caso de que prospere su designación, debería renunciar a su banca de diputado. En principio, el canciller Ernesto Araujo no puso objeciones.

REFORMA

La nueva ley sube la edad mínima a los 65 años para los hombres y 62 para las mujeres. Actualmente es de 60 y 55. Además eleva los años de aportes.

MÁS MÉDICOS

El programa financiaba la llegada de médicos cubanos ante la falta de profesionales brasileños. Bolsonaro lo desactivó apenas asumió la presidencia.