Pasaron ya seis años pero Gonzalo Carlevalis –31 años, oficial de la Policía Bonaerense, encargado de la oficina de Judiciales de la comisaría de Balcarce– es capaz de reconstruir la noticia porque fue de las que dejan impresiones perdurables. «Cuando se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario –dice–, sentí que al fin alguien nos ayudaba, que por fin nos igualaban con cualquier otro matrimonio heterosexual de la Argentina. Todavía estaba en el curso de ingreso. Nunca me voy a olvidar: estábamos en la clase de Derechos Humanos y la profesora sacó el tema; se armó un debate muy fuerte; había compañeros que estaban a favor pero también muchos en contra.»

Franco Arco –27 años, sargento de la División Investigaciones de la sub DDI de la misma ciudad– asiente en silencio, compartiendo la emoción. «Yo trabajaba en un local y lo vi por televisión –recuerda–. Sentí alegría, porque antes de esa ley no se podía proyectar nada: te morías al lado de una persona y listo. Ahora nos podemos casar, podemos adoptar, podemos hacer un montón de cosas. Con Gonzalo aspiramos a formar una familia: dejar de ser sólo nosotros dos.»
Se casaron en el Registro Provincial de las Personas de Balcarce, enfrentaron la lluvia de arroz y se convirtieron en la primera pareja de hombres uniformados en firmar la libreta en el país, desde que el 15 de julio de 2010 se sancionó la ley de matrimonio igualitario. «Nunca ocultamos la relación: tanto Franco como yo tuvimos el apoyo de nuestros compañeros. Sí nos criticaron personas ajenas a nuestro entorno, pero fue una minoría. La mayoría nos deseó lo mejor», concluye Gonzalo. «