La profundización de la crisis económico-social y la apertura de un periodo pre-preelectoral, empujaron a la derecha de Juntos por el Cambio a hacer algo que era esperable: política.

No pocos análisis hablaron de “halcones” y “palomas” en la coalición, mediante la apropiación de esa rama de las matemáticas que es la teoría de juegos. Una disciplina que estudia situaciones estratégicas en las que los jugadores eligen diferentes acciones para maximizar sus beneficios e incluye el problema de la cooperación entre individuos de una misma especie para lograr un objetivo común.

De esta manera, la presidenta nacional del Pro, Patricia Bullrich, estaría en la avanzada de los halcones. Su último acto fue saludar al banderazo del jueves pasado en el que vio un “pedido para lograr una justicia diligente, mayor libertad e institucionalidad en nuestro país”. No se sabe cómo la táctica de agredir a periodistas como los de C5N entra en las coordenadas de esas nobles causas, pero la coherencia no es precisamente lo que caracteriza a la flora y fauna del Pro. El mismo Mauricio Macri reapareció para sumarse a esa fracción. El hijo de Franco Macri tuvo una comunicación vía streaming con el hijo de Mario Vargas Llosa y ambos, como buenos hijos de sus padres, intercambiaron algunos pensamientos (es una forma de decir). Entre una de sus afirmaciones, Macri convocó a las Fuerzas Armadas de Venezuela (o un sector de ellas) a impulsar un golpe de Estado. Y frente al banderazo, subió a su cuenta de Twitter una foto de las marchas y un elíptico “¡Libres!”

En el otro sector -el de las palomas-, estarían el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que viene colaborando con el Gobierno nacional en la administración de la pandemia, a quien el presidente Alberto Fernández calificó como “amigo” en el acto del 9 de Julio y quien, además, repudió la agresión a los periodistas en el Obelisco. También allí se incluye alternativamente a gobernadores del Partido Radical o, curiosmente, a referentes como Nicolás Massot. Durante el debate por la legalización del aborto, al que se opone con furia, Massot fue el autor de frases célebres como «no nos tiremos muertos por la cabeza» y también comparó la polémica sobre interrupción voluntaria del embarazo con las prácticas de la dictadura cuando dijo: “nunca en democracia nos animamos a tanto Juan (le hablaba a Cabandié, NdR), ni en democracia ni de otra manera”. Parece que en este caso, se equivocó la paloma.

Desde el punto de vista del análisis, toda esta construcción político-periodística no es reprochable. El problema comienza cuando muchos, desde el progresismo, convierten el análisis en estrategia. Esto conduce a alentar y hasta reivindicar a esos sectores, ocultar prolijamente sus lados b y, en última instancia, sumarse con mayor o menor consciencia a su blindaje mediático y político.

Es la teoría del “mal menor” aplicada al adversario. Aunque también pasa con quienes defienden a Sergio Berni entre los adherentes del Frente de Todos. Es el “facho” permitido y hasta “necesario” para que, supuestamente, los votos de derecha no se vayan “a la derecha”. Un halcón que, desde esta particular mirada, estaría jugando para los buenos. Mientras tanto, el secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires se pasea por los canales de TV y agita un discurso punitivista que sería la envidia de muchos de los dinosaurios que se manifestaron en el banderazo. La consecuencia inmediata y grave es que brinda impunidad discursiva a las descompuestas fuerzas de seguridad, mientras todavía nos estamos preguntando ¿dónde está Facundo Castro?

Como se ha dicho en infinidad de oportunidades, el mal menor, no pocas veces, es el camino más rápido hacia el mal mayor o en este caso: cuidado con que no te terminen devorando los halcones mientras estás alimentando a las palomas. «