La minera Cefa inició hace un año el desmantelamiento de su calera en Quilpo. El abandono de la actividad trae consigo la desaparición de todo un pueblo. Escuelas, iglesias y casas ya fueron demolidas. De los 70 trabajadores que quedaban luego de la última ola de despidos, tan sólo quedan 10 que ayudan a terminar con la tarea de dejar tierra arrasada.

“Esto no es un hecho aislado. Acá cierra una fábrica detrás de otra”, la simple descripción realizado por Gustavo Contreras, comunicador comunitario de Cruz del Eje, sirva para acercarse al panorama que se vive en sur de la provincia de Córdoba.

Uno de los trabajadores despedidos relató que “después de 12 años de trabajo en la Calera me despidieron y me dieron 300 mil pesos” y agregó: “A algunos compañeros con más antigüedad le dieron más, otro les dieron una casa en Cruz del Eje y efectivo y otros están en conflicto”.

Aunque no hay confirmación oficial, el terreno donde funcionaba la calera sería explotado por otra empresa que se dedica a la venta de áridos para la construcción.

Los lugareños le explicaron a Tiempo que desde los pueblos y las ciudades cercanas, como Cruz del Eje y San Marcos Sierra, viven el cierre de la Calera con angustia por la falta de trabajo pero también están aquellos que encuentran el lado positivo en el fin de las constantes explosiones propias de la minería algo para destacar.

A la hora de describir la situación laboral que se vive en esa zona del sur de Córdoba, Contreras asegura que en la zona «está todo parado». «Por la suba de los precios se frenó la construcción que era la principal actividad en San Marcos Sierra. Además, cierra una fábrica atrás de otra, no estamos aislado de lo que pasa en el resto del país”, explicó.

Los trabajadores de la Calera explicaron que si bien la empresa solo mantendrá la planta que actualmente tiene en San Juan, desde Recursos Humanos les informaron que no se les ofrecerá el traslado porque en esa sede también hay un proceso de “reducción de personal”

En tanto, el hecho más asombroso del proceso de abandono, según detallaron los habitantes de Calera Quilpo, fue el desmantelamiento de la Escuela Pública. “Los vecinos se llevaron lo que pudieron antes de que pasara la topadora, el ministerio de Educación ni apareció”, describieron.

Las historias se repiten por decenas. Niños nacidos y criados al abrigo del trabajo que generaba la Calera se quedaron sin escuela, sin casa y, sus padres, sin trabajo. Abuelos de 60 o 70 años que llegaron al pueblo hace más de 40 años obligados a dejar atrás su casa y su historia.

El pueblo que está a punto de desaparecer comenzó a crecer en 1940. Ese año se instaló allí el primer emprendimiento minero que llegó a emplear a 300 personas. Alrededor de la cantera, los hornos y la embolsadora se fueron haciendo casas para los obreros, jardines y escuelas para sus hijos y hasta una iglesia para los creyentes. En 1991 el pueblo tenía 338 habitantes. En el último censo, tan sólo 216. En 1994, la empresa quebró y fue comprada por Cefas SA. que se encargó de su explotación hasta hoy.