Luisa Gómez está desesperada. Sus tres hijos de 7, 9 y 11 están a punto de perder el año escolar. Desde febrero esperan que alguna escuela de Florencio Varela los tome. Están en lista de espera y no advierten una solución en el corto plazo.

Luisa, de 28 años, y su marido, de 24, vinieron de Ushuaia donde ambos pasaron gran parte de su vida. Si bien la mujer nació y vivió los primeros años en el sur del Conurbano, su familia se instaló en la ciudad más austral del mundo cuando ella era apenas una pequeña.

“No volví más hasta ahora. Me tuve que ir del sur porque mi papá vendió un terreno y una casa donde vivíamos, así que vinimos a probar suerte acá donde tengo muchos primos y tíos”, contó la joven a Tiempo, cuya familia finalmente logró comprar un terreno en el barrio La Carolina, en la localidad de Ingeniero Alan, en Florencio Varela.

En la Patagonia, la pareja supo hacer de todo. Ella fue desde bachera en un restaurante, hasta portera en una escuela “gracias a uno de los planes del gobierno”, aclaró. Él, trabajaba en la caja de previsión social de la policía. A poco de llegar, el marido de Luisa consiguió un lugar en una distribuidora pero ella, al no poder dejar solos a sus hijos, todavía no salió a buscar trabajo.

“Cuando empezaron las inscripciones fui a todas las escuelas de barrio. Me fueron pateando de una a otra, hasta que en la 35 me anotaron en la lista de espera. Me dijeron que vaya cada tanto a averiguar pero todavía no pasó nada”, se quejó Luisa.

La mujer se acercó por última vez a la escuela, sin suerte, hace una semana. Mucho antes, había ido al Consejo Escolar de Florencio Varela donde tampoco resolvieron el problema. A todo esto, Luisa teme que le quiten la Asignación Universal por Hijo que cobra por los tres chicos. En total, representa unos 3500 pesos que suman a los gastos cotidianos de la familia. “Si no puedo comprobar que los chicos van a la escuela me pueden sacar ese beneficio y no sería justo”, concluye.