El discurso de la oposición venezolana nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), es que el gobierno de Nicolás Maduro convocó a la Asamblea Nacional Constituyente para «perpetuarse en el poder». Este discurso es tomado, tanto por la dirigencia internacional como por la prensa antichavista, incluso en Argentina. Sin embargo el proceso habilitado por los artículos 347, 348 y 349 de la Constitución Bolivariana promovida en 1999 por Hugo Chávez puede significar para Maduro un arma de doble filo. Un resultado favorable podrá permitirle su consolidación en el poder y la reafirmación de su políticas, pero nada de lo que decidan los 545 constituyentistas que son elegidos hoy pasará el filtro de la propia Asamblea y la decisión popular, tras un debate estimado en al menos seis meses.

Las reformas constitucionales propuestas y la revalidación o no de los poderes del Estado, si así lo deciden, serán sometidas a elección plebiscitaria. Por lo tanto, cualquier intento de «perpetuarse en el poder» debería ser sometido a votación de todo el pueblo de Venezuela. Lo cual podría resultar una derrota que signifique, incluso, el final del gobierno. «Pero si es así, que sea por voluntad del pueblo y no de un grupo de facinerosos y la presión internacional», dice a Tiempo un alto funcionario chavista que prefiere la reserva.

Maduro lanzó la convocatoria a comienzos de mayo de este año, en un evento con invitados internacionales. Allí aclaró que lo hacía como única forma de pacificar el país, ya convulsionado desde que asumiera como presidente tras la muerte del fundador del chavismo. Entre los ejes propuestos, dijo que la nueva Constitución debería orientar a la nación hacia una «economía pospetrolera» que la liberara de la dependencia de la renta del crudo y generara una industria propia de insumos básicos. Venezuela es un país que importa la gran mayoría de sus elementos de consumo, razón por la cual las burguesías importadoras tienen una herramienta altamente eficaz –y perversa- para manejar la distribución a su antojo y crear situaciones de desabastecimiento, utilizando además la especulación financiera con un dólar paralelo que trepa a distancias siderales del oficial.

«La coyuntura que está viviendo Venezuela atraviesa una crisis económica, social, cultural y política. Este llamado es un espacio para poder encontrarnos entre las y los venezolanos, más allá de los partidos políticos, de las cúpulas, de las posiciones del Gobierno y de la oposición», afirma al sitio Nodal, Rigel Sergent candidato a constituyente.

La ANC motoriza al electorado en un proceso participativo, donde los constituyentes representan al «poder originario» que es «el poder del pueblo». El proceso no influye en el calendario electoral de este año (gobernadores) ni el del próximo (presidenciales), ni entorpece ni está por encima del Poder Establecido, que en Venezuela funciona en cinco instancias: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral. Es decir que la ANC no podrá suspender el funcionamiento del Parlamento, hoy de mayoría opositora, como pregonan quienes la rechazan, al punto de no haber presentado siquiera candidatos para hoy. Aunque no es la realidad de otros espacios opositores minoritarios que sí lo hicieron. «