Inspirada en el destino y la multiplicidad de lo fortuito, una obra se mete de lleno en las heterogéneas formas de pensar al trabajo y sus vínculos con lo social. En Anatomía de un destino -una propuesta teatral inspirada en La teoría del caos pero también en libros como Elige tu propia aventura– una profesional del mundo de la psicología es enviada desde España a nuestro país para realizar una ingrata tarea: despedir a empleados considerados prescindibles por su casa matriz. En ese contexto, Clara deberá luchar contra las emociones para imponer sus imperativos laborales en un país donde es observada como un verdugo.

Dirigida por Gabriel Fernández Chapo, Anatomía de un destino expone situaciones críticas pero también varios espacios para la risa y la aventura. “Como director, esta obra significa para mí un desafío. Había que investigar y a la vez amalgamar situaciones ficcionales. Nos llevó realizarla unos dos años aproximadamente pero lo logramos. Queríamos indagar sobre lo que significa actualmente el destino, el trabajo y las decisiones que uno toma; su impacto en nosotros y los demás. Para lograrlo era necesario tener a un espacio de expresión como el teatro”, dice Fernández Chapo a pocas semanas del estreno formal de la obra.

Entonces, llevar al teatro una historia que cruza lo social con lo temporal y a su vez con las risas fue algo no pensado pero que surgió sobre la marcha. “Esta obra nació por querer abordar una época. Hay tendencias que naturalmente me llevaron hacia el terreno del relato. Es algo que me gusta y lo asumo como un riesgo, así que el desafío pasa por contar bien una historia pero desde un lado no visto, poco explorado o directamente desde otro lado. Para Anatomía de un destino se me ocurrió construir una máquina poética que tiene muchos mundos”, aclara el director.

En esa construcción de geografías particulares, a Fernández Chapo los libros que se conectan con el imaginario actuaron como el cemento de la obra que estrenó hace pocas semanas. “Me acordé y pensé en textos como Elige tu propia aventura, fundamentalmente porque se conecta con ese imaginario donde todo puede pasar y porque esas situaciones también se pueden conectar con el espectador. La obra está escrita en segunda persona donde hay dilemas y decisiones, y a la vez caminos que se construyen para ser transitados. Esperamos que sean esos los que sean tomados por quienes vayan a ver la obra, sobre todo porque la protagonista no es solamente la que tiene que decidir sobre su futuro. Como individuos, nosotros siempre estamos tomando decisiones sobre algo que nos afectará en lo inmediato o en el futuro”.

Tomando algunos aspectos de la realidad para la construcción de su propuesta, Fernández Chapo acepta que conoció a personas con rasgos de la personalidad de la protagonista: “El conflicto de Clara pasa por subsistir en el sistema actual. Y por esa razón es más duro todavía porque todos tenemos deseos pero la vida nos lleva otro lado. Siempre hay casos de proyección que no se cumplen”, concluye.