Mientras la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner se alejaba a paso de hombre de los tribunales de Comodoro Py en el mismo auto blanco en el que había llegado casi tres horas antes, la multitud que la acompañó en la Avenida Antártida Argentina se hacía escuchar con insultos al juez Bonadío y con frases de aliento para la ex mandataria.

Mientras el auto que trasladaba a CFK avanzaba, hubo una pequeña escaramuza entre las fuerzas de seguridad que avanzaban con sus escudos y los miles de militantes que llegaron a los tribunales de Retiro para acompañar a la ex presidenta.

Forcejeando con los escudos de los gendarmes estaban, junto a los militantes, el diputado Horacio Pietragalla y el ex funcionario Martín Sabbatella que minutos antes compartían el palco con el diputado Andrés Larroque, el ex subsecretario de medios, Hernán Reibel, el ex ministro de Economía Axel Kicillof y el jefe de la bancada oficialista en diputados, Héctor Recalde, entre otros.

Los que asistieron se habían movilizado desde temprano y fueron ocupando las inmediaciones de los tribunales que ya estaban vallados. Jorge, que llegó 6.30, esperaba la llegada de Cristina trepado a un alambrado. Vino desde la zona sur del Gran Buenos Aires. “Tomé tren y subte. Tengo 78 años y estoy acá para bancar a Cristina”, asegura y cuenta: “Yo tenía 18 años cuando derrocaron a Perón. Milito desde toda la vida. Pero siempre vengo suelto”. A su lado, dos pibes de algo más de 20 años los miran y sonríen. “Nosotros venimos de San Martín, nos escapamos de laburo. Esto es puro agradecimiento”, explican.

Mientras Cristina estaba adentro declarando, afuera flamean las banderas y se suceden los cánticos. Unidos y Organizados, La Tupac, La Cámpora, Peronismo Militante, La corriente Nacional de la Militancia, la Martín Fierro, CTA, algunos sindicatos de la CGT como el que agrupa a los trabajadores de televisión o los trabadores de las curtiembres aportaron el color con flameadores y banderas.

A las 13 el sol asomó sin miramientos. Los militantes comenzaron a organizar una suerte de corredor para que la ex Presidenta pueda abandonar el edificio. “Compañeros armen cordón” gritó uno, y los pibes – y no tanto- se entrelazaron los brazos. Las remeras con leyendas se intercalaron. El pibe con la remera de Universitarios de José C. Paz,con la inscripción Hijos de Pobre, se mezcla con la de La Cámpora La Matanza y con la de Nuevo Encuentro.

Media hora después de que le corredor se armó, el auto que trasladaba a Cristina Fernández comienzó a transitar entre un mar de gente. A los pocos metros de dejar atrás el vallado, el auto se detuvo y la ex mandataria bajó a saludar. La marea se movía, se emocionaba, cantaba y soñaba con volver.