Venezuela tendrá hoy una jornada electoral clave en la que quedará delimitado un nuevo mapa político en el país. Con una participación estimada entre un 60% y un 65%, algo más de 18 millones de venezolanos están convocados a elegir a los gobernadores de los 23 estados nacionales. En la visión más optimista del gobierno –que pone en juego 20 gobernaciones– la elección puede resultar en un parejo 11 a 12 con su principal opositor, la coalición nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), aunque las encuestas difundidas auguran una derrota mayor para el chavismo. Las elecciones regionales iban a realizarse el año pasado, pero el Consejo Nacional Electoral las postergó para 2017. La fecha fue anunciada a mitad de año para el 10 de diciembre, pero la situación del país llevó a que se adelantaran para hoy.

En una Venezuela que aún sigue altamente polarizada el escenario es muy diferente al de hace meses. En el gobierno de Nicolás Maduro admiten que, si bien el resultado que esperan no es el ideal, «es mucho mejor de lo que podíamos obtener hace un año».

Después de cuatro meses de violencia en las calles, con decenas de muertes a diario por diversas causas, entre ellas aunque en menor medida por la represión o acción policial, pero también por riñas, saqueos que terminaron en tragedia, ataques aislados de provocadores o infiltrados; el gobierno de Nicolás Maduro pudo poner en marcha la Asamblea Nacional Constituyente, organismo consagrado en la Constitución Bolivariana, que fuera cuestionado por la oposición al punto de autoexcluirse del proceso electoral del 30 de julio. 

Hoy ese cuerpo de suprapoder está tomando decisiones cruciales para el futuro del país, sin participación de representantes de la oposición más dura. El gobierno asegura que la ANC llevó tranquilidad a la población. De alguna manera, a pesar de que la percepción sobre la gestión madurista no es positiva para un amplio segmento, el pueblo venezolano encontró un momento de calma, al menos temporal. Contribuyeron a eso el adelantamiento del cronograma electoral y la instauración de una nueva mesa de diálogo en República Dominicana que la oposición amenaza con abandonar pero continúa enviando representantes. Según fuentes oficiales, se decidió suspender el diálogo hasta después de los comicios regionales.

Estas fuentes consideran también que otro factor que incidió en la calma es la “evidencia” de la oposición de no poder constituir un factor de poder que no esté subordinado a la intervención internacional. También que la manifestación violenta terminó haciendo publicidad negativa. Finalmente, que dentro de la propia MUD hay disputas que no permiten conformar un bloque unificado de representación.

Más allá de esto, la MUD presenta candidatos en todos los estados. La principal atención estará puesta en los más populosos y de mayor actividad económica como Barinas, Bolívar, Carabobo, Miranda y Zulia, todos hasta ahora gobernados por el chavismo excepto Miranda, bastión del excandidato presidencial de la MUD, Henrique Capriles, quien apoya a su eventual sucesor Carlos Ocariz ante Héctor Rodríguez, joven cuadro en ascenso del chavismo. 

«Ante el desespero lo que abundan son las irregularidades, los obstáculos. El Estado más afectado por razones obvias, por obsesión, es Miranda», dijo Capriles, que se encuentra inhabilitado para ejercer cargos públicos por de diez años debido a supuestas irregularidades en su gestión.

La oposición afirma que el gobierno quiere que haya baja participación, ya que la apatía está mayormente en el sector que podría votar en su contra. Además señaló como un intento de evitar que muchos voten el hecho de que el CNE reubicó a miles de personas en nuevas mesas. Sin embargo, Maduro hizo una arenga sostenida en los últimos días. Llamó incluso a votar «contra el imperialismo, el intervencionismo y las sanciones impuestas por el gobierno de EE UU contra el pueblo venezolano» y en apoyo a «la Asamblea Nacional Constituyente». EE UU había puesto en duda en un comunicado «la legitimidad del proceso electoral», lo que motivó la crítica respuesta de la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, quien señaló que cerca de 70 personalidades participarán como acompañantes internacionales junto a 1240 observadores nacionales «con amplio nivel de acceso para el desarrollo de su actividad».«