Con la decisión de retirarse de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el gobierno de Venezuela jugó una carta decisiva que puede dar a Nicolás Maduro la bocanada de aire que le permita capear la grave crisis social y económica que atraviesa su país. Por un lado, la salida se anticipa a cualquier sanción, suspensión o determinación contra Venezuela, como la aplicación de la Carta Democrática. Por otro, deja –al menos momentáneamente– sin aliados internacionales a una oposición que en estos días no supo –o no quiso– declarar sobre el tema y se limitó a la convocatoria del sábado para saludar por su cumpleaños al dirigente opositor Leopoldo López, detenido acusado de instigar crímenes en el marco de una manifestación en 2014. Pero además, puede motivar a que otros países amigos apoyen e incluso emulen la decisión. Algo que sin dudas se debatirá pasado mañana cuando se convoque la reunión de urgencia de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) en Salvador, convocada por Venezuela, que buscará ahora sostenerse en ese órgano, tanto como en Unasur y ALBA. Hay expectativa en ese sentido por las declaraciones de Ecuador y Bolivia.

En un duro documento que fue remitido a última hora del viernes, Maduro comunica y fundamenta el retiro. «La OEA se ha convertido en vehículo de intervenciones abiertamente lesivas de los principios y del Estado de Derecho Internacional», escribe. En la nota, a la que Tiempo accedió en forma total y exclusiva, se dirige en forma directa al Secretario General. «Ha ejercido usted, señor Luis Almagro, la peor de las actuaciones jamás conocida en la historia de esta organización. Los tiempos por venir lo destacarán como el más infame y triste funcionario que haya deambulado por ese organismo», dice.

El punto de inflexión se produjo el pasado miércoles, cuando 19 de los 35 estados aprobaron la convocatoria de una reunión de cancilleres para discutir la crisis política en Venezuela pese a la oposición de ese país. Como consecuencia, la canciller Delcy Rodríguez anunció que Maduro le había dado la orden de iniciar el procedimiento para dejar la OEA. Más allá del impacto político de esta decisión, existe ahora un orden institucional que demorará dos años hasta cumplirse la salida definitiva.

Ante este retiro unilateral sin precedentes, el secretario General se limitó a decir que «la salida no es la solución, lo es la redemocratización del país». El uruguayo Almagro ha sido un habitual receptor de las demandas de la oposición más radicalizada en Venezuela y uno de los promotores, con mayor énfasis en las últimas semanas, de instalar la idea de que solo se resuelve la crisis adelantando las elecciones y abriendo un canal de intervención externa alentada hoy por la mirada de Donald Trump en EE UU.

«Con energía también hemos denunciado el doloso plan de intervencionismo y tutelaje que va mucho más allá de la intención aviesa de derrocar a mi gobierno, sino de manera histórica procura destruir el modelo bolivariano, amedrentar a otros estados miembros y promover formas novedosas y destructivas de agresión a mi país», dice Maduro en su carta que firma de puño y letra: «¡Con Bolívar y Chávez venceremos!.» «