Bien dicen que el Tratado de Versailles, que se había promocionado como el fin de una guerra que iba a ser el fin de todas las guerras, en realidad dio inicio a una guerra sin fin.

El acuerdo firmado en marzo de 1919 tras la rendición germana, determinó que toda la culpa por la guerra había sido del Reich y por lo tanto debía compensar con dinero a los ganadores y además debía ceder territorios y recursos minerales. Alemania entregó toda su flota naval, aviones, armas pesadas y 25.000 ametralladoras y las ricas minas de carbón y hierro de Alsacia Lorena.

Se le permitió un ejército de 100,000 y una marina de guerra de 15,000, pero ninguna fuerza aérea, ni tanques, carros blindados, armas pesadas, dirigibles o submarinos. Solo unas pocas fábricas alemanas podían producir armas livianas.

El país quedó devastado y la moneda, el marco alemán, se depreció de una manera brutal, provocando la primera hiperinflación en el mundo moderno.

Alemania fue obligada a pagar 34.000 millones de dólares en marcos de oro, que se distribuyeron a Francia un 52%, ya que fue el escenario de la mayor parte de las batalles, el 28% a Gran Bretaña y el resto dividido entre Bélgica, Italia y otros.

El festival de bonos y pagos de deuda que se inició desde la firma del tratado da para otro artículo. Pero el historiador Mike Ferrer destaca que entre 1924 y 1931, Alemania pagó 36 mil millones de marcos a los Aliados, «de los cuales 33 mil millones fueron tomados en préstamo de inversionistas que compraron bonos alemanes emitidos por firmas de Wall Street. «Alemania utilizó ese dinero para pagar reparaciones a Inglaterra y Francia, añade Ferrer, quienes «a su vez los usaron para pagar los préstamos de los Estados Unidos».

Ese fue el caldo de cultivo para que las movidas de un oscuro es cabo del ejército austrohúngaro, Adolf Hitler, comenzaran a prosperar desde la conservadora Baviera, a partir de 1922. Ideas de supremacía aria y antisemitismo que si bien no eran nuevas, encontraron nuevo cauce en la situación de la clases mas bajas de la sociedad germana.

La culpa de su pobreza y falta de expectativas era por el papel que cumplían los judíos y los extranjeros que estaban saqueando al país, decía el mensaje que pronto caló en la sociedad.

No tardaría ese cabo sin brillo en llegar al poder y construir una nueva batalla de esa guerra sin fin, el 1 de setiembre de 1939, al ionvadir Polonia.