Nadie podrá negar que Gabriel Julio Fernández Capello recorrió un largo camino. Desde el fervor imberbe de Los Fabulosos Cadillacs que sacudió la escena rocker de los ’80 –capaz de hacerle un desplante al Gobierno de Raúl Alfonsín por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final– hasta refundarse ya pisando los ’00 como un solista sinuoso que se mueve entre lo mordaz y el entretenimiento para toda la familia. En el medio, al frente de los Cadillacs inventó un estilo inconfundible para cantar, fue cofundador del rock alterlatino, conquistó la región, pisó firme en EE UU y bastante más. Vicentico, entonces, es cosa seria aunque a los 56 años todavía parezca que no está del todo dispuesto a tomarse de esa manera. Acaso su tono algo adolescente –entre las explosiones de entusiasmo repentinas y cierta abulia melancólica– sean su secreto de la juventud.

Hace días lanzó el single «Cuando salga», una balada intimista y particularmente sencilla. «Caminar bajo el sol / Es lo único que quiero / Y salir de prisión / Escaparme de este encierro… Ojalá te encuentre cuando salga / En la soledad de la mañana / Sé que pronto va a llegar…». La letra puede sonar a una postal de los tiempos de coronavirus. Una plegaria para ahuyentar el virus, abrazar la vacuna y –por fin– reencontrarse con todo aquello que los cuidados sanitarios nos piden postergar. Pero no. Como la historia de la cultura popular suele demostrar, las canciones se escriben, y el tiempo y quién las escucha puede resignificarlas y darles un nuevo cauce.

«Cuando salga» es el tercer simple adelanto del próximo disco de Vicentico. Lo antecedieron «Freak» y «No tengo». La pandemia postergó la edición del álbum y su posterior gira de presentación. Al menos por ahora. Pero las circunstancias profesionales y sociales –que padecen la Argentina y el mundo– no parecen contrariar a Vicentico tanto como podría imaginarse.

En ese sentido, el cantante parece haber eludido con éxito neurosis y/o ansiedades personales para transitar estos tiempos con las dificultades lógicas, pero disfrutando lo que tiene para disfrutar.


–»Cuándo salga», tu nuevo simple, fue grabado antes de la pandemia, pero en este contexto parece encontrar nuevos significados.

–Sí, la grabamos el año pasado. Creo que en julio. Es una canción muy simple. Habla de un encierro y del anhelo de salir y reencontrarse. Pero cuando la escribí no pensaba en un confinamiento físico, como el que estamos viviendo por la pandemia para cuidar nuestra salud y la de los demás. Me refería a un encierro personal y mental, y a la necesidad de encontrar o llegar a cierta sabiduría. Es una idea o anhelo que me persigue hace tiempo. A pesar de que sé que nunca lo voy a lograr.

–Las canciones muchas veces se resignifican. Imagino que lo tuvieron en cuenta antes de lanzar el simple.

–Sí, cien por ciento. Lanzar «Cuando salga» como simple fue una idea de Damián (Amato), que es un amigo y presidente de Sony. Seguro que lo pensó. Es lindo que cada persona que escucha una canción encuentre su propio significado. Es algo que pasa mucho más seguido de lo que la mayoría cree. La canción para mí es como una búsqueda de salir de uno mismo, de soltarse. Pero después cada uno la interpreta a su manera.



–En el video tocás la guitarra con la cara tapada con una bolsa de papel. Me hizo acordar a un show que hiciste con Los Brujos en los ’90, en el que saliste disfrazado y la gente se dio cuenta que eras vos recién cuando te sacaste una máscara.


–¡Claro! Cómo olvidarme. Era un show de Los Brujos como teloneros de los Beastie Boys. Salimos a tocar todos disfrazados y los cantantes éramos Moska (2 minutos) y yo. Creo que hicimos «Kanishka». Cuando terminó el tema aparecieron los verdaderos cantantes de Los Brujos, nosotros nos sacamos las máscaras y la gente no entendía nada. Fue muy gracioso. El video tiene un poco de ese espíritu lúdico. Aunque mi cara se ve en un televisor. También tienen una onda a algunos dibujos animados de nuestra infancia donde aparecían o un gato o un perro con la cara tapada.

–Antes de «Cuando salga» editaste «No tengo» y «Freak». Son todos temas muy diferentes entre sí, pero que van a salir en el próximo disco. ¿Qué dirección tiene el álbum y cómo se va a llamar?

–El disco ya está grabado desde el año pasado. Postergamos la edición por el asunto de la pandemia. Es muy raro lanzar un disco y no poder salir de gira a presentarlo. Todavía no me lo imagino. Puede que todo esto se demore más de la cuenta y terminemos editando el disco antes de fin de año y la presentación en escenarios quedará para cuando se pueda. Sería un disco sólo para escuchar, por un tiempo. Puede ser. Veremos. El disco todavía no tiene nombre. Me estás haciendo pensar que estoy un poco colgado con ese tema… (risas). Los temas son bastante variados entre sí. Tanto en lo rítmico como en las letras. Creo que lo que une a todas las canciones es cierto sonido o idea de producción. El disco lo grabé en Nueva York junto a Héctor Castillo, qué es un ingeniero, productor y amigo. Con él había trabajado también con los Cadillacs y para la banda de sonido que hice para la película de Valeria (Bertuccelli, su pareja). Trabajar con Héctor es muy bueno porque nos entendemos y complementamos muy bien. Creo que no estoy siendo muy específico para describir el disco. Les pido a los lectores que sepan disculpar mi torpeza (risas).


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–¿Te sentís cómodo con esta nueva lógica del mercado que impone lanzar simples antes que discos?

–Me gusta, sí. Bah, en realidad, más que gustarme me parece que así funcionan ahora las cosas y no tiene mucho sentido darle vueltas. Cuando empecé en los ’80 con los Cadillacs grabábamos discos en cinta y cortábamos simples cada vez que podíamos. Pero bueno, más allá de los simples adelantos, me sigue interesando sacar discos. En este caso veremos cuando decidimos sacarlo. Pero antes voy a tener que encontrarle un nombre (risas).

–¿Cómo estás transitando la pandemia?

–Estoy en mi casa de siempre y tengo que confesar que, en lo personal, estoy disfrutando este tiempo. Comprendo perfectamente y no me olvido que mucha gente la pasa mal, obvio. Pero yo venía de muchos años de no parar. De hacer muchas giras, tocar todo el tiempo, salir de un proyecto y meterme en otro… Frenar, quedarme en casa, estar con mis seres queridos y escuchar un poco el silencio me está haciendo bien. Me agarró el berretín de andar en bicicleta y salgo todas las veces que puedo. Estoy para laburar en Rappi o un Pedidos Ya sin problemas (risas). Vi algunas postales inimaginables de la pandemia. Como la avenida Corrientes iluminada y completamente desierta: sin gente, autos, ni nada. Era una sensación increíble. Sentías una sensación muy rara entre la atracción  y el espanto. Eso fue hace unos meses. Ya no se ven avenidas desiertas y no creo que vuelvan a verse. Lo que no puedo entender es la desidia de muchos humanos. Y desconfío de la gente que no sabe ponerse el barbijo.

–¿Cómo vivís los shows por streaming?

–Raro. Los shows caseros me gustan un poco más. Tienen menos pretensiones y agregan un par de curiosidades. Pero los shows con banda, en un escenario y sin público son muy extraños. Cuando tocamos en el Cosquín disfrutamos el reencuentro. Nos reímos y tratamos de alejarnos para no contagiarnos nada (risas). Pero tocar en un escenario mirando a gente que no está… Es raro. No hay forma de hacer un show como antes. Creo que debemos inventar un género distinto. Disponer a los músicos, las cámaras y el escenario de otra manera. Buscarle la vuelta. Pero es una idea que me falta madurar.

–¿Sos de los que creen que la pandemia nos puede ayudar a ser mejores?

–No sé. Todavía no terminó. Uno de los problemas de la pandemia es la incertidumbre. No sabes qué va a pasar, no podés proyectar, y eso en mayor o menor medida te afecta. La pandemia nos va a dejar una huella profunda. No sé si como sociedad va a impulsar un giro de 180º. No creo. Pero al menos como persona siento que no puedo ser el mismo. Quisiera creer que todo esto nos va a ayudar a prestarle más atención a los demás. Pero no sé si sucederá.  «


En foco

«Cuando salga». Tercer single del próximo álbum de Vicentico. Disponible en todas las plataformas de streaming.


Posibilidad fabulosa

Los Fabuloso Cadillacs fueron una de las bandas más exitosas de Latinoamérica durante décadas. En el 2002 se separaron y el esperado reencuentro se concretó en 2008. No fue un regreso tradicional. Desde entonces los Cadillacs vuelven y se van, según sus propios términos y necesidades. Acaso esta modalidad asegure menos conflictos internos y le dé mayor sustentabilidad al grupo.

–¿Estás en contacto con estos muchachos los Cadillacs? ¿Hay posibilidades de un regreso?

–(risas) Hace muchos que no nos vemos por motivos obvios. Pero sigo en contacto con estos muchachos de los Cadillacs. Tenemos un grupo de WhatsApp y estamos al tanto de todos y de todo. Somos amigos desde hace mucho tiempo. Sería una estupidez que no lo hiciéramos. Este año teníamos programados unos shows en vivo, pero la pandemia nos obligó a cancelar todo.

–¿Hay posibilidades de grabar un disco nuevo?

–Hay posibilidades, sí. Depende de varios factores, pero nuestro espíritu es impredecible. La Salvación de Solo y Juan (2015) fue un disco muy loco, casi a contramano de su tiempo. Disfrutamos mucho hacerlo y salir a tocarlo por todo el mundo. Nunca se sabe. Pero tranquilamente pueden coincidir los astros, nos juntamos, armamos otro disco y salimos a tocarlo. O quizás sólo toquemos en vivo. Nunca se sabe. Pero la verdad que cada vez que nos juntamos es una fiesta: casi como un viaje de egresados.



Desidia y desinterés por el otro

La pandemia impactó profundamente las costumbres sociales. La falta de un tratamiento efectivo y de una vacuna obligó a que la mejor estrategia sanitaria sea el distanciamiento. Se trata de una medida lógica que busca proteger vidas, pero no todos lo entienden de la misma manera.

«No deja de sorprenderme –subraya el cantante–: Hay gente que todavía no se sabe poner el barbijo. ¿Tan difícil es acordarse de poner la nariz adentro? (risas) Ves esas cosas y no sabés que pensar. Y los que directamente niegan el virus ya están en otro plano de delirio. Si la gente fuera más responsable, respetara el distanciamiento y cumpliera todas las recomendaciones sanitarias estaríamos mucho mejor. Habría mucho menos circulación comunitaria. Pero hay corrientes de estupidez muy difíciles de entender. Comportamientos que van en contra de la sociedad. Pasa en todos lados. Debe ser un gen humano. Acá se habla mucho de la grieta… Esa palabra horrible que creo que inventó Lanata y parece que está para no pensar. El fenómeno de desidia o estupidez frente a la pandemia está en todo el mundo y es algo que no voy a poder entender nunca.»