Sobre el filo del plazo que impuso el juez del concurso, Fabián Lorenzini, los directivos de Vicentin presentaron este lunes el escondido balance contable de 2019, que debió estar en manos del juez desde marzo. Ese fue el último acto destacado de este directorio a que de inmediato presentó su renuncia. Con estas dos decisiones se libera el camino para que un fideicomiso organizado por los acreedores privados tome el control de la empresa.

Tal como señaló Tiempo en junio pasado, el balance era fundamental para entender cómo es que Vicentin pasó de tener un patrimonio de 500 millones de dólares en 2018 a otro de tan solo 33 millones en 2020, según las cifras que presentó la empresa al momento de solicitar la convocatoria de acreedores en el juzgado de Lorenzini en febrero pasado. Del mismo modo, el balance podría arrojar luz sobre un aspecto que marcó el principal acreedor de la cerealera, el Banco Nación: precisó en un informe que los bienes de cambio de la cerealera (stock de materias primas, bienes terminados y semielaborados) cayeron de U$S 714,3 millones en julio de 2019 a apenas U$S 10 millones en febrero de este año.

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El juez Lorenzini recién en julio intimó a la empresa a entregar el balance. Le dio 40 días hábiles. En el medio, KPMG, la firma que venía realizando esas auditorías, informó que ya no tenía más relación comercial con Vicentin. De allí que este estudio contable fue confeccionado por un bufete de Reconquista, la ciudad del norte santafesino sede del juzgado de Lorenzini y que es aledaña a Avellaneda, donde está la sede central de Vicentin.

En tanto, Lorenzini cuenta con otra herramienta para conocer qué pasó en Vicentin ya que está cerca de recibir el informe forense sobre el proceso de endeudamiento y la posterior caída en default. El estudio lo realiza Deloitte (competencia de KPMG) y fue pedido por el Banco Nación, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) y bancos acreedores de Europa y Estados Unidos.

Caras nuevas

En tanto, la renuncia del directorio de Vicentin, compuesto por 11 personas, apuntó a “aflojar tensiones” entre la firma y los acreedores y que haya “caras nuevas” en las negociaciones, según trascendidos con origen en el propio directorio renunciante.

Se espera que una asamblea de accionistas, a realizarse a mediados de octubre, elija al nuevo directorio. En el ínterin, habrá negociaciones entre los accionistas y los acreedores para conformar un fideicomiso alimentado por el flujo comercial de la empresa y en el que los dueños pondrían sus acciones como garantía de pago de las deudas.

Con todo, la constitución del fideicomiso no garantiza en absoluto la continuidad de la empresa. Al quedar al margen la presencia estatal, tanto de Santa Fe como el nacional, el control del fideicomiso podría derivar en la necesidad de desguazar la cerealera como mejor manera de cobrar las deudas. En ese punto será muy importante la opinión del Banco Nación, el principal acreedor.

El juez Lorenzini, en tanto, generó un trío de veedores cuya cuya tarea, entre otras, es notificar sobre la marcha de la situación financiera y económica de Vicentin, incluidos los planes de inversiones. Pero por los nombres que la constituyen difícilmente pueda arrojar una posición unificada sobre el ritmo de los negocios o las alternativas de producción para sacar a flote a la firma.

La suma del balance de 2019, el informe forense, el fideicomiso privado y el trío de veedores debería arrojar luz sobre el principal problema actual de Vicentin: determinar cuáles son sus activos actuales y por qué otros activos salieron de su patrimonio.

Hasta ahora en la convocatoria de acreedores se realizaron 1742 presentaciones, con reclamos por 34.000 millones de pesos, 1340 millones de dólares y 39.000 euros.

Existen serias sospechas de que el directorio renunciante de Vicentin habría desgajado buena parte del patrimonio de la firma, con la venta de varios de sus activos a empresas asociadas y firmas offshore, en un proceso de vaciamiento que duró varios años.