Baja por las escaleras que comunican las oficinas del primer piso con el hall del Teatro Roma. «Listo, ya estamos», dice con determinación. Ya está dispuesta para las fotos. Blusa blanca larga, botas con taco alto, Victoria Onetto (47) es actriz, conoce bien el mundo de los flashes. Sabe moverse en estas situaciones, imprescindibles en toda entrevista. Pero desde el 2 de julio pasado, Onetto es también la secretaria de Cultura, Artes y Producción de Espectáculos del municipio de Avellaneda. Una vez que el reportero gráfico hace su trabajo, que realza la belleza del teatro fundado en 1904 como una sala municipal de lírica, la flamante funcionaria invita a su espacio de trabajo habitual. Es un pequeño ambiente con ventanas a la calle, luminoso, con escritorio y unos estantes en los que se ven fotos familiares o con dirigentes cercanos. Algún objeto de diseño, como un Buda de color violeta haciendo la V. Lo que predomina, sin duda, es la presencia de Evita. Hay cuatro o cinco imágenes en pocos metros cuadrados. «Vos volvés a releer sus discursos hoy y toman una actualidad que decís: ¡no puede ser tanta claridad! Que haya enfrentado a la oligarquía sin ningún tipo de miedo. Y que se los diga en la cara», afirma Onetto cuando la conversación gira hacia la figura de la Abanderada de los Humildes.

Onetto recibe a Tiempo junto con su agente de prensa, Pablo, y una colaboradora de la Secretaría, Florencia. Ofrecen café, luego esperan en una sala contigua. La actriz que ingresó al centro de la escena con un protagónico en la versión criolla de Don Fausto, con textos del escritor Pedro Orgambide, vestuario de Renata Schussheim, música de Chango Farías Gómez y dirigida por Emilio Alfaro, cuenta que desde aquel momento «persiguió un sueño». Su ilusión, dice, era actuar en proyectos que le hicieran sentir lo mismo de aquella experiencia. «Don Fausto marcó mi vida no sólo profesional sino también personal», recuerda. Con la designación en Avellaneda su vida dio un vuelco. Ella lo llama «un viraje». Cuenta que la decisión está motivada por la actualidad política. Pero también, en cierto modo, por su propia historia personal. «La única manera de transformar una realidad que no te gusta es peleándola desde adentro. Bueno, eso es lo que estoy haciendo», explica casi al inicio de la entrevista, la primera que concede a un diario ya como funcionaria.

Uno de los primeros logros que adjudica a su gestión es el estreno de un ciclo de obras de teatro con perspectiva de género. «Bien de Mujeres», fue bautizado. Otro objetivo, acota luego, es que la Memoria, la Verdad y la Justicia sean «un tema transversal» para toda la política cultural del municipio. La biografía de Onetto está atravesada por la acción del terrorismo estatal. Su padre, Manuel Belloni, fue asesinado por la Policía Bonaerense en marzo de 1971, durante la dictadura de Rodolfo Levingston (que duró apenas ocho meses), en Rincón de Milberg, localidad de Tigre. Belloni, de 24 años, fue asesinado junto con otro militante de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Diego Ruy Frondizi, hermano del recientemente fallecido gremialista de ATE Marcelo Frondizi. «Yo soy hija póstuma. No conocí a mi papá, sólo por fotos. Mi mamá tenía a mi hermana de dos años y estaba embarazada de mí, de seis meses», revela. Hace unos meses, en el último verano, Onetto contó su historia por primera vez en TV. Fue en la mesa de Mirtha Legrand.

La entrevista arranca con un largo tramo dedicado a la irrupción del movimiento de mujeres y al debate legislativo sobre el aborto. Sigue por otros temas de la actualidad política. Onetto tiene una opinión muy dura sobre el gobierno de Cambiemos. «Están agrediendo y hambreando al pueblo argentino. Están dividiendo más a la sociedad. La grieta es inconmensurable. Cada vez tenemos menos y menos derechos», cuestiona. El diálogo incluye risas, alguna carcajada.

La actriz detiene varias veces sus respuestas para estirarse desde la silla, tomar recuerdos de su biblioteca y exhibirlos con alegría: como una foto de su abuela paterna, la actriz y dirigente de Montoneros Lili Massaferro, que la muestra junto al escritor Julio Cortázar y al exsecretario de Derechos Humanos del kirchnerismo, Eduardo Luis Duhalde. O un afiche original, arrugado por el tiempo, que reclama justicia por el crimen de Belloni y Frondizi. «Mi abuela y mi padre estarían muy orgullosos de que haya tomado esta decisión. De que ocupe este lugar. Creo que estarían orgullosos de lo que ellos siempre fueron, de lo que los caracterizó: la valentía y el coraje», asegura Onetto, que usa el apellido materno desde que un productor del ciclo televisivo Clave de Sol le aconsejó evitar la confusión que podía suscitar el B o V del Belloni de su padre. 

¿Cómo vivió el debate por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo? Esta semana se supo que murió Elizabeth, la mujer que intentó hacerse un aborto con un perejil.

–Lo leí en Página/12.

¿Cómo vive lo que pasó este año, hasta la votación en el Senado, respecto a los derechos de las mujeres?

–Como dentro de la pregunta está la lamentable noticia de que esta semana murió otra mujer víctima de un aborto clandestino debo arrancar diciendo que, con la negativa de un Senado retrógrado, aquellos senadores y senadoras que no estuvieron a la altura de los hechos, y de un acontecimiento para la historia, son y serán responsables de las muertes que se produzcan de acá al año que viene, cuando podamos volver a tratar la ley. Aquellos que no votaron a favor de esta ley votaron a favor del aborto clandestino. Eso hay que decirlo bien fuerte, aunar nuestras voces aun más. Lo que vivimos este año fue histórico, en el sentido de la movilización popular. Y demuestra que las grandes transformaciones se consiguen con la suma de pequeñas voluntades. Las que nos movilizamos, las que salimos a la calle, fuimos las mujeres. Sobre todo celebro la movilización de toda una generación nueva de mujeres, desde 12 años en adelante.

Algunos la llaman «La Revolución de las Hijas».

–Sí. La Revolución de las Hijas, la Marea Verde, la Revolución de las Mujeres. Es una revolución y es imparable. La única manera de seguir consiguiendo más y más derechos para las mujeres es a través de esta revolución popular. Saliendo a la calle. Y esto es imparable. Se generó una movida fantástica. Por ejemplo, las actrices tenemos nuestro colectivo, de Actrices Argentinas, que nos movilizamos por esta causa. Somos entre 300 y 400. Tenemos un chat que a veces arde, al que abrís y a veces tenés 380 mensajes. Hay comisiones. Estamos muy comunicadas y eso fue también algo a destacar dentro de la militancia como actriz. Se perdió una oportunidad histórica pero ganamos igual. Porque el tema está instalado en la gente. En los medios de comunicación masivos. Hay que seguir hablando, poniéndolo sobre la mesa, tratando de romper con estas lógicas machistas, patriarcales, tan arraigadas en nuestra sociedad. Con un pensamiento retrógrado e hipócrita. Es inevitable que vamos hacia ese lugar.

¿Por qué ser funcionaria en Avellaneda?

–Porque es territorio peronista. Y yo soy peronista. Cuando en 2015 perdimos las elecciones yo sabía que con un gobierno neoliberal la cosa se iba a poner fulera. Nunca imaginé que iban a ser tan cínicos, tan mentirosos y tan perversos. En 2016 ya hacía diez años del nacimiento de mi hija Eva y yo venía produciendo y realizando mis propios espectáculos teatrales. Entendí que podía ser hacedora teatral. Pero que también podía abordar problemáticas sociales a través del teatro: no sólo entenderlo como algo para entretener. Fue en ese contexto, y en el marco de la derrota, que decidí formarme. Por eso hice ese posgrado en Gestión en Políticas Culturales y Comunicación en Flacso. El director, Luis Alberto Quevedo, me dio la oportunidad. Porque cuando vinieron las primeras críticas por mi designación se preguntaban: «a ver, ¿qué carrera de grado tiene?». Claro, mi carrera de grado es portación de rostro. No tengo carrera de grado. Pero Flacso tiene un sistema que consiste en que un pequeño porcentaje de alumnos –cinco sobre 50–, si comprueba que se dedicó a la cultura durante toda su vida, entonces puede hacer el posgrado. Yo fui uno de los nombres de ese cupo. Y pude hacer el posgrado. Di mi trabajo final. Sobre el teatro como herramienta de transformación social con una perspectiva de género. Después, a principios de marzo de este año, me dije: «Lo quiero ir a ver a Ferraresi». Primero, porque lo admiro como peronista. Me parece un cuadrazo político. Es uno de los pocos que no se movió un ápice de su compromiso político, de su ideología. Cuando los vientos de derecha corren y soplan tan fuerte, tener ese coraje es admirable. ¿Por qué Avellaneda? Por todo esto.

–¿Cómo vive este momento en el que se quiere encarcelar a Cristina o inhabilitarla como candidata?

–Como otra opereta más y otro carpetazo de la derecha. Porque el momento social y económico es de una gravedad absoluta. Y la crisis se va a profundizar. En ese marco, sacan a la cancha lo de los cuadernos porque, la verdad, el malestar social es muuuy grande. Y, aparte, está plasmado en las encuestas, como lo refleja no sólo la imagen de Macri sino también la imagen de Vidal, que estaba completamente aislada, y a la que no le entraba ni una mosca. Pasó lo de Moreno (por la explosión de gas en la escuela que mató a la vicedirectora Sandra Calamano y al portero Rubén Rodríguez, NdR), se supo lo de los aportantes truchos. Ellos tienen todo el blindaje mediático y no tienen otra forma que seguir polarizando y seguir poniéndola a Cristina como la bruja. Pero Cristina no sólo no es una bruja sino que es la líder de un movimiento muy importante y que tiene el 30% de los votos. Cualquier peronista que quiera armar una opción para el 2019 es con Cristina. «