Desde el conflicto por Ganancias, la gobernadora María Eugenia Vidal viene haciendo equilibrio entre la Casa Rosada y el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, con quien mantiene un pacto de gobernabilidad desde hace un año. Esta semana, el peronismo también puso a prueba esa alianza al exigir, como condición para aprobar el Presupuesto y la ley impositiva 2017, la vicepresidencia de Diputados, un lugar prometido al massismo.

El debate de dos leyes clave iba a darse el miércoles, pero se cayó por las exigencias del peronismo que le pidió ese cargo -que tiene poder de firma- al ministro de Gobierno, Joaquín de la Torre, haciendo valer su condición de primera minoría, pese a estar dividido en tres bloques en cada Cámara. Cambiemos necesita sí o sí de sus votos para aprobar el endeudamiento, que requiere de los dos tercios de los votos.

Como ocurrió con el Presupuesto 2016, la situación más compleja para el oficialismo se da en la Cámara baja. Allí, Cambiemos cuenta con 28 legisladores y 2 aliados, el FR aporta 20, el FAP 4 y Peronismo Bonaerense 1, es decir 55 votos en total. Para llegar a los dos tercios necesita seis manos más y allí es donde entran a jugar los legisladores peronistas que suman 36 (17 FpV, 13 FpV-PJ y 6 Peronismo para la Victoria). En el Senado, Vidal necesita dos votos peronistas para llegar a la mayoría especial.

El estratega del PJ fue el ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien intenta posicionarse como el referente de la unidad y ubicar a un hombre suyo en ese lugar. La respuesta de De la Torre fue «no» y la negociación está estancada. En el Ejecutivo apuestan a los preacuerdos que ya venían avanzados con los intendentes del Esmeralda y el Movimiento Evita y que incluían fondos extra para municipios, una baja del endeudamiento y la titularidad y también un adjunto en la Defensoría del Pueblo.

Vidal y Massa acordaron hace un año un sistema de cargos rotativos que no está contemplado en el reglamento de Diputados: el trato fue que el Frente Renovador se quedaba con la presidencia, que hoy ocupa Jorge Sarghini, y Cambiemos con la vice, que está en manos de Manuel Mosca, y que en 2017 rotarían esos cargos. De esta manera, Mosca debe pasar a comandar ahora la Cámara y un legislador del massismo -Sarghini avisó que no continúa y el candidato más firme es Ramiro Gutiérrez- debería secundarlo. El planteo del peronismo puso en alerta al massismo que ya avisó que no dejará la presidencia hasta que no esté claro el reparto de cargos.

En Cambiemos aseguran que no está en los planes de la gobernadora romper con Massa. «No hay posibilidades de que eso pase», señalan en el entorno de Vidal. Y agregan: «No vemos que se encolumnen detrás de Randazzo. Ellos mismos no dan garantías de juntar los votos.» El pacto con Massa, más allá de que la relación fluctuó a lo largo del año, le garantizó a la mandataria la aprobación de leyes clave como la emergencia administrativa, en Seguridad y en Infraestructura.
Incluso después de la votación del proyecto opositor de Ganancias en el Congreso Nacional, un momento crítico, Massa y Vidal hablaron por teléfono. El diputado nacional le dijo que entendía si era presionada por Mauricio Macri a romper la alianza, pero la mandataria ratificó que todo seguía en pie. Cambiemos está confiado en que podrá romper la unidad peronista y sumar votos de los sectores más «dialoguistas» y, por eso, convocó a extraordinarias para el miércoles 21.