Con los amplios triunfos en Mar del Plata, La Plata y Bahía Blanca, la gobernadora María Eugenia Vidal confirmó que es la gran cosechadora de votos de Cambiemos. En esos tres distritos donde la mandataria decidió desde el principio bajar para fortalecer la baja performance de sus candidatos, la lista oficialista se impuso ampliamente, ratificando y superando los buenos resultados de las PASO de 2015. El único distrito que la mandataria no logró mantener fue en Quilmes, donde el cocinero Martiniano Molina no deja de tropezar en la gestión, y la lista de Unidad Ciudadana se impuso en la elección para todos los cargos.

En febrero el gobierno advirtió que las gestiones de las tres ciudades más grandes del interior provincial no hacían pie y podían hacer trastabillar la elección de agosto. El talón de Aquiles era Carlos Arroyo, el intendente macrista de Mar del Plata, que tras una floja temporada de vacaciones fue abucheado en público y alcanzó a registrar un rechazo de hasta el 70 por ciento. En La Plata, Julio Garro tampoco lograba descollar y en Bahía Blanca, Héctor Gay, enfrentaba problemas. Hacia esos tres distritos con pronóstico preocupante, Vidal apuntó sus cañones el resto del año: puso el cuerpo en actos y recorridas, y llevó obras. En el sur de la provincia en abril, anunció una inversión de 6000 millones de pesos en obras.

Con el 97 por ciento de las mesas escrutadas, en Bahía Blanca Cambiemos se imponía con el 45,5% sobre los 21,6% que cosechaba Unidad Ciudadana, dejando a 1País en el 13,18, en el tercer lugar. En esa ciudad, el randazzismo superó la media provincial y alcanzó el 8,45%.

Con esos números, el oficialismo amplió en siete puntos los números que obtuvo el intendente Héctor Gay y los candidatos a senadores proviciales en 2015, que cosecharon el 37,8% y 38,33%, respectivamente. En frente, el peronismo perdió cinco puntos, en relación a aquella elección en la que compitió como FPV.

«Los votos de nuestra ciudad, Mar del Plata y La Plata fueron decisivos en esta elección bonaerense», manifestó Gay al cierre de los comicios.

En Mar del Plata, con el 95,69% el partido de gobierno alcanzaba los 42,48%, dejando a UC en 26,64% y al massismo en 14,05%. Con esos guarismos, no alcanzó los 43,11% que cosecharon los candidatos legislativos hace dos años pero se mantuvo. Quien perdió fue Unidad Ciudadana que retrocedió más de cuatro puntos (había sacado 31,6%).

Vidal obtuvo el mejor resultado en La Plata, donde ratificó y amplió diferencias. Con el 94,73% de las mesas escrutadas Cambiemos consiguió el 41,02% de los votos y el Frente Unidad Ciudadana 26,06%. En 2015 había sido más parejo: los senadores que acompañaban al intendente Julio Garro se impusieron en las PASO con 34,62, sobre un 33,48 del FPV.

Si la performance en la elección que Cambiemos realizó en la provincia se debe a que Vidal se puso al hombro la campaña -desplazando hasta el ocultamiento al precandidato, Esteban Bullrich, e incluso al presidente-, con los resultados en las tres ciudades más grandes y complicadas en la gestión, la mandataria confirmó que es quien tiene los votos del oficialismo.

Sin embargo, el partido bonaerense de Quilmes sigue siendo una piedra en el zapato de Vidal. Ahí donde gobierna el cocinero Martiniano Molina, que arrebató la intendencia al Frente para la Victoria en 2015 y que ya está sumamente cuestionado, Cambiemos no logró mantenerse al frente en las urnas y cuando aún faltan contar el 5 por ciento de los votos, Unidad Ciudadana se imponía en la elección de todos los cargos.

Cristina Fernández de Kirchner sumó en esa ciudad el 37,35% de los votos, dejando a Cambiemos cinco puntos abajo (32,58), cuando todavía faltan contar el cinco por ciento de las mesas. Molina perdió también con su lista de concejales.