«Soy un espía, un topo, un hombre con dos caras». Con esta confesión comienza El simpatizante, la provocadora novela del escritor vietnamita Viet Thanh Nguyen, ganadora del Premio Pulitzer 2016. Se trata de una mezcla de thriller, sátira social y ficción histórica que revisa la tradicional mirada sobre la Guerra de Vietnam, que la mayoría de los mortales comparte por obra y gracia del espíritu hollywoodense. 

Como si fuera el doble agente de su historia, Nguyen describe la caída de Saigón pero también se permite hablar de su liberación. Apela a una filmación demasiado parecida a Apocalipsis Now para desnudar prejuicios y reflexionar sobre la propaganda en tiempos del cine. Sabe de qué está escribiendo. A su favor juega el hecho de que si bien nació en Vietnam, vive desde los cuatro años en Estados Unidos. Y como ocurre con el anónimo protagonista de la novela, California terminó siendo su hogar. La gran diferencia es que el escritor no dedica sus días al espionaje internacional sino a dar clases de literatura, escribir libros de historia y, muy de vez en cuando, a responder preguntas como las que le mandó Tiempo. 

–¿Cómo surgió la idea de El simpatizante?

–Había terminado una serie de cuentos y me propusieron una novela, algo que siempre quise escribir. Lo primero que vino a mi mente fue una historia de espías sobre la Guerra de Vietnam y sus secuelas. Quise hacer una novela divertida y, al mismo tiempo, que cuestionara lo que todos creen que saben sobre la Guerra de Vietnam. También quise poner al pueblo vietnamita en el centro del conflicto, porque para muchos son los estadounidenses los que están allí.

–Bueno, usted sabe que mucha gente conoce la Guerra de Vietnam por el cine.

–Miré casi todas las películas de Hollywood sobre la Guerra de Vietnam, un ejercicio que no recomiendo a nadie. Aunque para mí fue aun más doloroso porque me permitió tener claro que los únicos papeles que puede tener un vietnamita en Hollywood son los de una persona asesinada, violada, silenciada o rescatada. Esto pasa porque estas películas no son realmente sobre los vietnamitas. Cuando los americanos dicen Vietnam, se refieren a la Guerra de Vietnam. Y cuando dicen Guerra de Vietnam, se están refiriendo a la Guerra de Estados Unidos o su experiencia en Vietnam. Los estadounidenses recuerdan sus 50 mil muertos, pero saben poco de la muerte de los 3 millones de vietnamitas.

–Imagino su necesidad de publicar una novela como El simpatizante.

–Quise que mi novela descubriera que Hollywood es el ministerio no oficial de propaganda de EE UU. En una especie de venganza, puse a mi espía a trabajar en una de esas películas y, a través de su mirada satírica, me propuse mostrar los absurdos, hipocresías y racismo de Hollywood.

–¿Por qué eligió un thriller?

–Es muy sencillo, quería que la novela fuera entretenida. Amo las novelas de espías y los thriller. Conozco el género y lo adapté, aunque al principio no fue fácil, porque antes de su publicación la novela fue rechazada trece veces. 

–¿Considera una exageración que lo comparen con autores como Joseph Conrad, Graham Greene y John Le Carré?

–He leído todo de ellos y encontré inspiradora la forma en que combinan la política, la acción y las meditaciones del individuo atrapado en horribles acontecimientos históricos. Mi deseo es que mis novelas logren muchas de esas cosas, por eso no es una coincidencia que El simpatizante evoque de alguna manera El corazón de las tinieblas (Conrad), El americano impasible (Greene) y El espía que vino del frío (Le Carré).

–¿Qué quiso transmitir con el anonimato del protagonista?

–Los vietnamitas no tienen nombre en la imaginación occidental. Sus nombres son muy complicados para Occidente o son deliberadamente borrados, como ocurre en películas de Hollywood. La inexistencia de nombre en mi narrador evoca precisamente eso, aunque también representa a cada hombre que está luchando por su propia identidad.

–El espía de la novela aparece entre dos bandos, en una peligrosa dualidad profesional. ¿Acaso refleja algo personal?

–Es común que los espías de la literatura tengan problemas de identidad. Usan máscaras, responden a múltiples lealtades y, quizás, se confunden sobre quiénes realmente son. No pienso que esta situación sea más frecuente entre los vietnamitas en comparación con otros pueblos. Los refugiados, los inmigrantes y los exiliados experimentan este dilema mucho más, ya que a menudo se encuentran atrapados entre dos lados. Por lo dicho, el protagonista de la novela es un espía, un soldado que se convierte en refugiado.

–¿Por qué incluyó la filmación de una película que, es obvio, remite a Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola?

–El detalle de que aparezca un film es, en realidad, una sátira a todas las películas de Hollywood sobre la Guerra de Vietnam. No hay duda de que Apocalipsis Now es el principal film de este tipo, ya que personas de todo el mundo lo han visto. Absorben el punto de vista de Hollywood incluso cuando se oponen a EE UU. Irónico, ¿no? Pienso que Apocalipsis Now es un muy buen film, cuyo poder depende del silenciamiento del pueblo vietnamita. No molesta a demasiada gente que no sea vietnamita, incluyendo a muchos opositores a la guerra. Desde mi punto de vista, ese es un problema. Por eso, mi posición sobre el film no es sólo un tributo, sino también una revancha.

–Por lo que dice, y escribe, se desprende cuál es su opinión sobre los EE UU.

–Estados Unidos podría haber tomado partido a favor de los esfuerzos vietnamitas de libertad y descolonización, pero prefirieron intervenir en Indochina para intentar salvar el colonialismo francés. Esto se ajusta a un patrón que se repite a lo largo de la historia estadounidense durante el siglo XX, protegiendo y promoviendo los intereses estadounidenses a expensas de las naciones más pequeñas. Es importante recordar la Guerra de Vietnam, no por la guerra o por Vietnam, sino porque es sólo un episodio de una historia mucho más larga.

–¿Cree que los estadounidenses sienten algún grado de responsabilidad por Vietnam?

–Algunos lo hacen. Muchos no. Después de la guerra, el sentimiento dominante fue de culpa por una guerra mala y la lección fue que no debían repetirlo. Pero en las últimas décadas, creció el sentimiento de que fue una guerra noble que pudieron ganar. Hoy, el gobierno estadounidense y los militares miran la Guerra de Vietnam para obtener lecciones sobre las guerras actuales.

–¿Considera que su novela puede ayudar a que las nuevas generaciones sepan lo que realmente ocurrió?

–No. Aún la gente en Vietnam tiene conocimientos limitados sobre lo que pasó, por la censura informativa del gobierno. Y la gente fuera de Vietnam conoce la guerra por el cine. Esta novela revisita esa historia, de una manera vívida y desde la perspectiva de un vietnamita, un punto de vista que aún menos personas conocen.

–Usted ha sido una suerte de refugiado en EE UU. ¿Qué piensa sobre el drama que enfrentan hoy y la postura de Trump?

–Yo no soy una suerte de refugiado, soy un refugiado. O lo era. Muchos refugiados son consecuencia de los problemas de colonización e imperialismo que comenzaron hace décadas, y de los que se beneficiaron los países occidentales. Cuando la gente de esas colonias comenzó a aparecer, algunas reacciones fueron de miedo y odio. Eso es lo que Donald Trump y otros como él explotan. «