Virgilio Hernández es abogado y politólogo, y uno de los dirigentes de confianza del expresidente ecuatoriano Rafael Correa. Junto con él fue constituyente y dos veces diputado. Como otros cuadros de la Revolución Ciudadana, integró el Gabinete de Lenín Moreno como consejero de Hábitat y Ambiente, cargo al que renunció cuando se profundizaron las diferencias con el correísmo. Crítico de cómo Moreno está abordando la crisis en la frontera norte, considera que debe adoptarse una «estrategia integral que considere necesariamente a una población que está siendo invisibilizada».

–¿Cómo evalúa la reacción del gobierno de Lenín Moreno?

–Demuestra la falta de un conocimiento claro respecto de los temas de la frontera y de las respuestas que se deben dar. Se ha puesto en evidencia la improvisación, el desconocimiento. El mantener este libreto de responsabilizar sobre todo al gobierno anterior y no responsabilizarse de un deficiente manejo de la situación.

–El presidente atribuyó estos problemas a que, según dijo, durante el gobierno de Correa hubo permisividad con el narcotráfico y se desmantelaron las fuerzas de seguridad, ¿fue así?

–Durante el gobierno de la Revolución Ciudadana se invirtió en torno de los 1600 millones de dólares en el área de defensa, cuando en la década anterior se había invertido menos de 200. Y la inversión en la zona de frontera fue sin precedentes. Obviamente, no todos los problemas se enfrentaron y se solucionaron, porque las zonas de frontera y las pobladas mayoritariamente por pueblos afro o indígenas eran severamente castigadas. Pero el presidente está acostumbrado a decir cualquier cosa sin verificación alguna. Si es que ha existido esta permisividad, sería bueno que los comandantes digan si alguna vez recibieron una orden que permita el paso de droga o de elementos relacionados. Que les pregunte a sus propios ministros, porque su ministro de Política fue ministro de Defensa. La actual canciller también. Su ministro del Interior fue coordinador de Seguridad varios años. Es absurdo que se hable de permisividad. En realidad lo que demuestra es la poca claridad en esta área para resolver un conflicto que día a día va creciendo.

–¿Cómo se llegó a la situación actual?

–Creo que hay varios factores. Algunos no son inmediatos. Como la aplicación del Plan Colombia, que trasladó el conflicto a todas estas zonas de frontera donde históricamente el Estado colombiano no ha tenido presencia. Obviamente que con los diálogos de paz estaba previsto que pudiese haber una disidencia básicamente de quienes actúan como bandas del crimen transnacional en función de grupos colombianos y mexicanos del narcotráfico. Y paulatinamente estos grupos han ido disputando territorios y buscando hacer ciertas operaciones del lado ecuatoriano, donde yo diría que en estos últimos años no se establecieron las inversiones necesarias en la zona de frontera para garantizar una adecuada atención a las poblaciones.

–¿Cómo impacta la militarización de la zona en la población?

–Ya tenemos una situación de creciente inseguridad, desplazamiento interno de la población civil, falta de seguridad. Lo que buscan es, al igual que pasó en México, que paulatinamente se conviertan en territorios sin habitantes, que incluso podría después llevar a que se hagan operaciones de bombardeo. Y está la falta de claridad del gobierno ecuatoriano para combatir con firmeza y activamente junto a la población civil, que nos lleva a que entremos muy fácilmente en el libreto de la guerra al que quieren empujarnos tanto los Estados Unidos como el Estado colombiano.

–¿Considera el canje de prisioneros como una opción válida?

–Yo creo que en este momento el Estado tiene la responsabilidad de establecer una negociación para garantizar la vida de las personas que están secuestradas. No puede volverse a repetir que estos dos nuevos ecuatorianos terminen ejecutados. Pero luego hay que tomar todas las acciones preventivas, sin renunciar a las potestades del Estado y a la soberanía, para que no sea una constante que estos grupos criminales extorsionen al Estado. Porque si el Estado sólo cede a la extorsión, no va a parar nunca. «