En 2020, desde el comienzo de la pandemia, ya votaron casi 160 mil personas en todo el país. Lo hicieron con estrictos protocolos sanitarios, padrones georeferenciados y utilizaron la boleta única de papel, pero demostraron que es posible hacer uso del derecho al voto a pesar de la crisis sanitaria global que multiplica los interrogantes sobre cómo serán las elecciones en el año que se avecina. Hay dos experiencias realizadas recientemente en la Argentina que anticipan algunas características de la visita a las urnas de 2021: los comicios comunales de la ciudad cordobesa de Río Cuarto y las elecciones presidenciales de Bolivia, que implicaron la apertura de mesas en 16 distritos electorales de siete provincias argentinas para recibir el sufragio de los ciudadanos bolivianos residentes en el país.

Tanto el caso riocuartense, del 29 de noviembre, como el despliegue local para las presidenciales altiplánicas, realizado el 18 de octubre, significaron la experimetación de los primeros métodos sanitarios y logísticos en la Argentina para realizar elecciones en medio de la pandemia y reducir al máximo los riesgos de contagio.

En territorio argentino, la segunda ciudad más importante de Córdoba realizó sus elecciones a intendente luego de dos postergaciones. No fue la única de su provincia, pero sí la más importante. En los últimos dos meses también hubo votaciones comunales en las localidades cordobesas de Despeñaderos y Morrison, dos pueblos que reunieron a 6000 y 4000 votantes habilitados.

Río Cuarto, por el contrario, tuvo un padrón de 136.001 electores y aportó uno de los contornos que más preocupan sobre el año que viene: votó menos del 50%, con una participación muy baja respecto del 60% o 63% de los últimos comicios. En su organización se pudo advertir un modelo logístico que posiblemente se repita en las Primarias de agosto o en las generales de octubre.

Las campañas electorales fueron reguladas y hubo límites de personas para pegar afiches y para atender lugares de promoción proselitista. Los padrones fueron georeferenciados con el objetivo de facilitar al votante el punto más cercano a su domicilio, se aumentó la cantidad de establecimientos de votación, las filas fueron controladas para garantizar la distancia prevista y hubo «facilitadores». Su función fue garantizar la sanitización de cada asistente y guiar su camino al cuarto oscuro con el cumplimiento del protocolo de cuidados antes, durante y después de emitir el voto.

«Es un nuevo actor que posiblemente intervenga en los comicios del futuro», anticipó la abogada Silvana Yazbek en referencia a los nuevos «facilitadores». Es directora ejecutiva del Instituto de Democracia y Elecciones (IDEMOE), que envió una misión de observadores electorales a Río Cuarto, acreditados por su Junta Electoral. Cuando compara las últimas experiencias en pandemia con el escenario 2021, se muestra cautelosa. «Tenemos que ver cómo nos encuentra el invierno. Una cosa son las elecciones con calor y otra es realizarlas en agosto, al final del invierno, como sucede con las PASO. Sin embargo, queda demostrado que las elecciones en pandemia son posibles, pero que se deben realizar todos los recaudos sanitarios para hacerlas realidad», explicó Yazbek, cuyo instituto también fue observador en Cordoba, Santa Fe, Salta, Jujuy, Tucumán, Chubut y provincia de Buenos Aires durante la votación de sus residentes bolivianos.

En los comicios del 18 de octubre pasado hubo 142.500 electores habilitados y votaron 88.324 en las siete provincias, con una participación del 62%. Aunque hubo gobernadores que se resistieron a permitir su realización, como el mendocino Rodolfo Suárez, los comicios fueron exitosos y significaron un ejercicio electoral inédito para esas provincias.

En Río Cuarto también fue utilizada la boleta única de papel. El caso fue recuperado por distintas fuerzas políticas para recordar la utilidad de un instrumento que la Justicia Electoral recomienda desde 2008. En medio del debate irresuelto sobre la supresión o continuidad de las PASO en agosto, en la Casa Rosada aseguraron que sigue en pie el cronograma electoral vigente. Confirmaron que los preparativos ya comenzaron con la anticipación habitual, independientemente de la decisión final que adopte el Ejecutivo.

La llegada de la primera vacuna al país comienza a debilitar los argumentos de quienes reclaman la suspensión de las Primarias por razones sanitarias, pero la duda sigue en estado latente. En el gobierno aclararon que por ahora ese debate está congelado y desde la Dirección Nacional Electoral detallaron que todos los apoderados partidarios están al tanto de la continuidad de las elecciones como lo establece la ley.

Lo mismo pasa en la Cámara Nacional Electoral (CNE). El tribunal había creado en junio un comité asesor de expertos en materia sanitaria y electoral para analizar posibles cambios en 2021, pero al cierre de esta nota ese cuerpo no había sido convocado. En los despachos de la máxima autoridad judicial en la materia no contestaron las preguntas de este medio al respecto.

Así como la permanencia de las PASO sigue en debate, la posibilidad de usar boleta única de papel se disipa ante la cercanía del año electoral. «Los cambios hay que realizarlos con mucha anticipación, pero es mejor experimentar un instrumento de votación en elecciones legislativas que en ejecutivas, que son mucho más sensibles y apasionadas», sostuvo Yazbek.

Desde su punto de vista, los comicios de medio término de 2021 pueden ser un momento propicio para probar la boleta única de papel en algunos distritos chicos, pero también explica que tiene sus limitaciones. «No confundamos: ese instrumento de votación no viene a solucionar el problema de la lista cerrada o bloqueada, que llamamos lista sábana. Para los partidos chicos es genial porque casi no necesita tener un despliegue enorme de boletas y se evita el robo de boletas, pero no evita la lista sábana», advirtió la especialista para desmitificar las bondades políticas que le asignan a ese método de votación, que hasta ahora solo ha sido utilizado en Córdoba y Santa Fe. Las ventajas en materia sanitaria son superlativas porque reduce sensiblemente la cantidad de boletas, facilita la logística y reduce los riesgos de contagio antes y después de los escrutinios, pero su utilidad ante la pandemia no forma parte de la agenda del gobierno.