A fines del siglo XVIII, más precisamente en la primavera de 1790, un joven oficial proveniente de una familia aristocrática debió cumplir en su propia casa una reclusión de 42 días. No asolaba a la ciudad de Turín, donde residía, ninguna peste. Sencillamente, se había batido a duelo -un hecho condenado en ese momento, por lo menos para los oficiales- y debía pagar por violar la norma impuesta.

Pero, como suele decirse, “no hay mal que por bien no venga” y su reclusión dio buenos frutos. Se dedicó a escribir y en 1794 publicó Voyage autour de ma chambre (Viaje alrededor de mi cuarto). Sin saberlo, con este libro De Maistre fundó un género propio de la literatura de viaje.

Según sostiene Bernd Stiegler en La quietud en movimiento. Una breve historia de los viajes en y alrededor del cuarto (Paidós), “los viajes alrededor de la habitación no son –y con esto quedará mencionada la regla de juego más importante de las siguientes etapas- viajes imaginarios. No proyectan utopías, porque las utopías no tienen como objeto ningún lugar en ninguna parte, sino que se concentran en el espacio supuestamente conocido aquí y ahora. No describen mundos imaginarios, sino el espacio banal de lo cotidiano. No exploran la lejanía exótica, se quedan en el entorno inmediato: en el cuarto, en la calle o la ciudad de uno. Pero estos espacios, cuando el observador está viajando (por el cuarto), pueden sufrir una transformación y volverse auténticos espacios de experiencia, hasta entonces ocultos o recubiertos por el moho de la gris cotidianeidad. El viaje alrededor del cuarto es un “Sésamo, ábrete” de lo cotidiano, que de golpe se abre –y se nos abre- de otro modo”.

El librito de De Maistre, con menos de 100 páginas, le permitió no sólo sobrellevar el aislamiento de 42 días, sino también atravesar los siglos. Según Stiegler, aún hoy es posible conseguir algún ejemplar de él, aunque no aclara en qué latitudes. Y quizá lo más importante es que hoy se puede leer no con el criterio arqueológico con el que se lee cierta literatura de siglos pasados, sino con el auténtico interés que suscita en la actualidad, y quizá siempre, encontrar tesoros inesperados en aquello que, a fuerza de verlo todos los días, casi dejamos de percibir.


En tiempos de reclusión obligada, quizá sea un buen ejercicio intentar hacer lo mismo que De Maistre, aunque de esa actitud no surja necesariamente un libro. 


¿Pero cómo se logra transformar el cuarto propio en un mundo a descubrir? Según Christian Kupchik, especialista en literatura de viajes, escritor y coeditor de la revista más deslumbrante del género, Siwa, una verdadera maravilla editorial; lo que hace De Maistre “es lograr la ostranenie, es decir, el extrañamiento, que consiste en volver cercano lo lejano y lejano lo cercano, según lo proponía Viktor Shklovski, figura sobresaliente del Formalismo Ruso. Este grupo estableció que la función principal del arte es desautomatizar la percepción, es decir, ver lo que nos rodea sin la familiaridad que impone la costumbre.” Y agrega: «Viaje alrededor de mi cuarto en su momento se convirtió en un verdadero best seller. Estaba escrito paródicamente a la manera de las guías de viaje de la época. Este libro tuvo muchas secuelas que multiplicaron los viajes por los lugares más familiares”.

Pero si la forma era la de las guías que mostraban monumentos y grandes construcciones de diferentes lugares del mundo, el contenido estaba referido a lo más cotidiano: los cuadros, los grabados, la mesa, la silla, el armario, la puerta…

Tan exitoso resultó el libro que en 1812 hubo una segunda edición con un prólogo del autor en el que señalaba: “Los más famosos viajes pueden ser repetidos: una fina línea punteada nos señala la ruta en todos los mapamundis; y queda al arbitrio de cada uno seguir la huella de estos osados hombres que una vez emprendieron el viaje. Con el Voyage autor de ma chambre eso no sucede. Es un viaje hecho de una vez y para siempre y ningún mortal puede vanagloriarse de emprenderlo una vez más”.

En este sentido, según lo señala Stiegler, De Maistre se relaciona con Laurence Stern, autor de Viaje sentimental, en el que son más importantes las sensaciones del viajero que aquellos paisajes o monumentos culturales que se los provocan.

En uno de los más famosos cuentos de Jorge Luis Borges,  El Aleph, el libro de De Maistre aparece mencionado por uno de sus personajes, Carlos Argentino Daneri. Se trata de una forma de la trascendencia que el autor que viajó sin salir de su cuarto no pudo, por supuesto, ni siquiera sospechar.

Enrique Vila-Matas, uno de los escritores actuales más originales, cuenta que De Maistre viajó sólo una vez a París cuando tenía más de 70 años y se sorprendió de ser tan conocido allí y de que le profesaran tanta admiración. Si algo demuestra su libro, observa, es que nuestra habitación es un aleph que contiene todos los espacios del mundo.

“No lo dudemos más –dice Vila-Matas dándonos un consejo que no deberíamos desoír-. Desde nuestro cuarto habitual, sin salir a calle alguna, nos ha sido dado el gran don (que tantas veces olvidamos) de ver la esfera que permite observar la simultaneidad del universo”.