En el campo de refugiados de Kalandia, en el norte de Jerusalén, Cristian Pirovano escuchó que Mohamed, un palestino que vendió telas en Venezuela y sabía hablar castellano, tenía la fórmula para que Argentina saliera campeón del mundo en Brasil: «Sólo le tenés que llevar esta carta a Sabella para que la conozca». Pirovano, que hacía un trabajo de fotoperiodismo, pensó que el fútbol podría ser el mejor lente para mostrar Palestina. Llamó de Kalandia a Floresta y le propuso a Fernando Romanazzo filmar una película. Cuatro años después, luego de tres viajes de largos meses a territorio palestino, ¡Yallah! ¡Yallah! (¡dale!, ¡dale!) se estrenó en el Gaumont como la primera coproducción argentino-palestina.

El destino y los millones de dólares quisieron que la presentación del documental coincidiera con la visita que realizará la Selección a Jerusalén para jugar un amistoso el próximo sábado 9 ante Israel. El partido fue anunciado por la ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, y forma parte de los homenajes por el 70° aniversario del Estado de Israel. La sede será en el Teddy Stadium, donde hace de local el Beitar Trump Jerusalem, un club que cambió su nombre en homenaje al presidente de Estados Unidos, quien decidió mudar la embajada de EE UU de Tel Aviv a la capital israelí, rompiendo el consenso de no reconocer la soberanía en esa ciudad hasta que palestinos e israelíes no logren el acuerdo de paz. 

El partido del próximo sábado provocó distintos rechazos. Desde marchas hasta la sede la AFA en Viamonte hasta cartas a Jorge Sampaoli, Carlos Mac Allister y Claudio Tapia con la consigna «Argentina no vayas». La Asociación de Fútbol de Palestina condenó que la Selección dé su apoyo «para normalizar la ocupación de Jerusalén Este». El partido se iba a jugar en Haifa pero la presión política lo mudó al centro del conflicto. «No puede ser que venga el equipo argentino al país y no pase por Jerusalén. Después de todo, Messi viene a rezar al Muro de los Lamentos», admitió la ministra Regev. Para Claudio Tapia pesa más lo económico que lo político: la AFA recibirá tres millones de dólares. Se sabe que Tapia, que llevó al brujo Manuel hasta Quito, es un amante de las cábalas, pero en esta ocasión ni siquiera entró en juego aquello de que antes de México 1986 la Selección de Bilardo también había pasado por Israel.

En ¡Yallah! ¡Yallah! se puede ver la cotidianeidad palestina a través de siete protagonistas ligados al fútbol: Abed FatahArar, técnico y periodista; Yosef Alazzah, un adolescente amateur que sueña con jugar en Primera; Susan Shalabi, dirigenta de la Asocación de Fútbol de Palestina; Nabbel Hrob, una suerte de hincha caracterizado al estilo árabe; Mohammad Abu Sulaiman, el técnico del Islamic Qalquiya; Eyad Abu Garguood, futbolista de la selección; y el chileno Roberto Ketlun, nacionalizado palestino y también miembro de la selección. Sin golpes bajos, sin una gota de sangre, la violencia de la ocupación israelí se puede percibir en los 75 minutos que dura la película. Incluso, en el mundo del fútbol: jugadores detenidos, clubes clausurados, check points que vuelven imposible el traslado dentro de una misma ciudad. «Para ellos –define uno de los protagonistas del documental– el fútbol es terrorismo».

En la película se ven numerosas camisetas argentinas y, también, aparece la 10 de Messi en el Barcelona y la 22 de Ángel Di María en el Real Madrid. Fernando Romanazzo aclara que no fueron escenas armadas sino que son parte de la naturalidad con la que se vive el fútbol allí. «Son muy futboleros. Cuando se enteran de que sos argentino –cuenta Romanazzo– el diálogo típico es: ¿Messi o Maradona? ¿Barca o Real? Son fanáticos de esos dos equipos, cuando se juega el derby es como si fuera la final del Mundial acá». La próxima semana esos nombres que aparecen en las camisetas que se ven en las calles de Cisjordania pisarán Jerusalén, el punto central de un conflicto creciente que lleva más de 70 años. «Argentina no tiene nada que hacer en Jerusalén. Es una posición política que no tiene explicación, aparecen en un mapa que es muy turbio. Es difícil entenderlo –agrega Romanazzo, uno de los directores de ¡Yallah! ¡Yallah! junto con Cristian Pirovano– pero Messi es más importante que Trump. Hay gente que no le interesa lo que hace Trump, pero sí lo que hace Messi». «

Informe: Matías Varas