Fray Antonio Puigjané murió esta mañana a los 91 años. El cura capuchino había nacido en Córdoba el 13 de junio de 1928 y a los 10 años ya había elegido el camino de la iglesia. Sus últimos años los vivió recluido en un sector del convento de Nuestra Señora del Rosario, en el barrio porteño de Pompeya. Concluyó allí, de manera domiciliaria, una condena de 20 años de prisión por su participación en la toma del cuartel de La Tablada, sucedido el 23 de enero de 1989 por el Movimiento Todos por la Patria.

Toda su vida fue dedicada a la peregrinación. Siempre acompañó con determinación a la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. Fue un faro para muchos sectores militantes en los primeros años desde la restauración de la democracia

Un episodio emblemático que lo tuvo como protagonista, sucedió en 1981, cuando en el Servicio de Paz y Justicia, de Adolfo Pérez Esquivel, se había planeado un ayuno para apoyar el reclamo por los desaparecidos, aunque luego se frustró. La iniciativa fue tomada por las Madres: “Antonio ya tenemos el lugar para hacer el ayuno pero no te vamos a decir cuál es. Lo vas a saber por los diarios”, le dijeron. Finalmente fue en la Catedral de Quilmes, cuyo obispo era Monseñor Jorge Novak, quien consagraba misas por los desaparecidos y protegía a las Madres. Al día siguiente Puigjane, con el aval de Novak, se sumó al ayuno que duró 20 días y que, si bien había cobrado gran repercusión, finalizó antes de que llegara la Navidad de ese año.

Las primeras acciones de Puigjané como sacerdote habían sido en diversas villas de Mar del Plata, y poco después se unió al trabajo de monseñor Enrique Angelelli, en la localidad riojana de Anillaco. Luego de la instauración de la Dictadura, se trasladó a la Villa Itatí de Quilmes, y realizó tareas pastorales en el Río de Quilmes y en el barrio Los Talas.

Cuando ocurrió La Tablada estaba asignado con el Padre Luis Farinello. Si bien, Fray Puigjané siempre negó su participación en aquellos hechos e, incluso, en alguna oportunidad, insinuó que fue Enrique Haroldo Gorriarán Merlo el que propició el asalto, finalmente poco tiempo después de ese episodio, se presentó voluntariamente ante la Justicia. Se sometió al juicio y fue condenado a 20 años de prisión: los fiscales Raúl Plee, Pablo Quiroga y Santiago Pablo Bermúdez lo habían señalado junto con Roberto Felicetti como «el mayor exponente de la asociación ilícita investigada». El sacerdote siempre dijo que eso no era cierto.

Los primeros siete años estuvo en la cárcel en Caseros y luego, dos en Ezeiza. En 1998, cumplió 70 años y le fue concedida la prisión domiciliaria en la casa de retiro de los Hermanos Capuchinos de Coghlan. En los últimos tiempos hablaba poco, aunque estaba lúcido y veía bien: miraba mucha televisión, en general programas de cocina y de entretenimientos, y también de fútbol, especialmente cuando jugaba su equipo, Independiente. También solía escuchar canciones de Silvio Rodríguez, su predilecto.

Mañana a las 10 se realizará una misa en su honor en la parroquia de los curas palotinos de Coghlan. Luis Coccia, el párroco de Nuestra Señora del Rosario fue quien confirmó que a las 10:45 de este martes 27 de agosto «el mismo que lo creo por amor lo glorificó ahora y está definitivamente en el reino de Dios. Antonio acaba de partir». Concluyó el mensaje, expresando: «Antonio ya participa de la condición de los santos y está definitivamente con Dios para interceder por nosotros y por esta patria también tan necesitada, la Argentina».