Abuelas de Plaza de Mayo lanzó esta semana una nueva campaña de difusión en su permanente lucha por encontrar a nietos y nietas apropiadas durante la última dictadura cívico-militar. Los dos spots publicados e interpretados por Dalia Gutmann, Sebastián Wainraich y el “Bicho” Gómez, representan situaciones cotidianas de personas que podrían conocer y aportar información en esta búsqueda. La estrategia apunta a quienes tengan información que pueda aportar pistas y ayudar a ubicar a alguno de los más de 300 hijos e hijas de desaparecidos que busca la institución.

“Cada una de las apropiaciones significó que alguien se convirtiera en algo en esa historia, en tío, en primo, en vecino, del bebe que llegó a la casa de un momento a otro. Lo que incorpora esta campaña es hablarle a esos entornos, a esa persona que sabe algo porque se lo contó alguien más grande de la familia, o un vecino que vio algo. Mucha gente supo algo circunstancialmente y no lo dice, no porque haya sido cómplice sino porque pensó que no era importante en ese momento. Pero puede ser importante para encontrar a un nieto o una nieta. Están entre nosotros, están cerca de alguien y esas personas son los importantes en este mensaje”, explica a Tiempo Manuel Gonçalves, quien recuperó su identidad en 1997 y hoy integra la comisión directiva de Abuelas y la CONADI.

Se trata de la primera campaña que Abuelas piensa para redes sociales y apunta a llegar a generaciones más jóvenes, los hijos e hijas de quienes fueron apropiados y que ahora ya son adultos.

“Si uno piensa en el formato redes, los nietos y nietas somos usuarios, pero también nos permite llegar a la generación siguiente, que son los bisnietos. Porque cuando encontramos a un nieto o nieta muchas veces ya son mamás o papás y sus hijos también los va alcanzado ese daño de la dictadura y es su derecho resolver su identidad. Se trata de una generación ya nacida en democracia pero que también reciben esa identidad falseada”, señala Gonçalves y detalla: “En los últimos años nos encontramos con mamas o papás y una generación de adolescentes o chicos a los que también les devolvés la identidad. Pasa seguido que incluso son los chicos los que se presentan porque sus padres no se presentaron o como pasó hace unos días en Mar del Plata, que una de las personas que analizamos nos dijo que su hija le había dicho que fuera.  Era algo que tenía que resolver y no lo hacía y ahí el peso era otro, porque también es un derecho de ella resolver su identidad”.

La búsqueda de las Abuelas nunca se detuvo. Comenzaron en plena dictadura, rastreando datos de sus familiares y a medida que pasaron los años empezaron a pensar formas de llegar a esos chicos y chicas que ya no se parecían al recuerdo o a las fotos que guardaban de cuando eran bebés. La ciencia y la comunicación cumplieron roles fundamentales en esa tarea.  A lo largo de esos años Abuelas logró identificar a 130 nietos y nietas y, como sucede con cada campaña, la repercusión es inmediata y las consultas y los llamados a la institución y a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) ya se multiplicaron.

“En los 90 las Abuelas se dijeron ‘tenemos que usar los escenarios de rock porque ahí están nuestros nietos o sus amigos’. Son mujeres comunes, pero entendieron que su comunicación tenía que ir por una línea de interpelar a la sociedad, que entendieran el amor con el que hacían esa búsqueda y también el dolor, un daño enorme después de 4 décadas para los nietos y nietas que buscamos y para las familias, que también tienen derecho a dejar de estar esperando ese encuentro.  Esa búsqueda nos tiene todo el tiempo en estado de alerta y creación para pensar alguna ventana donde volver a hablar de esto”, completa Gonçalves.

Manuel recuerda que cuando recuperó su verdadera identidad, hace más de 24 años, quiso acercarse a las Abuelas para devolver algo de todo lo que le habían dado. Comenzó a colaborar y con el tiempo se convirtió en el primer nieto en integrar la comisión directiva de la organización presidida por Estela de Carlotto.

“Ayer estuve en un acto con Estela por los 35 años de Suteba y ella volvió a repetir algo que suele decir, que están re contentas por tener el relevo, que los nietos y nietas aportan un montón de cosas nuevas, pero mientras haya una abuela, manda una abuela”, recuerda Manuel entre risas. Esa transición busca ser un puente hacia un traspaso de generación: “No es algo que comenzó y terminó, sino que tiene que ver con una formación que se va dando a través de los años. Uno no aprende a tomar una posta como la de las Abuelas de un momento a otro. Si es cierto que la generación de los nietos y nietas, los que podemos y queremos, cada uno trata de aportar desde el lugar que está. Venimos sentados en la misma mesa, escuchando siempre lo que dicen y cada vez más nos consultan o nosotros les hacemos propuestas”.

Parte de la construcción de Abuelas es también el rol del Estado en la búsqueda. La CONADI, que Manuel integra, trabaja con otras instituciones, como el Banco Nacional de Datos Genéticos y la Unidad Especializada de la Procuraduría para casos de apropiaciones. Desde allí se promueven investigaciones para dar con los nietos o conocer nuevas historias para sumar al Banco. “La increíble discusión del número de 30 mil desaparecidos se da como si el terrorismo de Estado fue un señor muy prolijo que cuando se fue nos dio la mano y nos dejó el balance de lo que había hecho. Pero esto se hizo en las tinieblas, en la clandestinidad, en la ilegalidad, entonces ahora trabajamos para poder llegar a esa oscuridad, sacar los datos y resolver esos crímenes que se perpetúan en el tiempo”, describe Manuel y añade: “Se hizo mucho pero no quiere decir que falte poco. Es menos que antes, porque hemos logrado 130 recuperaciones, pero hay más de 300 familias que esperan”. «