Las cadenas se rompen por el eslabón más débil. En la última semana se registraron, en promedio, 159 fallecimientos por día de personas con diagnóstico de coronavirus, lo que representa un incremento de un 28% respecto de la semana anterior. Una mirada más detallada permite ver que desde el 1 de agosto el número de camas de terapia intensiva ocupadas con pacientes Covid a nivel nacional subió un 49% (de 1128 a 1718), y que la distribución de esas camas es cada día más federal: a principio de mes había 188 ocupadas fuera del AMBA y hoy son 351 (una suba del 89 por ciento). Pero aunque muchas jurisdicciones hayan reforzado su equipamiento, no todas están igualmente preparadas para enfrentar la pandemia. “Si existe un riesgo de colapso no es por falta de disponibilidad de respiradores o camas sino por la falta de personal”, planteó Arnaldo Dubin, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. Por eso los intensivistas reclaman una silla entre el grupo de expertos que asesora al presidente de la Nación.

 “El cuello de botella del sistema no es un recurso físico o tecnológico. Son las enfermeras, los kinesiólogos y los médicos intensivistas. La triste situación que se vive en Jujuy expone esa realidad”, profundizó Dubin el viernes durante su intervención en el informe diario que brinda el Ministerio de Salud. La provincia norteña, que fue la primera en anunciar flexibilizaciones a la cuarentena estricta inicial, es la que más preocupa a las autoridades sanitarias. Esta semana, de hecho, le enviaron 24 especialistas en terapia intensiva.


“Es peor de lo que vivimos en Chaco”, cuentan a Tiempo desde la cartera de Salud, y explican que la provincia había centralizado la atención en la capital y por tanto gran parte de su población no llegaba a recibir los cuidados necesarios. “Antes no estaban tan abiertos a nuestras recomendaciones y ahora lo están un poco más”, se esperanzan.

 “La epidemia se está comportando en todos lados como esperábamos. Todos los brotes por conglomerado tienen que ver con reuniones. Al punto que seguimos viendo casos como el de una persona en Santa Fe que contagió a 75”, explica Sonia Tarragona, subsecretaria de Medicamentos e Información Estratégica del Ministerio nacional. “El AMBA nos dejó lecciones que servirán para acomodar cada lugar de manera más fácil”, agrega.

Hoy son 15 las provincias en las que hay circulación comunitaria del virus, nueve las que el viernes superaron los 100 contagios diarios y cinco las que tuvieron una tasa de positividad en los testeos de coronavirus por arriba del 40% (Jujuy, Mendoza, Neuquén, Salta y Santiago del Estero). La prueba de que nadie está exento del riesgo es que en todas las provincias se registraron casos en los últimos 14 días. En ese panorama, la pregunta es si todas están preparadas para responder ante un posible brote.

Tarragona insiste con un concepto: “Usar la cantidad de casos como parámetro de éxito es un error. Lo que muestra si estamos peor es la cantidad de muertes. Hoy nosotros estamos cerca de los casos que tuvo España en su primer brote. Para esa cantidad de casos ellos tenían cuatro veces más muertes”. Hoy la tasa de letalidad de la Argentina se encuentra en el 1,9%, mientras que la tasa global es del 3,6 por ciento.

La situación del Conurbano

“En la Provincia mantenemos una alta cantidad de casos diarios que generan una fuerte tensión en el sistema de salud”, describe Nicolás Kreplak, viceministro de Salud bonaerense. “Hablamos de camas de terapia como indicador para explicarle a la gente. Pero es un botón de muestra del sistema. La recarga de trabajo cae sobre las líneas telefónicas, los hisopadores, los laboratoristas. No se llega a cubrir el 100% de la demanda en tiempo y forma. Puede haber disponibilidad de camas en la provincia, pero también hay hospitales que ya no tienen. Y sobre todo estamos viendo mucho impacto en el equipo de salud”, añade en diálogo con Tiempo.

 “Es una perspectiva compleja, porque no es pedirles que aguanten dos semanas, sino cinco meses. Hay gente que quiere renunciar y que se la está bancando fuerte. Porque podemos haber aumentado el doble de camas, pero no tenemos el doble de personal preparado. Formamos otros profesionales, pero eso es algo que tiene sus bemoles, porque no podés preparar a un terapista en dos meses”, agrega el también médico sanitarista. En su jurisdicción, detalla, se incorporaron 4500 profesionales de salud: 2000 como personal de planta y unos 2500 con becas transitorias.

Las noticias sobre la evolución de las vacunas también generaron alivio en las autoridades sanitarias. “Yo creo que la vacuna va a estar cerca de fin de año. Y si hay inmunización ya cambia todo. Porque aunque no fuera inmunidad para siempre, cambia la condición. Una pandemia se produce cuando todos somos susceptibles al mismo tiempo, y si logramos romper esa situación, ya puede transformarse en una enfermedad más de las respiratorias”, explica.

Pero para esa situación todavía falta. Por eso Kreplak insiste: “Vamos a hacer todo lo posible por evitar el colapso. En esta etapa no se volvió a fase 1, pero mantenemos un monitoreo estricto para entender cuando sea inminente. Porque es el último recurso. Esto no está resuelto para nada y hay que cuidarnos todo lo posible. Y siempre está a mano la posibilidad de volver para atrás si lo requiere el sistema de salud”.  «

18.900 contagios en la primera trinchera

Ya fueron diagnosticados con Covid-19 18.900 trabajadores de la salud. Eso representa el 6,7% de los infectados totales. Hasta el sábado habían fallecido 60: 41 varones y 19 mujeres. La tasa de letalidad para el sector es del 0,33%, casi seis veces por debajo del promedio nacional. Los datos, que surgen del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud, permiten mensurar el riesgo que asumen estos trabajadores para cuidarnos a todos.

“Para nosotros es un tema muy sensible –explica Kreplak–, porque es la vida de gente a la que le pedís que vaya a trabajar mientras le pedís al resto de la sociedad que se quede en casa. Y ellos van, se enferman y se mueren por eso. Tenemos personal de salud con factores de riesgo, y muchos piden la licencia que les corresponde, pero también hay muchos que no lo hacen porque sienten que son clave para que funcionen los servicios”.