Alberto Fernández encabezó el acto de homenaje a las 12 personas secuestradas, desaparecidas y asesinadas en 1977 por la dictadura cívico-militar, cuando en la Iglesia de la Santa Cruz de esta Capital reclamaban por sus familiares víctimas de la represión ilegal.

«Voy a estar siempre trabajando por los que están injustamente presos. El sistema institucional no pone en mis manos la suerte de todos ellos, pero no me quita la responsabilidad de bregar por un mejor sistema”, dijo el presidente, con el reclamo por la libertad de Milagro Sala muy fresco en el ambiente.

Además, afirmó que durante la dictadura en la Argentina «no hubo dos demonios, sino que existió un terrorismo de Estado que se llevó miles de vidas de argentinos. Hoy lo central es la memoria y mantener en pie la exigencia de la búsqueda de la verdad y la justicia», dijo Fernández.

Foto: Ferrari Raúl / Telam

«Estamos siempre parados en el mismo lugar, reclamando lo mismo. Esta Iglesia fue testigo de las primeras reuniones de las Madres de Plaza de Mayo que solo querían saber la suerte sobre la vida de sus hijos y terminaron muertas y desaparecidas», sostuvo. Y aseveró: «Están muy vivas en la memoria de todos nosotros, en los corazones y las almas».

El acto fue en homenaje a las 12 personas secuestradas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 en la Iglesia de Estados Unidos y Urquiza, en el barrio de San Cristóbal, entre ellas las primeras referentes de Madres de Plaza de Mayo y dos monjas francesas.

La ceremonia se hizo bajo el lema «Pisamos las calles nuevamente para recuperar la Patria Igualitaria, Libre y Soberana por la que lucharon nuestras y nuestros 30.000. Memoria, Verdad y Justicia».

Los «12» eran familiares de personas desaparecidas por la dictadura cívico-militar y militantes de derechos humanos que se reunían en esa parroquia del barrio porteño de San Cristóbal.

Esas víctimas fueron marcadas y entregadas por el represor infiltrado Alfredo Astiz, quien usó el alias de «Gustavo Niño» y se hizo pasar por hermano de un desaparecido.

Entre las secuestradas estuvieron las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet.