El discurso del diputado nacional Ricardo Alfonsín transita por una línea compleja, paradojal. Hombre de partido, aceptó la decisión que la UCR tomó en 2014: la alianza con Mauricio Macri impulsada por Ernesto Sanz. Alfonsín rechazaba el acuerdo por considerar que ponía en riesgo “la identidad del radicalismo”. Era –quizás– un modo elegante de graficar las diferencias ideológicas que varios sectores del partido centenario tenían y tienen con el PRO. La tensión entre respetar el funcionamiento orgánico y no renunciar a defender posiciones que se consideran constitutivas de una fuerza política es la que se trasluce en las definiciones de Alfonsín, transformado en una suerte de “radical díscolo” por cuestionar decisiones del gobierno. El dirigente recibió a Tiempo en una oficina del Comité bonaerense. «Otra vez estoy dejando de fumar”, arrancó, entre risas.

–La anunciada Mesa Nacional de Cambiemos, ¿tiene por objetivo evitar las PASO?

–No me queda claro para qué se propuso. Yo, y muchos radicales, no conocemos cuáles fueron los criterios para formar la Mesa y tampoco cómo se seleccionó a las personas que están ahí. Me enteré a través de los medios que se trataría de establecer procedimientos para las candidaturas en 2017. Para eso hay dos respuestas. Nosotros somos un partido federal y cada provincia decidirá la forma de definir las candidaturas. Ninguna decisión tomada por la Mesa nos puede obligar a no hacer las PASO. Lo que rige es la ley de internas abiertas.

–¿Cuál es su posición al respecto? ¿Cree que para la UCR sería mejor que haya primarias abiertas o no?

–Sería lo mejor, para el partido y para Cambiemos. Sería bueno que la sociedad pueda elegir qué ala de la coalición debe fortalecerse. Este frente tiene al menos tres alas, una liberal, que es el PRO; otra de centro, que es la Coalición Cívica; y otra progresista, que es el radicalismo. Entonces creo que es mejor que sean los ciudadanos los que decidan qué ala debe crecer. Yo pienso que muchos ciudadanos optarían por la UCR.

–Le parece que pueden hacer una buena PASO…

–Después de 2001, parecía que el radicalismo desaparecía. Luego, en 2003, sacamos el 2%; en 2007, no tuvimos candidato propio; en 2011, (NdR: elección en la que Alfonsín fue candidato) obtuvimos el 12% en las PASO y casi lo mismo en la primera vuelta. Eso muestra que nos veníamos recuperando. Por eso creo que se equivocan quienes piensan que la UCR sólo representa el 3% que se obtuvo en las primarias de 2015. (NdR: es lo que sacó Sanz en esa elección). La única manera de demostrar que esto es así es ir a las internas abiertas.

–Usted se opuso al acuerdo con el macrismo. Uno de los argumentos que expuso fue que ponía en riesgo la identidad de su partido. Evitar las primarias, ¿es un paso más en la creación de una nueva identidad en la que el PRO pone la ideología y los radicales la estructura territorial?

–Primero una aclaración: en 2014 cuestioné que varios dirigentes de mi partido y de otras fuerzas hicieran todo lo posible por debilitar al Frente Amplio Unen. (NdR: la alianza que reunía a la UCR con los socialistas y otras fuerzas). Ese frente (el FAU) había salido segundo en 2013 a nivel nacional. Había potencialidad para ganar. Era una alternativa de poder que podía ganar sin abandonar las concepciones del radicalismo. Luego, una vez que se debilitó esa coalición, me parecía que la mejor opción era convocar a todas las fuerzas de la oposición. Aunque no había sido mi primera opinión, en esa circunstancia hubiera preservado más la identidad del partido.

–Hecha la aclaración, que no haya primarias, ¿no debilita la identidad radical, fusionándola con el PRO?

–He escuchado en algunos medios que hay cierta idea de “disolver” al partido. Pero lo cierto es que a mí nadie me lo ha dicho. No creo que exista esa postura y si existe es totalmente minoritaria. Eso no puede ocurrir. Cambiemos se hizo en nombre de preservar aspectos del orden republicano. Esa fue la idea que impulsó que espacios que piensan distinto se reúnan en un mismo frente. Pero creo que se va acercando la hora de discutir qué significa la UCR y qué rol debe cumplir en el país. La defensa de la identidad hay que hacerla también marcando nuestra opinión sobre la gestión del gobierno, aunque sea una crítica.

–Usted expresó críticas y no está en la mesa de Cambiemos. ¿Cree que por eso no lo convocaron?

–Puede ser. No tienen por qué convocarme. También es posible que piensen que no soy lo suficientemente representativo en el partido. Lo que sí creo es que, lo que yo pienso, más allá de mi persona, es lo que opina la mayoría de los radicales.

–¿No es posible ya caracterizar el rumbo del gobierno de Macri?

–En las críticas que hice planteé diferencias de oportunidad y de magnitud, pero también hice cuestionamientos de fondo, como la quita de retenciones a las mineras, no haber controlado a los formadores de precios, o haber pretendido nombrar jueces de la Corte por decreto. De nuevo, me parece que el rumbo del gobierno está por definirse. Hay una tensión ideológica dentro de Cambiemos, entre los sectores más liberales y los que piensan que la política debe orientar e intervenir en la economía.

–Esa tensión, ¿está dentro del Ejecutivo o en la coalición?

–Existe dentro del gobierno y en la coalición, incluso dentro del PRO.

–¿Este debate es el que podría darse en las PASO de 2017?

–A mí me parece que la sociedad tiene que poder optar sobre qué ala de la coalición fortalecer, aunque parezca complejo, porque seguramente la mayoría de la población identifica al frente con la vertiente más liberal.

–Le menciono dos tópicos: aumento de la pobreza y Malvinas.

–No me parece importante discutir en qué proporción es responsable este gobierno o el anterior del indicador de pobreza. Lo central es resolverlo. Hace falta crecimiento y distribución. Es necesario un acuerdo entre el capital, el trabajo y la política. Respecto de Malvinas, ya manifesté mi opinión. No hay que hacer nada que le facilite las cosas a Gran Bretaña y hay que seguir reclamando que se siente a negociar la soberanía. «