Durante los cuatro años del gobierno de Cambiemos, Ricardo Alfonsín mantuvo una postura basada en dos pilares: el comportamiento orgánico partidario y la defensa de lo que él considera que son las banderas históricas de la UCR. Esta posición lo ubicó en lugar no siempre fácil de entender por un sector de la sociedad. Se mantuvo dentro del radicalismo y al mismo tiempo cuestionó el rumbo que Mauricio Macri le dio al país.

Luego de las elecciones de 2019 fue convocado por Alberto Fernández para ser embajador argentino en España, en uno de los gestos de ampliación impulsados por el actual mandatario. Alfonsín, ex diputado nacional, ex candidato presidencial, aceptó. Sin embargo, la pandemia de coronavirus dejó esa designación, como tantas otras, en un paréntesis.

Como otros referentes radicales, el ex diputado aspiraba a que su partido tuviera un debate sobre su identidad, sobre las ideas que defiende, luego de las elecciones del año pasado. Esto no ha ocurrido. Alfonsín sigue cuestionando el giro a la derecha, que por momentos parece un rumbo definitivo, de la fuerza en la militó toda su vida. “Si esta hubiera sido la conducción del partido en la década del ‘90 habrían apoyado todas las privatizaciones”, dispara Alfonsín en esta entrevista con Tiempo Argentino.   

–Acaba de endurecerse la cuarentena para el AMBA, ¿qué le parece el manejo de la pandemia que ha tenido el gobierno nacional?

–Éticamente, el rumbo ha sido el correcto. Había que tomar una decisión que salvara vidas o dejar que la naturaleza resolviera el problema tomando sólo medidas muy básicas. Me parece que los resultados sanitarios, si comparamos además con otros países del mundo, demuestran que las decisiones fueron correctas. Y desde el punto de vista económico ha quedado claro que los países que en nombre de la economía no aplicaron cuarentenas encabezan el ranking de contagiados y muertos y la situación económica es igual de mala que en los otros países.

–Hubo, además, una actitud política que usted suele ponderar: la búsqueda del consenso.

–La relación entre el oficialismo y la oposición tuvo matices. Hubo dirigentes del PRO que actuaron con responsabilidad y otros que no. Lo mismo puede decirse del partido (la UCR).

–La posibilidad de que la empresa Vicentin se vuelva parcialmente pública  disparó un debate de fondo sobre el rol del Estado y el del mercado. ¿Cómo analiza esa polémica?

–El mercado en el que actúa Vicentin es estratégico para la Argentina. Y es un sector que tiene muchas disfuncionalidades. Hay mucha concentración y mucha extranjerización. Desde el punto de vista del interés nacional, es muy importante que exista una empresa mixta, con participación del sector público, el privado y los cooperativistas, en ese sector de la economía. Por un lado, hay que detener la desnacionalización. Y si se deja desaparecer la empresa, se fomenta la concentración. Es importante que haya un actor que pueda funcionar como testigo en ese mercado. Eso ayudaría a evitar abusos que se están conociendo ahora, como la compra de granos en negro para sacarlos después sin pagar retenciones por Paraguay. Es un segmento estratégico para el país en varios aspectos. ¿Qué tiene de malo que haya una empresa mixta con peso en el rubro? El sector privado puede considerar que es una competencia más, pero con ese criterio no tendría que haber hospitales públicos porque compiten con las prepagas.

–¿Qué le parece la posición de la dirigencia de la UCR frente al tema?    

–En lugar de corregir el error que se cometió de 2015 a 2019, acompañando políticas de derecha, la conducción del partido persevera en ese camino. Y se han corrido incluso más a la derecha. Nadie reivindica posiciones radicales. En el partido en el que es más difícil encontrar posiciones radicales es en la UCR, me refiero a la conducción, no a la militancia. Hubo un comunicado de Juntos por el Cambio, firmado por las principales figuras del partido, diciendo que con Vicentin se cometía el mismo error que con YPF. ¡Y resulta que nosotros votamos a favor de la reestatización del 50% de YPF en el 2012! Es como si se hubieran olvidado. Si se arrepintieron de eso que lo digan. Si esta hubiera sido la conducción de la UCR en los ’90, con estas ideas que defienden, habrían apoyado todas las privatizaciones.

–¿Por qué cree que la derrota electoral no habilitó un debate sobre la identidad del partido?

–No hay debate, ni promoción de esa discusión. Yo era de los que creía que había que reflexionar mucho con lo que se había hecho. Ahora todos actúan como si hubiera sido un gran éxito el gobierno anterior, como si no hubieran aumentado la pobreza y la deuda. Para mí, es un proceso autodestructivo el del partido.

–¿Cómo ve el aparente entramado de espionaje ilegal ocurrido durante el gobierno anterior que está investigándose en varias causas penales?

–Es una barbaridad. He reclamado que el partido se pronuncie. No se puede actuar como si fuera algo sin importancia. La UCR debería hacer una declaración pública reclamando que la Justicia vaya a fondo para dirimir bien las responsabilidades. Todas las instituciones de la sociedad, no sólo los partidos políticos, deberían reclamar eso.